Fundación CYD | Objetivos del Desarrollo Sostenible: El papel de la universidad española

Papel de la universidad española ante los Objetivos del Desarrollo Sostenible

Objetivos del Desarrollo Sostenible: El papel de la universidad española

En las últimas décadas se ha visto que ni las respuestas a los retos sociales y ambientales globales, ni su implementación, son simples ni evidentes en el complejo marco de la globalización actual. Las problemáticas son multicausales y afectan a muy diversos actores: gobiernos, empresas, instituciones de enseñanza, sindicatos, sociedad civil. Todos estos actores tienen distintos modos de intervenir en el proceso, en función de su poder, conocimientos y capacidad de acción, y la universidad ha de asumir su papel en esta tarea de liderar la transición a una sociedad sintonizada con los Objetivos del Desarrollo Sostenible. 

Rafael Miñano, profesor titular de la UPM y miembro del Centro de Innovación en Tecnologías para el Desarrollo Humano de la UPM.
Javier Benayas, catedrático de Ecología de la UAM y miembro de la Red Española para el Desarrollo Sostenible.
Carlos Mataix, profesor titular de la UPM y director del Centro de Innovación en Tecnologías para el Desarrollo Humano de la UPM.

Desde diversos ámbitos, internos y externos, se reconoce la responsabilidad de las instituciones de educación superior (en adelante IES) para abordar estos retos, así como la necesidad de sus aportaciones como actores sociales desde su triple misión: formadora, investigadora y de transferencia de conocimiento a la sociedad. 

Distintos autores e instituciones han puesto de manifiesto que los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) –definidos en la Agenda 2030– son una oportunidad para reinventar y reforzar la tradición humanista de la universidad, enfatizando el valor y las capacidades del ser humano, optando por el razonamiento crítico y la promoción de la educación y la investigación como acción política (en el mejor sentido del término). Para ellos, la clave está en si las universidades priorizan y dan el espacio suficiente a los ODS en la orientación de sus acciones y políticas.

El compromiso de las universidades con el desarrollo sostenible ha de reflejarse también en su modo de operar internamente, demostrando la excelencia en prácticas de buen gobierno, las relaciones comunitarias y la gestión de la huella ambiental de la institución –eficiencia energética, movilidad, gestión de residuos, compra “verde”– convirtiéndose en centros de referencia y laboratorios de buenas prácticas en sostenibilidad. 

Con relación a su misión formativa, las instituciones de educación superior han de ser conscientes de que los estudiantes que se forman en ellas son los profesionales que van a liderar los cambios en el ámbito público y privado. La universidad tiene la responsabilidad de aportar futuros profesionales que sean capaces de hacer frente y resolver los problemas que plantea una sociedad compleja y cambiante, tanto a nivel local como global. Si no se consigue que incorporen en su profesión una visión que impulse un desarrollo más sostenible y equilibrado, se estará perdiendo la oportunidad de sentar unas bases sólidas para el futuro. Sin duda, a los educadores universitarios nos debe preocupar el mundo que vamos a dejar a las generaciones futuras, pero también es muy importante prestar atención sobre qué tipo de generaciones futuras vamos a dejar al mundo.

Existe el peligro de encontrarnos con la paradoja de necesitar analizar problemas cada vez más complejos mientras que, por otro lado, desde la academia se tiende a la hiperespecialización y a analizar espacios cada vez más restringidos de la realidad. Para evitarlo, las instituciones de educación superior deben aportar una formación que prepare a los profesionales del futuro no solamente en los conocimientos y habilidades de su ámbito, sino que amplíe su visión, aportando también conocimientos y capacidad de reflexión crítica sobre las necesidades sociales, políticas y ambientales del contexto en el que desarrollará su actividad futura. Además, también deberían promover valores y una conciencia ética que fortalezcan la responsabilidad y el compromiso de sus estudiantes para con la sociedad; su receptividad a las realidades locales, nacionales y mundiales, y habilidades para integrar principios y comportamientos éticos en las organizaciones e instituciones en las que desarrollarán su vida profesional.

Sin duda, las universidades pueden y deben jugar un papel fundamental en dinamizar los cambios hacia un futuro más sostenible y respetuoso con el planeta, más justo y solidario. En este sentido las universidades españolas han asumido, en los últimos años, la Agenda 2030 como una de sus banderas de acción y son múltiples las iniciativas que se están llevando a cabo en los campus universitarios españoles para implicar a toda la comunidad universitaria, desde los estudiantes y profesores hasta el personal de administración y servicios, para hacer una realidad la Agenda 2030. En esta contribución queremos presentar brevemente dos de las iniciativas recientes que se han llevado a cabo de la mano de la Red Española para el Desarrollo Sostenible. 

