El pasado 17 de diciembre realizamos la presentación del Informe CYD 2019 sobre la contribución de las universidades españolas al desarrollo. A diferencia de los años anteriores, y a causa de la crisis sanitaria provocada por la Covid-19, es la primera vez que realizamos este acto en formato online. Por tanto, esta última entrega se publica en el contexto de la crisis del coronavirus, evidenciando el inherente impacto de la pandemia en el sistema universitario mundial y, en concreto, en la universidad española.
La jornada comenzó con un encuentro junto a los principales medios de comunicación en el que Sònia Martínez Vivas (Directora Gerente de Fundación CYD) y Martí Parellada (Coordinador General del Informe CYD) expusieron los principales ejes, avances y desafíos que asume la universidad española.
Según reconoció nuestra Directora, la pandemia ha afectado a las universidades que supieron responder con agilidad ante la crisis, transformando sus modelos de docencia presencial en híbridos y online. “Este esfuerzo tiene un gran valor, más sabiendo que los datos de los que partíamos antes de la pandemia reflejaban una presencia muy baja de este formato online en nuestras universidades. Reconocer la capacidad y la calidad del personal universitario que ha sabido liderar esta transformación y también su compromiso ya que volcaron sus capacidades al servicio de la lucha contra la pandemia”, sostuvo Sònia Martínez Vivas.
En concordancia, Martí Parellada ratificó que las universidades hicieron un esfuerzo considerable para adaptarse a una situación totalmente impredecible que no formaba parte de la trayectoria histórica de su modalidad de enseñanza: “Poner en valor el esfuerzo que ha hecho la universidad por adaptarse a la docencia online de más de un millón y medio de alumnos. No ha sido una tarea fácil y la universidad ha hecho tareas extraordinarias para mantener la calidad de la enseñanza. Creemos que es bueno retener lo que ha hecho en esta etapa porque es un claro ejemplo sobre la capacidad extraordinaria que tiene la universidad para contribuir a la sostenibilidad y al desarrollo de la sociedad en la que está inmersa”.
Acto seguido, el Coordinador General del Informe CYD 2019 detalló los puntos más destacados sobre los desafíos actuales que asume el sistema universitario español, y que se suman a los retos aún vigentes desde ediciones anteriores: la convivencia entre universidades públicas y privadas, la sobrecualificación y sobretitulación de los graduados, la transferencia en la investigación universitaria, la financiación universitaria, la internacionalización en la actividad universitaria, la responsabilidad social y las políticas de igualdad universitarias.
La presentación del Informe CYD 2019 subrayó la empleabilidad como prioridad
La sesión de clausura contó con las intervenciones de Javier Monzón (Presidente del Comité Ejecutivo de Fundación CYD), José Carlos Gómez Villamandos (Presidente de CRUE Universidades Españolas) y Antonio Abril (Presidente de la Conferencia de Consejos Sociales), además de las palabras de cierre de nuestra Presidenta, Ana Botín.
En primera instancia, Javier Monzón detalló los encuentros y reuniones que en Fundación CYD hemos mantenido con el Ministro de Universidades, Manuel Castells, identificando espacios de diálogo y de colaboración conjunta. Además, agradeció a la audiencia por acompañarnos en la presentación del Informe CYD 2019 en una edición virtual que contó con el registro de más de 350 inscritos.
Al tomar la palabra el Presidente de CRUE, también reconoció el enorme esfuerzo realizado por las universidades para salvar el curso 2019-2020 y lograr que el actual se desarrolle con las máximas garantías.
“Cuando la declaración del estado de alarma nos obligó a cerrar los campus, las universidades hicimos algo que debe ser valorado en su justa dimensión. En menos de 24 horas, realizamos un trasvase total de un sistema presencial a otro que no debemos denominar online, sino de docencia en remoto de emergencia. Y no solo conseguimos mantener esa enseñanza de emergencia, sino que lo hicimos garantizando los estándares de calidad, como han comprobado después las agencias de evaluación de la calidad. Las universidades no hicimos un cambio voluntario, sino que evitamos el colapso del curso 2019-2020 y su millón y medio de estudiantes gracias a una adaptación de emergencia nunca vista”.
Gómez Villamandos enfatizó en el hecho de que la universidad demostró ser, una vez más, un referente a la hora de albergar y formar a profesionales con gran capacidad de adaptación ante escenarios inciertos como el actual y que, solo por adquirir esa competencia, «ya merece la pena formarse en los campus españoles». Sin embargo, también aprovechó para rebatir el argumento relacionado con la sobrecualificación de los egresados ya que, según su valoración, “el mercado laboral español no absorbe, al menos con rapidez, el nivel de cualificación de los egresados universitarios porque nuestro tejido empresarial es el que es, con una inversión en I+D que es la cuarta parte de la de Alemania, un país a la cabeza de la innovación empresarial, que es la que genera empleos de calidad”.
En sintonía, señaló que la presentación del Informe CYD 2019 supone una oportunidad para recordar muchas de las advertencias que los rectores de las universidades españolas llevan años adelantando y para «aportar datos frente a algunos de esos erróneos mantras que se recitan periódicamente en contra la universidad española. Asimismo, y en relación al acercamiento de la universidad y la empresa, ha aclarado que las universidades «no son reacias, sino todo lo contrario”.
