15 días antes de fallecer, la exministra de Cultura, Carmen Alborch, propuso que el feminismo sea declarado “Patrimonio Inmaterial de la Humanidad” mientras alzaba la Alta Distinción de la Generalitat de València. Dos días después de su muerte, el 26 de octubre de 2018, la plataforma change.org recibió más de 6.000 firmas con la petición de que la Unesco pusiese en valor el feminismo; movimiento cuyo objetivo no es otro más que la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Con ese lema subyacente basado en la equidad de género, algunas rectoras de universidades públicas españolas se reunieron el pasado 20 de noviembre para debatir sobre el liderazgo de la mujer en la universidad.
Los tópicos que fueron abordados en el Debate CYD no fueron pocos. Conciliación familiar. Corresponsabilidad. Puestos universitarios femeninos. Estereotipos y «mochilas culturales». Desigualdad académica. Invisibilidad de la labor femenina. Gobierno de la universidad poco representativo. Discriminación positiva. Masculinización y feminización de la educación. Mediatización de los roles y machismo entre los jóvenes.
Un listado de temas en los que, pese a tener trayectorias y experiencias diferentes, coincidieron las seis rectoras de universidades públicas españolas que fueron ponentes de este debate: Rosa Aguilar (Universidad de La Laguna), Eva Alcón (Universitat Jaume I), Pilar Aranda (Universidad de Granada), María José Figueres (Universitat Rovira i Virgili), María Vicenta Mestre (Universitat de València) y María Antonia Peña (Universidad de Huelva).
Sònia Martínez Vivas, Directora Gerente de Fundación CYD, dio las palabras de bienvenida a los asistentes de este encuentro celebrado en el Auditorio de Havas Village (Madrid). Además de agradecer y reconocer la importancia de este debate tan necesario para toda la sociedad, abogó por el mismo feminismo que defiende Ana Botín, Presidenta de Fundación CYD: aquel que, de forma solidaria con otras mujeres, tiene el poder de cambiar las cosas.
Las palabras inaugurales fueron pronunciadas por Soledad Murillo, Secretaria de Estado de Igualdad, quien reconoció que la universidad tiene prejuicios, que aún no se ha actualizado y que le falta rigor así como profesionalidad para promover la igualdad de género.
Soledad Murillo, Secretaria de Estado de Igualdad.“La universidad ha estado colonizada por el poder masculino en términos de reconocimiento de qué es el saber y cuáles son sus fronteras. Más que añadir perspectiva, hay que ser profesional. Las mujeres no somos un colectivo sino una mayoría poblacional. Cuidado con los verbos, con las palabras inclusión y promoción, porque a las mayorías no se las incluye y menos desde las minorías. Ser rectora hoy es un auténtico reto y hay que agradecer que la universidad tenga figuras femeninas”.
Escasa representatividad de las mujeres en la universidad
Las mujeres son mayoría en la universidad pública española. Son más alumnas y más profesoras, tienen mejor rendimiento e idoneidad, consiguen cierta paridad en puestos de responsabilidad intermedios pero su desigualdad se hace evidente cuando se las compara con los hombres en los cargos catedráticos, donde las mujeres suponen cifras del 22,5% (unificando universidades públicas y privadas).
Las rectoras de universidades públicas españolas coincidieron ante la primera pregunta de Mercedes Wullich, periodista, directora de Mujeres&CIA y moderadora de este debate: el camino para desempeñarse en cargos de responsabilidad universitaria es más largo y costoso para las mujeres porque su labor está invisibilizada o se las mide con una vara que todo lo cuestiona o subestima.
La rectora de la Universidad de La Laguna, Rosa Aguilar, catedrática de Ingeniería de Sistemas y Automática, sostuvo que uno de los mayores problemas son los estereotipos y que a la mujer le cuestionan científicamente todo, incluso teniendo la totalidad de los sexenios posibles.
Rosa Aguilar, rectora ULL.“Vengo de una titulación con no más de 12-15% de mujeres estudiantes. Estuve en clase siendo la única chica y mi sensación era como si fuese invisible. Ni siquiera me hacían pasar a la pizarra porque no me querían poner en una situación de compromiso y que no supiera responder. Producto de mi área de conocimiento, he vivido en un entorno de hombres, hecho por y para hombres. Los hombres no creen que seamos competitivas, ni firmes. La mujer necesita decir que nosotras también sabemos, porque objetivamente lo hemos demostrado”.
La rectora de la Universitat Jaume I de Castellón y catedrática de Filología Inglesa, Eva Alcón, defendió el aumento de rectoras (del 2 al 21% desde 2015), pero considerándolo “un avance lento e insuficiente” ya que el número de mujeres debe elevarse en todos los órganos donde se toman las decisiones para así generar una nueva cultura de gobierno en las universidades.