La Red Española para el Desarrollo Sostenible (REDS/SDSN-Spain) 

La Red de Soluciones para un Desarrollo Sostenible (Sustainable Development Solutions Network, SDSN por sus siglas en inglés), es una iniciativa global lanzada por el exsecretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, en 2012. Se fundamenta en la idea de que los centros de conocimiento (universidades y centros de investigación), en colaboración con la ONU y el mundo empresarial e institucional, pueden ser impulsores de un cambio basado en objetivos. 

A principios de 2015 se establece una sede de SDSN en España, con el nombre de Red Española para el Desarrollo Sostenible (REDS), para movilizar y sensibilizar en torno a la Agenda 2030 a la sociedad española, a las instituciones públicas y al sector privado para que conozcan de manera más rigurosa y comprometida los ODS de Naciones Unidas, así como favorecer su incorporación a futuras políticas, al ámbito empresarial y en el comportamiento de la sociedad en general. 

Desde sus orígenes, REDS ha contado con una amplia participación de universidades españolas en todas las iniciativas que desarrolla al considerarlas uno de los principales actores de cambio social. Las principales líneas de actuación de REDS en estos años han consistido en: 

  • Participar en el debate mundial sobre la Agenda 2030 y apoyar a los gobiernos en la implementación de los ODS y en su seguimiento a través de un sistema de indicadores.
  •  Ayudar a los gobiernos de todos los niveles −local, autonómico y estatal− en el diagnóstico de los retos de desarrollo sostenible. 
  • Visibilizar proyectos de desarrollo sostenible organizados por miembros de la red, en particular, iniciativas locales o regionales que puedan suponer importantes contribuciones al desarrollo sostenible.
  • Promover la educación para el desarrollo sostenible y ofrecer formación gratuita a través de la plataforma The SDG Academy. 

Actualmente, REDS cuenta con más de 60 miembros académicos y colabora con numerosas instituciones públicas y privadas para avanzar en la consecución de los ODS en España. 

Una de sus primeras iniciativas consistió en traducir y divulgar la guía “¿Cómo empezar a trabajar con los ODS en las universidades?” (SDSN, 2017), documento que fue elaborado por un grupo de universidades de Australia y el Pacífico que forman parte de la red de SDSN. Esta guía da pautas y sugerencias para que las instituciones de educación superior españolas puedan implementar los distintos objetivos de la agenda 2030 en sus ámbitos de docencia, investigación, política institucional y liderazgo social. Para ello se plantea cinco pasos o niveles de compromiso de las universidades.

  1.  Conocer e identificar lo que ya se está haciendo en las universidades. 
  2. Apropiarse de la Agenda 2030 desarrollando capacidades y liderazgo interno en los ODS.
  3. Identificar prioridades, oportunidades y debilidades.
  4. Integrar, implementar e incorporar a los ODS en las estrategias, políticas y planes de la universidad. 
  5. Monitorizar, evaluar y comunicar sus acciones con respecto a los ODS. 

Dentro de estas amplias líneas de acción se consideró como prioritarias trabajar en la incorporación de la sostenibilidad en el ámbito de la docencia universitaria y en la definición de indicadores y criterios para la evaluación de los avances en sostenibilidad de las universidades en relación con la incorporación de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible. Recientemente se han presentado dos de los resultados del trabajo llevado a cabo sobre estos temas en el último año. 

La incorporación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en la docencia universitaria

Una de las formas más importantes en que las universidades pueden ayudar a la sociedad a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible es aprovechar sus potencialidades de formación para capacitar a las personas que han de implementar estos objetivos. Con esto nos referimos a proporcionar a los estudiantes y profesionales los conocimientos, habilidades y actitudes para abordar los complejos desafíos de desarrollo sostenible, articulados por la Agenda 2030, a través de cualquier carrera o trayectoria vital que tomen. Es lo que se denomina “Educación para los ODS” (EODS), una tarea para la que las universidades ocupan una posición privilegiada y que otros sectores no podrían asumir fácilmente. 

