De la mano, universidad y formación profesional son un potente agente de promoción y desarrollo social con capacidad de responder a las demandas sociales y contribuir a la inserción y reinserción laboral a lo largo de la vida.
Neus Pons, Directora-gerente Fundación BCN Formación Profesional
Por formación profesional (FP) se entienden todos aquellos estudios y aprendizajes encaminados a la inserción, reinserción y actualización laboral, cuyo objetivo es aumentar y adecuar el conocimiento y habilidades de los actuales y futuros trabajadores/as a lo largo de toda su vida. En la mayoría de países se reconoce como educación y formación profesional (VET, vocational education and training).
En España la formación profesional inicial está regulada por la Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, (LOMCE). Esta ley estructura la FP en tres niveles formativos: formación profesional básica (FPB), ciclos formativos de grado medio (CFGM) y ciclos formativos de grado superior (CFGS).
Los ciclos formativos de grado superior son una formación terciaria que, prácticamente en su totalidad, se realizan en las instalaciones y por parte del profesorado de secundaria. Sin embargo, la misma concepción de educación superior ha impulsado a algunas universidades, a partir de fórmulas jurídicas concretas, a impartir CFGS. Esto ha abierto un debate sobre la formación terciaria profesional/universitaria, que todos los agentes implicados en el sistema educativo deberían abordar de forma “positiva”, buscando sinergias y puntos de encuentro, más allá del “a quién le toca impartir qué tipo de formación”.
De la “Estrategia Universidad 2015: contribución de las universidades al progreso socioeconómico español”, del Ministerio de Educación, se derivaron las convocatorias de los “Campus de Excelencia Internacional” universitarios. Estas convocatorias preveían una modalidad de consolidación de estos “Campus”. Justo en esta fase de consolidación se consideraba la concesión de ayudas para financiar la puesta en práctica de aspectos parciales de los proyectos, y, como una de las áreas prioritarias a financiar, se establecía el desarrollo de centros de formación profesional en los campus universitarios. Esto motivó que algunas universidades iniciaran su camino en la formación profesional, y ya entonces se planteó si este camino debía empezar sumando esfuerzos con los centros de FP del correspondiente entorno territorial, generando nuevos estudios de FP en las mismas universidades, o bien combinando ambas posibilidades.
La formación profesional como forma de empleabilidad
En España en el curso 2018-19 se han matriculado en FP un total de 824.281 personas: un 49,5% en CFGS, un 41,5% en CFGM, y un 9% en FPB. Según los mismos datos del Ministerio de Educación y Formación Profesional, en una década la matriculación en FP se ha incrementado en un 57% (Según Eurostat 2016, España aún se encuentra alejada de las tendencias de Europa ya que las personas matriculadas en FP eran: 35% en España, 44% en la media de países de la OCDE y 48% en la UE).
En el formato de formación dual (la que se imparte en régimen de alternancia entre el centro educativo y la empresa), la FP permite adquirir una sólida preparación académica combinada con la experiencia profesional en la organización donde se realiza parte del periodo formativo, sumando así los beneficios de los dos entornos de formación.
Aunque tiene un crecimiento continuo, en España el alumnado que cursa la FP dual es aproximadamente el 3% del total (En algunas CC.AA los porcentajes son más altos, en Euskadi del 14%; en Cataluña se aproxima al 5%). De estos, el 70% se incorporan de forma directa a las plantillas de las correspondientes empresas. En el caso de la FP “tradicional” este porcentaje es del 50%.
Considerando que la tasa de abandono escolar roza el 28% y la tasa de desempleo juvenil el 37%, potenciar la FP es una de las medidas más efectivas para fomentar la inserción y reinserción laboral. Según los últimos datos del informe de Infoempleo y Adecco, el alumnado de FP goza de creciente empleabilidad, hecho que se refleja en el elevado volumen de ofertas de empleo que, a lo largo de 2018, han sido destinadas a titulados/as de FP en comparación al conjunto de titulados/as universitarios/as. Por primera vez en este informe la FP se hace con el 42% de las ofertas de empleo en España, mientras que las dirigidas al ámbito universitario se quedan en el 38,5%.
Los ciclos formativos de grado superior y el entorno universitario
Desde la universidad, los ciclos formativos de grado superior pueden verse como una fuente más de captación de alumnado hacia los grados. En la actualidad existe un mayor número de pasarelas que facilitan este paso. Pero hay que considerar que una parte de estas personas no vienen de los que se consideran itinerarios más clásicos: bachillerato + ciclos formativos de grado superior , o ciclos formativos de grado medio + ciclos formativos de grado superior. Algunas provienen del entorno empresarial (porque han trabajado, trabajan o han realizado prácticas en cualquiera de los formatos existentes), y esto significa que disponen de experiencia y competencias profesionales ya adquiridas y que, para el profesorado, puede ser alumnado con un mayor grado de “madurez” y motivación.