“Llevamos años avisando de la imposibilidad de mejorar la transferencia de conocimiento cuando la financiación pública ha caído en más de un 21% en la última década, mientras los países de nuestro entorno la incrementaban. Se dice que las universidades somos autónomas, pero la realidad es que nuestro margen de maniobra es realmente insuficiente. Se nos escatiman los recursos y se nos exige que seamos el motor de desarrollo del país. Pero esa ecuación no funciona. Dennos los recursos necesarios, con una financiación suficiente, estable y plurianual, y exíjannos después resultados.
El Presidente de CRUE también advirtió la falta de un marco legislativo adecuado para competir en Europa. En concreto, insistió en que las universidades quieren captar y retener talento, pero que no cuentan con la flexibilidad contractual ni los recursos para hacerlo: «Si no podemos ofrecer condiciones laborales estables, con posibilidades de promoción y económicamente atractivas, es muy difícil que docentes o investigadores de otros países vengan a nuestras universidades».
Por último, ha aseverado que la sociedad que queremos dentro de diez años «solo podrá construirse con la universidad de hoy» y que, para cumplir con su misión de lograr un mayor progreso social para la ciudadanía, las instituciones universitarias necesitan herramientas.
Por su parte, el presidente de la Conferencia de Consejos Sociales, Antonio Abril, puso énfasis en la necesidad de «hacer algo frente a la limitada colaboración público-privada», reclamando a la sociedad y a las empresas que asuman su responsabilidad y se comprometan con la excelencia universitaria.
«No sin razón se le ha echado la culpa de esta situación a una autogestión universitaria que viene del siglo pasado y que ha encerrado a la Academia en sí misma, creando una excesiva distancia con una sociedad que, sin embargo, la financia mayoritariamente con sus impuestos y a la que presta, en beneficio de todos, el servicio público de educación superior. Ya va siendo hora de que la sociedad y, en concreto sus empresas, asumamos nuestra responsabilidad, pasemos a la acción y nos comprometamos más con la excelencia universitaria, si no como parte necesaria de los diferentes modelos de negocio, sí al menos como muestra de ese compromiso social añadido que toda empresa debe tener».
Además, el Presidente de la CCS sentenció que “no podemos esperar más” y que hay que romper la brecha entre oferta de titulaciones y demanda laboral y facilitar la transición de la educación al empleo. “Si hacemos lo que hay que hacer, y ojalá que sea con un pacto de Estado que garantice estabilidad y permanencia, en el año 2021 deberíamos acometer reformas estructurales profundas que permitan a nuestra universidad estar mejor financiada y hacer frente a los retos que plantea este mundo global, competitivo, tecnológico, necesariamente sostenible y extraordinariamente cambiante que nos ha tocado vivir”, sostuvo Abril.
En el discurso final, la Presidenta de Fundación CYD reconoció que al igual que otros países europeos, también en España los profesionales universitarios han puesto sus capacidades a disposición de la lucha contra esta pandemia, con actividades divulgativas, participando en comités científicos y asesores, en programas de investigación e incluso en la producción de equipamiento sanitario sofisticado. “A pesar de las dolorosas circunstancias, hemos visto muchos ejemplos de buenas prácticas para poner en valor y potenciar la contribución de las universidades al desarrollo económico y social”, afirmó Ana Botín.
Sin embargo, su declaración fue rotunda respecto a la empleabilidad de los graduados españoles y las cifras de sobrecualificación existentes: “No podemos fallar en el sistema universitario que dejamos a los jóvenes porque lo necesitan tanto o más que nosotros y lo necesitan en toda su capacidad y potencial. Para ello, el sistema requiere unos fondos necesarios y un marco normativo más ágil y dinámico para que sea competitivo a nivel internacional”, sentenció Botín.
«Tenemos un número creciente de jóvenes que se sienten mejor cualificados que las oportunidades que les ofrece el mercado de trabajo. Además, las capacidades y habilidades que adquieren se revelan muchas veces insuficientes al tomar contacto con la realidad y tienen que adaptarlas a un mundo de cambio acelerado. Las universidades tienen mucho que aportar para mejorar estos aspectos, con una revisión dinámica de sus contenidos y programas educativos. Además, es necesario explorar cómo ampliar su presencia en la educación continua y el aprendizaje a lo largo de la vida profesional».
Para finalizar, Ana Botín enfatizó en «la educación como la mejor inversión y el mejor ascensor social” y que, si bien la incertidumbre seguirá dominando el mundo, “la educación y el conocimiento marcarán la diferencia para nuestras generaciones jóvenes actuales y futuras. La justificación última de lo que hacemos en nuestras vidas es lo que dejamos a los que nos siguen; cuánto y cómo contribuimos a que puedan seguir progresando y mejorando lo que nosotros hemos tenido”.
Por último, y si quieres revivir todo lo que sucedió en la presentación del Informe CYD 2019, compartimos la retransmisión en streaming del acto online.