La EODS no parte de cero, puede y debe apoyarse en la trayectoria de la “Educación Ambiental” (EA) y la “Educación para el Desarrollo Sostenible” (ESD) en donde existe un amplio trabajo sobre las competencias a desarrollar, las metodologías más adecuadas y propuestas curriculares. En el contexto de la universidad española existen directrices que apoyan y animan a implementar en la formación universitaria la EODS. El Real Decreto 1393/2007, de ordenación de las enseñanzas universitarias oficiales, indica que la formación en cualquier actividad profesional debe contribuir al conocimiento y desarrollo de los Derechos Humanos y la protección ambiental. Además, establece que entre las competencias básicas que han de desarrollar todas las titulaciones está la capacidad de manejarse en la complejidad y reflexionar sobre las responsabilidades sociales vinculadas a la aplicación de sus conocimientos.

Por otra parte, muchas titulaciones y universidades especifican competencias relacionadas con la sostenibilidad. Por ejemplo, la competencia de aplicar criterios éticos y de sostenibilidad en la toma de decisiones de la Universidad Politécnica de Cartagena, que se describe como la “capacidad para responder a los desafíos económicos, sociales y ambientales de la sociedad teniendo presente la dimensión moral en sus actuaciones profesionales de manera responsable y comprometida con las generaciones presentes y futuras”. 

Otra referencia importante son las “Directrices para la introducción de la Sostenibilidad en el Curriculum” (CADEPCRUE 2012). Además de aportar orientaciones y criterios, concreta los principios para aplicar dichos criterios en los estudios universitarios (ético, holístico, complejidad, transversalidad, globalización y responsabilidad social) y las competencias transversales que deberían desarrollarse en los mismos (contextualización crítica, utilización sostenible de recursos y prevención de impactos, trabajo comunitario y compromiso ético). 

Más recientemente, el Plan de Acción 2018-2020 para el cumplimiento de la Agenda 20301 del Gobierno de España incluye los compromisos acordados por las universidades españolas, algunos de los cuales identifican aspectos clave para la EODS. Es fundamental que la EODS no se reduzca a experiencias aisladas y voluntaristas, sino que debe ser incorporada de forma transversal en la “misión, las políticas y las actividades de las universidades”. Se han de incluir “competencias relacionadas con un desarrollo sostenible e inclusivo, necesarias para la construcción de una ciudadanía global, en la formación de estudiantes”.

Pero la EODS ha de ir más allá de la docencia formal, alcanzando a la totalidad de la comunidad universitaria −personal docente e investigador y personal de administración y servicios− y fortaleciendo “sus vínculos con otros agentes de la sociedad”, tanto para transferir el conocimiento que generan como para incorporar la experiencia de dichos agentes en su misión formativa. Además, se propone que los propios campus universitarios se conviertan en “laboratorios” para la puesta en marcha de proyectos innovadores para abordar los retos de la Agenda 2030 a escala controlada. 

Aunque aún se está lejos de conseguir una reorientación del currículo en relación con el desarrollo sostenible, pues se identifican muchas lagunas en los planes de estudios e incoherencias entre las competencias que especifican las guías docentes y lo que realmente se trabaja en el aula, consideramos que hay motivos para el optimismo. El recientemente publicado Dossier REDS, “Implementando la Agenda 2030 en la Universidad. Casos inspiradores de Educación para los ODS en las universidades españolas» recoge 45 casos de implementación de la EODS que implican a 30 universidades españolas, mostrando que es posible llevar a la práctica las directrices propuestas en el actual contexto universitario español. Además, se observa que el marco de los Objetivos del Desarrollo Sostenible está acelerando en las universidades la implementación de la educación para la sostenibilidad, tanto motivando nuevas iniciativas como potenciando y visibilizando acciones que ya se estaban llevando a cabo. 

En el ámbito de la docencia formal, es decir, en los grados y másteres oficiales que imparten las universidades, los Objetivos del Desarrollo Sostenible están siendo un instrumento útil para implementar acciones docentes que desarrollan las competencias de sostenibilidad que aparecen en las guías de dichas titulaciones. Hay muchas experiencias de asignaturas de muy diversas áreas de conocimiento (medicina, derecho, economía, ingenierías, etc.) que incorporan temas o actividades que permiten conectar dichas materias con objetivos específicos. Algunas universidades aportan los fundamentos del desarrollo sostenible y las propuestas de la Agenda 2030 en asignaturas que se ofertan para todo el alumnado de un grado (grados de ingeniería informática de la UPM) o de toda la universidad (como la Universidad Rey Juan Carlos). 

