El mercado laboral de España atraviesa una de las situaciones más complejas de los últimos años, acrecentada por la crisis del coronavirus. Las profundas transformaciones económicas, sociales y de movilidad han generado un entorno laboral más diversificado, especializado y digitalizado, donde prevalecen, sin embargo, altos índices de desempleo y sobrecualificación. Estos cambios tienen una incidencia directa en la compleja relación entre los universitarios y el mercado de trabajo: se necesitan profesionales cada vez más competentes y flexibles ante los cambios y demandas de la profesión, para luego desempeñarse en puestos de trabajo que exigen una menor cualificación de la que supuestamente dispone el titulado a consecuencia de sus estudios.
La paradoja no es nueva. El desajuste producido entre la demanda de puestos de trabajo de alta cualificación, generalmente realizada por los graduados superiores, y las vacantes para dichos puestos que ofrecen las empresas se traduce, por un lado, en parados con estudios superiores y, por el otro, en empleo no encajado, es decir que personas con un nivel elevado de estudios se acaben ocupando en puestos de baja cualificación, para los cuales no sería necesario ese nivel tan elevado de estudios.
En perspectiva europea, España es el país de la Unión Europea que tiene un mayor porcentaje de titulados superiores empleados en puestos de trabajo que exigen menor cualificación de la que se supone dispone el titulado, consecuencia lógica de sus estudios. Por otra parte, España se encuentra en el grupo de países de la OCDE en los que el nivel de conocimientos y habilidades de los graduados superiores es menor.
Dicho de otra manera, y atendiendo a las estadísticas de la OCDE y de la UE consideradas, nuestro país tiene un alto grado de ”sobrecualificación” en convivencia con un grado significativo de “sobreestimación de la cualificación” de los titulados. Sumado a ello, España es uno de los países desarrollados que más empleos destruyen cuando hay crisis y que más crean cuando hay crecimiento, generando una gran inestabilidad en su mercado de trabajo.
Datos actuales de los graduados universitarios y el mercado de trabajo
Para profundizar en la relación vigente entre universitarios y el mercado de trabajo, desglosamos el capítulo 2 del Informe CYD 2019 según 4 apartados.
En el primero atendemos la situación actual y evolución reciente así como las características principales de los egresados en el sistema universitario español. En el segundo apartado, nos ocupamos del mercado de trabajo en España analizando a la población que posee estudios superiores; examen que también realizamos en perspectiva comparada con la Unión Europea. En el tercero, analizamos la demanda y oferta de empleo en ocupaciones de alta cualificación, el desajuste que se produce entre ambas, y los niveles de sobrecualificación registrados en España. En el último apartado, detallamos las condiciones de inserción laboral de los graduados superiores y su nivel de formación permanente.
1. Egresados universitarios
El número de egresados en grado en el sistema universitario español en el curso 2018-2019 ascendió a 189.438 alumnos, un 1,2% menos que en el curso precedente, en el quinto consecutivo con variaciones anuales negativas. Desde principios de siglo, la tasa de variación anual promedio de los egresados en las privadas ha sido positiva, al revés de las públicas (2,8% frente al -0,8%). La pérdida de titulados de grado en las públicas presenciales ha sido de más de 30.000 frente a las ganancias en el resto.
En el máster, nuevamente se produjo en el curso 2018-2019 un incremento de los titulados, aunque este fue el menos intenso de los últimos seis cursos, con un aumento del 2% (y 114.320 egresados). Como es habitual, el crecimiento de las públicas fue inferior al de las privadas (1,1% frente al 3,6%).
El 59,4% de los titulados en grado y el 56,9% de los de máster eran mujeres. Por edad hay un claro rejuvenecimiento, tanto en grado como en máster, de los titulados. En grado, por ejemplo, algo más de siete de cada diez aún no habían cumplido los 25 años, frente al menos del 60% de hace una década. Por nacionalidad, solo el 4,1% de los titulados en grado eran extranjeros, pero el 21,1% de los de máster. Por comunidades, el 66% de los egresados de grado y el 72,3% de los de máster en las universidades presenciales españolas se concentraron en Madrid, Andalucía, Cataluña y la Comunidad Valenciana.
El 35,7% de los que entraron en grados de cuatro años en el curso 2014-2015 fueron capaces de titularse en el 2017- 2018, es decir, cuando tocaba (cuatro cursos después). En los últimos años ha habido un ligero ascenso en esta tasa de idoneidad. En el máster, dicha tasa es muy superior, por encima del 70%.
El desempeño académico de las mujeres tituladas es claramente superior al de los hombres, produciéndose la mayor diferencia en los grados de cuatro años (prácticamente 20 puntos a favor de ellas). Por tipo de universidad, en grados de cuatro años, los valores más elevados se han registrado en las universidades privadas presenciales y, por ámbitos de estudio, en salud y educación, mientras que en el otro extremo se sitúan ciencias físicas, químicas, geológicas, matemáticas y estadística, ingenierías, o informática. Por comunidades, las regiones con mejores indicadores han sido Navarra, Cataluña, País Vasco, Castilla y León y La Rioja.