Desde la universidad también hay que aprender a ver las cosas “desde el otro lado”. Cada vez son más los ciclos formativos de grado superior que atraen a nuevos perfiles de estudiantes, como universitarios que están en el paro, o que optan por estudios que les pueden especializar en ámbitos concretos con mayor salida laboral o como complemento a su formación de base.
En realidad, entre universidad y formación profesional se genera una relación que puede y debe ser bidireccional. En una concepción de aprendizaje a lo largo de la vida, un ciclo formativo de grado superior puede hacer la misma función que un postgrado o un máster que tenga un formato más profesionalizador. Por lo tanto es FP inicial para algunas personas, formación continua para otras.
Es difícil aún el disponer de una trazabilidad completa de los datos, pero se estima que en España entre el 10% y el 15% de las personas matriculadas en ciclos formativos de grado superior tienen una carrera universitaria previa. Se va consolidando la tendencia a que estudiantes universitarios que no han conseguido una salida laboral, o quieren especializarse, opten por un ciclos formativos de grado superior, en lugar de un postgrado/ máster, para potenciar su empleabilidad.
Universidad y formación profesional: aprendiendo y progresando juntas
Las organizaciones buscan a personas capaces de resolver conflictos, trabajar en equipo, tomar decisiones, que sean creativas, comunicativas y que se adapten a los cambios. Todas estas competencias transversales, que facilitan la capacidad de aprendizaje a lo largo de la vida, son más fáciles de adquirir realizando prácticas, sobre todo si estas son en formato dual. En la formación profesional dual el alumnado aprende y se integra en el clima y la cultura de la organización donde realiza sus prácticas. Al mismo tiempo a la organización se le facilita la inserción laboral porque, en realidad, existe un ahorro en el coste/inversión de la formación inicial de su potencial trabajador/a, en el período de prueba y en el proceso general de adaptación al trabajo y a la cultura organizacional.
La formación profesional cada vez está más habituada a adaptar sus estudios a las necesidades del entorno profesional y a considerar empresas y organizaciones como entornos de formación. Además del caso de la FP dual, las propias normativas académicas han evolucionado hacia modelos más flexibles como las adaptaciones curriculares de los ciclos formativos de grado superior a sectores o territorios concretos. En realidad una adaptación curricular de un ciclo a un entorno concreto funciona en su “generación” como lo que llamaríamos un in company en formación continua.
Un ejemplo es la adaptación curricular del Ciclo de Administración y Finanzas de la Escuela del Trabajo de Barcelona al sector seguros con Zurich Seguros, en formato dual y con inserción laboral del 100%; o los itinerarios del Instituto la Pineda de Badalona con el Gremio de Instaladores – AMIFESA.
En términos generales, en el marco laboral y productivo, las competencias profesionales y su acreditación, aunque deben seguir evolucionando, están normativamente más avanzadas en el ámbito de la formación profesional que en el universitario.
El primer grado en formato dual en España podemos decir que nació impulsado desde un centro de formación profesional: es el de la Escuela de Ingeniería del IMH-Instituto Máquina Herramienta de Euskadi y está adscrito a la UPV, Universidad del País Vasco (reconocido por ANECA en 2012). La tendencia a ofrecer estudios que tengan una orientación más profesional favorece el desarrollo de la formación dual también en la universidad. En realidad, una estrategia de prospección, planificación y proyección conjunta de la universidad y formación profesional nos permitiría avanzar en muchos temas:
- Evitar solapamientos de contenidos y, sobre todo, de perfiles competenciales entre los títulos de técnico superior y de grado.
- Transferir la experiencia de la dualidad que tiene la FP a los grados y másteres que tienen una orientación más profesional. Dentro de las empresas y organizaciones en general, la FP dual ha demostrado que, en ciertos estudios, la universidad es demasiado teórica.
- Compartir las relaciones con empresas y organizaciones, los servicios de bolsas de trabajo y carrera profesional, de forma que se puedan cubrir más perfiles profesionales y, de forma más ágil, “llamando a menos puertas”.
- Impulsar la “hibridación” de títulos para romper la concepción de unos y otros estudios como compartimentos estancos, especialmente los que conducen a titulaciones superiores. La experiencia en la FP puede ser de ayuda. Ya existen ejemplos de que, en tres años, se consigue el doble grado de técnico superior. También ejemplos de combinación bachillerato y FP en las enseñanzas artísticas.
- Las profesiones también tienden a ser híbridas y la “hibridación” permite generar nuevas titulaciones con planes de estudios que añadan una formación complementaria, de forma que pueda sumarse a titulaciones más generalistas. En la FP ya existe, y debería poder trasladarse a la universidad si pensamos de una forma más transversal. La universidad y formación profesional podrían generar formación para nuevas profesiones trabajando, y planificando competencialmente, de forma conjunta: abogados/as que necesitan saber programación, médicos/as que necesitan trabajar con datos, arquitectos/as cursando módulos de edificación, etc.