Las iniciativas más relevantes y transformadoras son las vinculadas con el aprendizaje basado en la acción, que conectan el trabajo académico con retos sociales y ambientales en contextos reales, muchas veces en el propio campus universitario (por ejemplo, el programa Campus BiziaLab de la Universidad del País Vasco o Inteligencia Colectiva para Descarbonizar el Campus de la UPM). Es destacable que muchas de ellas involucran a diversos actores sociales y trabajan en equipos interdisciplinares, como la experiencia de aprendizaje servicio en el grado de Ciencias Ambientales de la Universitat de Barcelona o el Laboratorio Fusion Point que involucra a centros de distintas disciplinas e instituciones: Telecomunicaciones de la Universitat Politècnica de Catalunya, Economía de ESADE y Diseño de IED. En ambos casos, se ha incorporado una orientación hacia los Objetivos del Desarrollo Sostenible a programas que venían desarrollándose con anterioridad. 

El Dossier REDS también presenta el proyecto de investigación EDINSOST, que involucra a diversas universidades y titulaciones para diseñar planes de estudios que incorporen las competencias de sostenibilidad y los Objetivos del Desarrollo Sostenible de forma coherente y equilibrada. Para ello es fundamental dotar de recursos y formación al profesorado. Una iniciativa innovadora es la creación en la Universitat de Girona de una red de innovación educativa interdisciplinar orientada a la EODS. 

El marco de los Objetivos del Desarrollo Sostenible implica el compromiso de todos los actores y grupos de interés, y por ello la implementación de estos en las universidades han de implicar a toda la comunidad universitaria y a otros agentes sociales. Muchas universidades españolas ya están trabajando en esa línea, y el Dossier REDS recoge muy diversas experiencias relacionadas con la formación no reglada, la sensibilización y la concienciación de toda la comunidad universitaria. Son destacables los casos que aprovechan las acciones de mejora del propio campus universitario para implicar, formar y sensibilizar (como las de las universidades de Córdoba, Málaga o la Autónoma de Madrid), y experiencias de alianzas con otras universidades y otros actores para desarrollar iniciativas abiertas de EODS (campaña “Monta tus Objetivos” de las universidades de la Comunidad Valenciana y el programa de movilidad “Hack the City” de la Universidad de Jaén). 

Como se ha comentado anteriormente, es fundamental que la implementación de la Agenda 2030 se integre en la estrategia de universidad, como ya se está haciendo en universidades como la Universidad del País Vasco o la Universidad de Cantabria, con sistemas de indicadores y reporte de sus acciones. Otras universidades centran sus acciones en áreas más específicas como el género, la salud, la inclusión o la gestión ambiental del campus. 

Por último, el Dossier REDS también muestra experiencias formativas sobre los ODS y sus oportunidades de transformación que se ofertan a amplios sectores sociales como profesionales, empresas, instituciones y/o ciudadanía en general, como los MOOC promovidos por el Centro de Innovación en Tecnologías para el Desarrollo (itdUPM) o el programa Prado promovido por la UNED, la Universidad Complutense de Madrid y la Universitat de València para formación del profesorado de secundaria. Es importante que las universidades generen espacios de encuentro con otros actores, como puede ser el propio itdUPM, o aprovechar los huertos, como hace la Universidad de Salamanca, para trabajar junto con instituciones educativas de otros niveles, administración pública, fundaciones y asociaciones locales. 

La evaluación de los compromisos con los ODS de las universidades

Las universidades, tanto las españolas como las del resto de mundo, mantienen una estrecha relación con los procesos evaluativos y de seguimiento de sus actividades y en el ámbito específico de la sostenibilidad son varias las iniciativas que intentan poner de manifiesto los avances que están teniendo en sus campus en esta materia. 

Desde el año 2010, la Universidad de Indonesia viene publicando anualmente el ranking “Greenmetric” que evalúa, a través de una serie de indicadores, el grado de implicación con la sostenibilidad de universidades de todo el mundo. Los criterios están agrupados en seis categorías que se refieren al diseño del campus y sus infraestructuras, al consumo de energía y su huella de carbono, la gestión de los residuos, el uso del agua, los modos de transporte y la incorporación de la sostenibilidad tanto en la docencia como en la investigación. En la pasada edición de 2019 participaron 780 universidades de todos los continentes, 27 de las cuales eran españolas. De estas, 8 se situaban entre las 100 mejores, lideradas por la Universitat Autònoma de Barcelona y la de Alcalá de Henares en las posiciones 16 y 19 de dicho ranking. 