En comparación con la UE, España registra mayor porcentaje de egresados en el ámbito de educación que el conjunto de Alemania, Francia, Italia y el Reino Unido, en tanto que obtiene menor porcentaje de graduados en áreas STEM. En nuestro país, poco más de uno de cada cinco egresados en grado pertenecían a campos STEM, frente al casi 28% del conjunto de Alemania, Francia, Italia y el Reino Unido. Si analizamos los últimos cinco años, el conjunto de países mencionado ha mantenido en gran medida el peso relativo de las áreas STEM en los graduados, mientras que España ha tenido un descenso pronunciado.
2. Detalles del mercado laboral para la población con estudios superiores
En el año 2019, el 38,6% de la población española de 25 a 64 años estaba en posesión de una titulación de nivel superior, más de cinco puntos porcentuales por encima del dato de la UE-28. Por otro lado, el 38,7% solo tenían estudios obligatorios como máximo, el tercer valor más elevado de los 28 países (UE: 21,2%) y el 22,7%, estudios secundarios postobligatorios no terciarios (bachillerato, ciclos formativos de grado medio), el porcentaje más reducido de los 28 países (UE: 45,6%). En perspectiva europea, en España parecería como si el nivel de formación postobligatorio no terciario fuese visto como paso previo a la educación superior y no como meta en sí misma.
La tasa de actividad de los graduados superiores entre 25 y 64 años era de casi el 90% en España en 2019, frente al 82,4% de los de estudios postobligatorios no terciarios y el 72,2% de los de estudios obligatorios. En tasa de empleo los datos son, respectivamente, 81,9%, 71,9% y 58,5% y en tasa de paro 8,1%, 12,7% y 18,9%. Sin embargo, y en comparación con la UE, España era el tercer país con una tasa de empleo más baja y el segundo con mayor tasa de paro, más del doble que la europea (3,7%).
La tasa de actividad creció ininterrumpidamente en la UE-28 entre 2007 y 2019, más en la recuperación (2014-2019) que en la anterior etapa de crisis (2008-2013); en cambio, en España, aumentó en la crisis y disminuyó en la recuperación. Respecto a la tasa de empleo y paro, tanto en la UE como en España, hay una evolución marcada por el ciclo, con descensos (aumentos) en la crisis 2008- 2013 y aumentos (descensos en tasa de paro) en la recuperación económica 2014-2019. Las oscilaciones españolas, no obstante, han sido claramente más elevadas que las europeas.
En cuanto al perfil laboral español, en torno al 15% de ocupados con estudios inferiores a los terciarios trabajaban a tiempo parcial; para los titulados en educación terciaria el porcentaje apenas rebasaba el 11%. Casi el 30% de los empleados con solo estudios obligatorios eran contratados temporales, y el 25% de los titulados en estudios como bachillerato o ciclos formativos de grado medio, frente al poco más del 20% en el caso de los graduados superiores. En comparación con la UE hay menos trabajadores a tiempo parcial, en porcentaje, y mucha mayor tasa de temporalidad (inferior al 10% para los graduados superiores en la UE).
En España, un graduado en ciclos formativos de grado superior obtenía un 17% más de ganancias que un ocupado con estudios postobligatorios no terciarios; un titulado en grado universitario, un 52% más, y alguien con máster, doctorado y similar, un 85% más. En comparación con la OCDE, en promedio, la prima salarial en España por ser graduado universitario era mayor y menor tanto la de tener un título superior no universitario como la de ser graduado en máster, doctorado y similar.
Las comunidades autónomas con una mayor proporción de población entre 25 y 64 años con titulación superior eran en 2019, un año más, el País Vasco, Madrid y Navarra, estando en el lado opuesto Extremadura, Castilla-La Mancha, Andalucía, Murcia, Baleares y Canarias. Los registros más elevados en tasa de empleo de los graduados superiores se daban en Cataluña y el País Vasco (en el otro extremo, Canarias, Andalucía y Extremadura). En tasa de paro, destacaba, País Vasco (4,5%) y, en segundo lugar, Navarra, Cataluña y Aragón (5-6%).
3. Oferta y demanda de empleo de alta cualificación
En 2019, las nuevas altas de puestos de trabajo de alta cualificación ofrecidos para gestión en el Servicio Público de Empleo Estatal se incrementaron un 11,5%. Las nuevas altas de demanda de esos puestos crecieron un 3,8%. Por ello, el desajuste relativo entre oferta y demanda de empleo de alta cualificación disminuyó en 2019. Dentro de los grupos de alta cualificación, únicamente los técnicos y profesionales de la salud y la enseñanza mostraron en 2019 un desajuste inferior al del conjunto de las ocupaciones, mientras que el desajuste más elevado se registró en el grupo de los directores y gerentes.