Eva Alcón, rectora UJI.“Ese 21% de rectoras no es porque no sepamos hacer bien las cosas sino porque nuestro camino es más difícil y costoso; todos somos conscientes de que existe esa desigualdad. La universidad no vive de espaldas a la sociedad sino que que esa desigualdad que existe fuera también la vivimos dentro. Existen diversos factores que contribuyen a ello: estereotipos y mochilas culturales que llevamos las mujeres y que son difíciles de romper. Terminar con la conciliación es difícil porque tenemos que combinar nuestra proyección profesional con la vida privada. Eso es una injusticia, por eso yo ya no quiero hablar de conciliación sino de corresponsabilidad”.
Cuando Pilar Aranda, catedrática en Filosofía, fue elegida rectora de la Universidad de Granada hace 4 años, no había en España ninguna otra mujer al frente de una universidad. En 2016, tras recorrer casi dos años de un solitario camino femenino, recibió el Premio Meridiana de la Junta de Andalucía por ser la primera mujer rectora de la Universidad de Granada después de 5 siglos.
Pilar Aranda, rectora UGR.“Para ser rectora hay que presentarse a elecciones pero no nos solemos presentar. Para hacerlo, te tienen que conocer los 70.000 votantes y tu trabajo tiene que ser visible. El problema es que el trabajo de las mujeres no ha sido visible. Tenemos que esforzarnos para terminar con la invisibilidad pese a toda discriminación. Además, muchas mujeres no se presentan porque tienen el prurito de pensar que las valorarán como ambiciosas; cuando en verdad, la ambición no es mala porque busca cambiar la realidad pero es valorada como positiva en el hombre y como negativa en la mujer.”
Creer que se puede y no tener sentimiento de culpa ante los roles familiares o domésticos
Así lo resumía María Vicenta Mestre, primera mujer rectora de la Universitat de València en 520 años de historia, quien sostuvo ante los asistentes del debate “El liderazgo de la mujer en la universidad” que siempre ha tomado sus propias decisiones en su carrera académica, investigadora y de gestión.
María Vicenta Mestre, rectora UV.“No he tenido sentimientos de culpa porque he contado con mi marido y hemos corresponsabilizado esa tarea, aunque sí digo que la mujer suele estar sola, afrontar esos retos y optar por la crianza. A las mujeres se nos mide con otra vara de medir y de eso hay que ser conscientes. Durante mi campaña tuve que escuchar “no creas que te lo vamos a regalar por ser mujer”. Mi respuesta era: “lo único que pido es que por ser mujer, no se me penalice”.
Por su parte, María José Figueras, rectora de la Universitat Rovira i Virgili, y licenciada y doctora en Biología, compartió con el público presente cómo fue que decidió postularse al rectorado, reconociendo que fueron los hombres quienes se lo pidieron porque necesitaban un cambio.
María José Figueras, rectora URV.“Primero pensé que se habían vuelto locos pero luego hice un balance de mis proyectos y supe que al final de mi carrera profesional ya había demostrado lo que podía lograr. Ese es el mejor momento para nosotras: ya no somos las mujeres agresivas que debemos ser cuando competimos con tantos hombres, estamos más serenas para ver las cosas. No me he sentido nunca «bicho raro» pero sí he defendido siempre mi territorio. Las mujeres tenemos que creer que podemos.”
María Antonia Peña, primera mujer rectora de la Universidad de Huelva desde junio de 2017, sostuvo que el problema es “tremendamente estructural”, que emerge de la sociedad con profundas raíces culturales y que se manifiesta en la universidad de la misma forma pero con agravios aún mayores. Según añadió, el sistema universitario tiene una pirámide de base muy ancha con muchas mujeres estudiantes y de personal, pero que en las funciones directivas se va estrechando de manera significativa al no ser tan fácil compatibilizar la dedicación que requiere una carrera de investigación con los roles domésticos.
María Antonia Peña, rectora UHU.“Los problemas son acuciantes con porcentajes muy bajos para la mujer; algo que tiene mucho que ver con los roles que se nos atribuyen. Jugamos en ligas diferentes: nuestro avance en la carrera investigadora es más difícil y menos reconocido. El camino femenino se ralentiza y tiene un efecto cascada en todo lo demás. Hay muchos inconvenientes en la carrera de la mujer que muchas veces se nutre de los espacios personales. Son los hombres los que tienen que empezar a criar niños y no dejarlo solo a las mujeres porque es una experiencia vital, rica y saludable”.
Discriminación positiva y varones cómplices: los dos frentes de su apuesta
La actitud de los hombres respecto a los roles y obligaciones que asumen las mujeres también fue foco del debate. Las seis rectoras de universidades públicas españolas coincidieron que se necesita más complicidad del género masculino con esta problemática que es de la sociedad toda. Sin embargo, Eva Alcón sostuvo que no es una cuota de igualdad lo que pretenden que pongan sobre ellas sino respeto: “No somos personas que necesitan inclusión sino que tenemos derechos porque somos el 50% de la población”.
Ya activa en su segundo mandato como rectora de la UGR, Pilar Aranda denunció que “hay un retroceso importantísimo y que las alarmas tienen que estar encendidas”. Según afirmó, en la sociedad hace falta liderazgo femenino y dado que no se cumple con la igualdad de género, hay que hacer discriminación positiva para animar a las mujeres a avanzar.