- Promover un mayor acercamiento entre universidad y formación profesional de grado superior, intercambiando recursos materiales (instalaciones y entornos empresariales) y humanos. El profesorado de FP suele estar más relacionado con el mundo laboral y puede ser una magnífica oportunidad contar con este profesorado en formaciones más prácticas; igualmente, el profesorado universitario puede impartir la formación considerada más “académica”.
- Establecer planes de estudios específicos en determinados grados para alumnos procedentes de ciclos formativos de grado superior afines.
- Start-ups, consultoras… cada vez trabajan más por proyectos. El profesorado de FP está más habituado a trabajar en amplias comunidades de aprendizaje, estructuradas en proyectos. Poco a poco tiende a ser más flexible y multidisciplinar.
Si entendemos el sistema educativo como un sistema integrado con distintos subsistemas, y todo el conjunto de la educación/formación como un aprendizaje a lo largo y ancho de la vida; universidad y formación profesional deberían ser capaces de dotar conjuntamente al mercado laboral de perfiles más preparados y actualizados para hacer frente a la nueva economía y a la revolución digital.
El porcentaje de personas que acceden a la universidad en Cataluña a partir de los ciclos formativos de grado superior alcanzó un máximo del 17,50% en el año 2015, y mantiene una estabilidad alrededor del 15%. Porcentajes similares se dan en el caso de la matriculación. Si nos centramos en la distribución por universidades observamos que, en el año 2018, el 30% de la totalidad de estudiantes procedentes de dichos ciclos formativos se matricularon en la Universitat de Barcelona y que, junto a la Universitat Autònoma de Barcelona, concentran al 50% del alumnado de este perfil.
Respecto a la inserción laboral, considerando las familias profesionales con mayor número de graduados/as, podemos concluir que cuando en el sistema productivo la inserción laboral es alta, la decisión de trabajar prevalece sobre la continuidad formativa. Los altos porcentajes de empleabilidad de los ciclos formativos de grado superior contribuyen a que se vayan consolidando como una primera opción en el momento de tomar la decisión sobre qué estudiar.
La FP dual también se consolida como fuente de inserción laboral alcanzando el 65,12%; en el modelo “clásico” de FP esta cifra es del 55,10%.
Algunos Centros de FP de Cataluña son centros de referencia nacional y en sus aulas encontramos alumnado de toda España. Utilizan nuevas metodologías pedagógicas, como el trabajo por proyectos; fomentan la dualidad y adaptaciones curriculares, y están muy vinculados a las necesidades actuales del sistema productivo. Hay dobles titulaciones, que se realizan en tres años, y movilidad internacional, que permite al alumnado estudiar en otros centros.
En algunos sectores ya existen ejemplos de buenas prácticas que muestran una planificación más global. Entre otros, desde la Asociación BIB, Bioinformatics Barcelona, se impulsó primero el Grado en Bioinformática (Biología, Programación y Creatividad), conjunto de las universidades Pompeu Fabra, Politècnica de Catalunya, Barcelona y Autònoma de Barcelona. Después, a raíz de detectar la necesidad de hospitales y centros de investigación de conseguir a informáticos con conocimientos de biología, se colaboró en el diseño de ciclos en bioinformática. Estos CFGS son totalmente duales y adaptaciones curriculares de titulaciones ya existentes. Se imparten solo en dos centros: el IES Provençana de l’Hospitalet de Llobregat y las Escuelas Universitarias Gimbernat de Sant Cugat del Vallès. Su inserción laboral es del 100%.
En el ámbito de la salud se trabaja conjuntamente la informática y la electromedicina en el Instituto Bonanova. Allí se imparte el Doble Grado de Imagen por Diagnóstico y Medicina Nuclear, y de Radioterapia y Dosimetría. Este centro está integrado en el recinto del Parque de Salud del Mar, en total sinergia con hospitales y universidad.
Otro tema importante es que la FP no cierra las puertas al acceso a la universidad y que hay itinerarios que el alumnado realiza de forma muy “estable”. Por ejemplo, el 50% de los estudiantes de óptica del IES Joan Brossa de Barcelona se matricula después en la UPC; igual que una parte del alumnado universitario hace el camino al revés para encontrar una especialización más práctica.
También cabe destacar la creación del grupo mixto de trabajo FP-universidad, generado a partir del seminario “Una concepción global de la educación superior profesional y universitaria”, organizado por el Grupo Laude (asociación de exrectores y exrectoras catalanes para la promoción de la universidad y la investigación). En este grupo se trabaja conjuntamente en la creación de modelos híbridos adecuados a los ámbitos educacionales y académicos donde puedan ser más útiles, y a los perfiles competenciales multidisciplinarios que demanda el mundo laboral. En particular, a las necesidades sociales derivadas de los procesos de digitalización, robotización, informatización, centrándose en algunas experiencias piloto que cubren desde la parte más tecnológica hasta las humanidades.
Esta colaboración fue publicada en el Informe CYD 2018. Monografía, página 164. Puedes descargar el artículo completo en este enlace.