En 2019, el 34,5% de los contratos de trabajo firmados con graduados universitarios fueron para que estos ocuparan un puesto de baja cualificación (sobrecualificación). El 22% de estos contratos fueron para trabajar o bien de empleado contable y administrativo o bien de dependiente en tiendas y similar, y casi un 10% fueron para desempeñar ocupaciones elementales. La bajada del nivel de sobrecualificación en 2019 (3 puntos porcentuales respecto a 2018) se ha debido básicamente a la firma de un mayor porcentaje de contratos con titulados universitarios para que estos ejerzan las tareas menos sofisticadas dentro de las ocupaciones de alta cualificación, esto es, las de técnicos y profesionales de apoyo.
En el año 2019, según la información de Eurostat, el 63,1% de los ocupados graduados superiores españoles estaban empleados en ocupaciones de alta cualificación; un año más, el valor más reducido de todos los países de la Unión Europea. En la mayor parte de los grupos de baja cualificación, España observaba un porcentaje de ocupados graduados superiores más elevado que la UE. Que un porcentaje tan elevado de ocupados graduados superiores en España se tengan que emplear en ocupaciones que no son de alta cualificación, en comparación con la UE, se debe en gran parte al bajo porcentaje de ocupados de alta cualificación que hay en España, relativamente. Así, en 2019, el 33,8% del total de ocupados en España se empleaban en ocupaciones de alta cualificación, frente al porcentaje del 42,4% de la UE en su conjunto.
4. Inserción laboral de los graduados universitarios y formación permanente
Según los registros de vida laboral de la Seguridad Social, el 72,3% de los titulados en grados en el curso 2013-2014 estaban dados de alta cuatro años después de la graduación (2018). El 8,9% lo estaba en el régimen de autónomos, y de los que trabajaban por cuenta ajena, el 51,7% tenía un contrato indefinido y el 79% trabajaba a tiempo completo. El 60,7% estaba inscrito en el grupo de cotización de titulados, mientras que la base de cotización media anual (contratados por cuenta ajena a tiempo completo) era de 26.213,2€.
En comparación con 2015, un año después de titularse, los indicadores de inserción laboral mejoran, especialmente, la tasa de afiliación, el porcentaje que trabaja a tiempo completo, la adecuación del trabajo desempeñado con el nivel de la titulación y los ingresos (casi un 22%).
Por tipo de universidad, los indicadores de inserción laboral son mejores, sin excepción, para los que se gradúan en universidades privadas presenciales en comparación con los de las públicas presenciales. La base media de cotización anual es casi un 13% superior y más de 16 puntos mayor el porcentaje de los que desempeñan tareas propias de titulados.
Por sexo, en todos los indicadores, el dato de las mujeres es peor que el de los hombres. Las diferencias más reducidas se dan en la tasa de afiliación y en la adecuación y las mayores, en el porcentaje de contratados indefinidamente, trabajando a tiempo completo y en los ingresos: un 9,5% inferiores los de las de las mujeres (contratados por cuenta ajena a jornada completa).
Por ramas de enseñanza, la de ingeniería y arquitectura aparece en la inmensa mayoría de los indicadores de inserción laboral como aquella que registra los mejores valores. Ciencias de la salud también tiene buenos indicadores mientras que, en el otro extremo, figuran artes y humanidades.
Por comunidades autónomas, Madrid y Navarra destacan con los indicadores de inserción laboral más positivos tanto en grado como en máster. En el otro lado, Extremadura y Andalucía (en grado).
Como novedad, en el Ranking CYD 2020 se incluyó una nueva dimensión por ámbitos de conocimiento, la de inserción laboral, con la información de vida laboral de los titulados en el curso 2013-2014 uno y cuatro años después de egresar. De los 23 ámbitos con datos para esta dimensión, las universidades que obtuvieron posiciones de liderazgo fueron Sevilla, Complutense de Madrid, Lleida y La Laguna, estando también en el podio en varios de los ámbitos Autònoma de Barcelona, La Rioja y Extremadura, así como Autónoma de Madrid, Barcelona y Carlos III de Madrid.
Según los datos de Eurostat, en 2019 el 10,6% de la población española entre 25 y 64 años seguía actividades de formación permanente, dato inferior al de la UE-28 (11,3%). En el periodo 2007-2019, el valor para España ha permanecido bastante estable, lo que contrasta con el avance de más de dos puntos del conjunto de la UE-28. Por sexo, las mujeres siguen en más proporción que los hombres actividades de formación permanente. Por edad, cuanto más mayores, menos porcentaje realiza actividades de formación permanente.
Por nivel de estudios, los que más realizan actividades de formación permanente son los graduados superiores (19% en la UE-28 y 17,5% en España). Por estatus laboral, en la UE los que en mayor porcentaje siguen actividades de formación permanente son los empleados, mientras que en España son los parados.
Para más detalles de los graduados universitarios y el mercado de trabajo español, puedes descargar el capítulo 2 del Informe CYD 2019.