Más recientemente, en el año 2020 se publicó la segunda edición del Times Higher Education (THE) Impact Ranking, que pretende evaluar a las universidades a nivel global en función de su grado de compromiso con los 17 ODS. En esta edición se incluyen las valoraciones de 32 universidades españolas del conjunto de 767 universidades participantes. Cuatro de ellas se han situado entre las 10 con mejores puntuaciones globales (concretamente las universidades de Málaga, Jaén, Pompeu Fabra y Barcelona) mientras que 14 se sitúan entre las 200 mejores del ranking. Sin duda, esta propuesta de criterios se acerca a valorar de forma más global la sostenibilidad en sus tres dimensiones social, ambiental y económica. 

Aun considerando estos avances, ambos rankings reciben críticas relevantes tanto en relación con la parcialidad o limitación de los indicadores que aplican como con la metodología empleada para obtener y recopilar los datos. Llama la atención que apenas existe coincidencia entre los resultados obtenidos por ambas estrategias al evaluar el compromiso con la sostenibilidad de las universidades españolas. 

Otra propuesta de ámbito más nacional es la llevada a cabo por la Comisión de Sostenibilidad de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE), que publica un informe anual en el que se evalúan 11 ámbitos de la sostenibilidad ambiental en aquellas universidades españolas que desean participar de forma voluntaria. Concretamente, se aplican indicadores cualitativos para valorar las políticas de sostenibilidad de la institución, el grado de sensibilización de la comunidad universitaria, la incorporación de criterios de sostenibilidad en la docencia y en la investigación, o el grado de incorporación de criterios ambientales en el diseño urbanístico y las zonas verdes, la gestión del agua y la energía, la movilidad y el transporte, la gestión de los residuos o la aplicación de criterios de sostenibilidad en los contratos a proveedores o la evaluación del impacto ambiental y la contribución al cambio climático a través de la huella de carbono de cada universidad. Los resultados de estos informes muestran los avances significativos que han experimentado las universidades españolas en estos ámbitos, pero no se publican datos específicos para cada universidad y solo se ofrecen datos globales del conjunto de universidades. El objetivo de esta metodología de análisis es contribuir a la autoevaluación de cada institución, evitando publicar rankings que ordenan a las universidades en función del nivel de cumplimiento de los criterios aplicados. 

Este mismo sentido de mejora tiene la guía recientemente publicada por la Red Española para el Desarrollo Sostenible, que pretende ofrecer pautas y criterios para ayudar a las universidades a evaluar e identificar sus avances en la incorporación de los ODS en sus cuatro dimensiones de política institucional, liderazgo social, docencia e investigación. La guía aporta tres indicadores sintéticos para cada uno de los 17 ODS. Aunque se han fusionado el 1 con el 10, el 2 con el 3 y el 14 con el 15, para una mejor aplicación al ámbito universitario. El siguiente paso de esta iniciativa será aplicar dichos indicadores a aquellas universidades que se quieran someter de forma voluntaria para elaborar informes de seguimiento del grado de cumplimiento de los criterios. Hay universidades como la del País Vasco que ya han sacado documentos en los que llevan a cabo un análisis similar de su grado de implicación con la Agenda 2030.

El principal objetivo de estas propuestas de análisis basado en la autoevaluación es que cada universidad elabore su propia hoja de ruta para adoptar los principios y planteamientos de la Agenda 2030 y los 17 Objetivos del Desarrollo Sostenible. Para ello, pueden tomarse como referencia los logros y buenas prácticas aplicadas por otras universidades que se ha demostrado alcanzan buenos resultados. En esta ocasión, está permitido y es bueno copiar las acciones y proyectos que otras universidades están llevando a cabo con éxito. Frente a la estrategia de la competencia que marcan los rankings universitarios, optar por formas de colaboración puede permitir a las universidades avanzar más rápido y ser más eficaces. Nuestro objetivo no debe ser contar con algunas universidades españolas excelentes en sostenibilidad, sino lograr que todas ellas consigan alcanzar las metas fijadas por los 17 ODS para el año 2030. Como se ha descrito en este texto, se aprecian logros significativos en estos años y sin duda se está avanzando por el buen camino para que la universidad se convierta en el faro de referencia para la sociedad española a la hora de aplicar políticas de sostenibilidad. 

Esta colaboración fue publicada en el Informe CYD 2019. Capítulo 1, páginas 89-92. Puedes descargar el artículo completo en este enlace.

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