Como medidas para contrarrestar este desfase de género, María Vicenta Mestre también destacó a la discriminación positiva para empoderar y poner en valor las habilidades o capacidades de las mujeres. Además, insistió en el peso de la educación y en la importancia de inculcar la igualdad, inclusión y respeto desde el seno familiar: “Dentro de casa debe haber corresponsabilidad y trato igualitario. Sin ello es difícil construir una sociedad de jóvenes que se lo crean. Solo así podemos enfrentar el fenómeno cada vez más frecuente y preocupante que es el sexismo benevolente que incluso las chicas aceptan, confundiéndolo con paternalismo y condescendencia”.
María José Figueras y Pilar Aranda también reconocieron haber aplicado la discriminación positiva durante sus mandatos en las universidades (URV y URG respectivamente), valorando dicha medida como una valoración compensatoria ante los bajos porcentajes de cargos femeninos.
Por su parte, las rectoras de ULL y de UHU pusieron en evidencia los serios problemas de masculinización y feminización en las carreras , y lo hicieron desde su propia experiencia. María Antonia Peña admitió que aquello a lo que se dedican las mujeres (Humanidades, Salud, Educación y Trabajo Social) es desprestigiado por la propia universidad porque se lo considera una “investigación de segundo nivel”.
“En mi campaña electoral decían: «No la votéis porque es mujer y de Humanidades, va a hundir la investigación». Para ellos, mujer y humanidades era sinónimo de anti-investigación. Si eres ambiciosa está muy mal y si tienes carácter eres una bruja, mientras que si tomas decisiones consensuadas no tienen capacidad decisoria o independencia, cuando en verdad es un estilo de gobernar”.María Antonia Peña, rectora UHU.
Eva Alcón se solidarizó con la rectora de UHU haciendo un matiz diferencial: “No somos rectoras por ser mujeres; somos rectoras pese a ser mujeres”. Además, la rectora de UJI también reconoció que en su caso “nunca creyeron en mí, ni siquiera cuando estaba estudiando. Entonces, si no creen en ti, tampoco crees en ti. Yo me resistí porque sino no hubiese sido capaz de llegar allí”.
Hacia un liderazgo transformador de las rectoras de universidades públicas españolas
Por último, el debate dio margen para que diversas mujeres relevantes a nivel académico y empresarial pudieran intercambiar vivencias, valoraciones y opiniones con las rectoras de universidades públicas españolas. El hecho de que aún persistan los estereotipos de género es, según María José Figueres, un síntoma de que faltan modelos femeninos en una sociedad donde los roles vienen mediatizados por la publicidad y las series televisivas.
En concordancia, María Antonia Peña consideró que es un mal indicio pedirle cosas a la mujer que nunca se le han pedido a un hombre. “Nadie le pregunta a un científico si ha renunciado a su familia para ser científico. No podemos pedirle a la mujer que para subir en el escalafón jerárquico tenga que renunciar a cosas que quiere sino que hay que conseguir ámbitos domésticos de corresponsabilidad en los que la mujer pueda formar una familia y desarrollarse profesionalmente”, concluyó.
La mirada de Eva Alcón fue crítica respecto a la falta de referentes que tienen las mujeres, quienes al ocupar cargos de alta responsabilidad no tienen otra alternativa más que imitar los roles masculinos. Sin embargo, añadió una cuota de esperanza al sostener que las mujeres tienen la oportunidad de crear un liderazgo diferente en la universidad:“Ser ambiciosas no es algo malo ni está reñido con la empatía, con la negociación o con la capacidad de generar acuerdos. Creo que debemos crear un liderazgo transformador y ser capaces de romper con los estereotipos; solo así podremos avanzar como sociedad”.
Para las rectoras, la solución no es que sean más mujeres quienes lleguen a la cima sino que debe haber más representantes en el estudiantado, más directoras de departamento, más decanas y vicerrectoras. Si bien han reconocido que Ley de Paridad del 2007 ha dado sus frutos, “aún queda mucho para hacer” y se necesita un cambio en el gobierno de las universidades: “Para visibilizar el trabajo de las mujeres hay que lograr que la universidad sea más igualitaria y representativa. Ese es nuestro horizonte”.
Como cierre, María Vicenta Mestre recordó a Carmen Alborch para hacerse eco de su pedido respecto al feminismo en tanto patrimonio de la humanidad. “Vinculado a la solidaridad entre las mujeres, ella fue una de las que más me apoyó en campaña. Me decía: «No tengas miedo Mavi, irán contra ti incluso grupos de mujeres». Aún me emociona hablar de ella por la energía y las ideas tan claras que tenía”.
Sin duda, un debate que sirvió para evidenciar el estado de la situación actual en materia de género, ahondando en profundidad en los avances y retos aún pendientes que tiene la universidad española en cuanto a igualdad y equidad. Desde Fundación CYD, agradecemos a todos los que han hecho posible que así sea.