Los años de la recesión han llevado a la universidad pública española a una situación complicada. En general, se ha tendido a culpar de todos sus males a los recortes en la financiación y al aumento de la burocratización derivada de la política de estabilización fiscal (Cruz-Castro y Sanz-Menéndez 2016). Además, la visión que se transmite en los medios de comunicación señala a los gobiernos como responsables o “culpables” de la situación de la universidad (Sanz-Menéndez y Cruz-Castro 2017). Sin embargo, gran parte de los problemas relevantes de la universidad española existían antes de la crisis y, sin duda, algunos siguen existiendo como es el debate entre la meritocracia y la endogamia académica. Los diagnósticos generales y algunas propuestas concretas están disponibles y no es necesario insistir (por ejemplo, Comisión de Expertos (2013) o Peña (2017)); lo que parece faltar es capacidad e iniciativa política por parte de actores implicados.
Laura Cruz-Castro, Manuel Pereira y Luis Sanz Menéndez
Instituto de Políticas y Bienes Públicos del CSIC
Juzgar y caracterizar la situación de la universidad, de las universidades en su conjunto, es un ejercicio complejo, porque existen indicios contradictorios sobre el funcionamiento del sistema; por una parte asistimos a escándalos y corruptelas derivados de la falta de control externo y de rendición de cuentas y, a la vez, del limitado control interno en las universidades y quizás, también, del silencio cómplice de algunos de los que están, o estamos, dentro del sistema. Por otra parte, algunas universidades presentan logros importantes en investigación y en formación, a pesar de los limitados medios de los que disponen (en términos de presupuestos públicos).
Es cierto que los rankings internacionales agregados no suelen situar a las universidades españolas, en su conjunto, en posiciones destacadas; sin embargo, cuando esos rankings se aplican a campos determinados es frecuente ver que algunas universidades sí están en una buena posición. La situación de las universidades públicas españolas, con relación a su calidad, se caracteriza por su extrema heterogeneidad interna. Salvo en unas pocas, se combinan departamentos e institutos de gran visibilidad científica o tecnológica, con unidades y departamentos mediocres, con frecuencia más preocupados por proteger su situación que por cumplir adecuadamente su función social.
En los medios de comunicación, las opiniones sobre la situación de la universidad de los propios académicos aparecen como “consensuadas”; existe además un cierto miedo a criticar a la universidad desde fuera de ella, porque habitualmente ésta se rebela y se defiende (o los que están de acuerdo con las críticas guardan silencio y limitan así la autocrítica).
La explicación de las dificultades a la hora de afrontar los problemas y las reformas necesarias en la universidad no puede estar solamente en la supuesta “falta de voluntad política” de los gobiernos, sino que seguramente se encuentra también en la ausencia de un modelo consensuado entre los actores implicados, especialmente entre los propios académicos sobre cómo debe ser la universidad de mañana. Si se quieren anticipar las posibilidades de éxito de las reformas, es preciso analizar rigurosamente las opiniones y las preferencias de los académicos y profesores universitarios españoles sobre aspectos relevantes de la vida universitaria, su organización y funcionamiento.
Así pues, creemos que analizar cómo percibe la propia comunidad académica el estado de la universidad española es relevante para diseñar las posibles estrategias de cambio. En el Informe CYD 2015 (Sanz-Menéndez et al., 2016) describíamos empíricamente la ausencia de consenso en cuanto al sistema de acceso y promoción que prefieren los profesores universitarios.
La opinión está completamente dividida y menos de la mitad de los profesores prefieren el mantenimiento del actual sistema de acceso, en dos pasos, basado en la acreditación. Es posible que esta división de opiniones tenga que ver bastante con el estancamiento de la situación en la universidad española en lo que se refiere a la disponibilidad de plazas de promoción.
Es en este contexto caracterizado por una comunidad dividida, al menos en asuntos fundamentales como por ejemplo en las preferencias sobre los sistemas de acceso y promoción, donde nos interesa profundizar en cómo caracterizan y ven los académicos a la propia universidad, y especialmente cómo caracterizan el proceso de acceso y promoción a las categorías de personal docente e investigador funcionario.
Existe abundante literatura en psicología cognitiva y en políticas públicas sobre la importancia del encuadramiento o framing (Tversky y Kahneman, 1981; Chong y Druckman, 2007) como mecanismo cognitivo básico que contribuye a explicar las preferencias y la conducta de los actores.
A continuación analizamos qué opinan los académicos de la situación de los procesos de acceso y promoción en la universidad o más específicamente, cómo encuadran o estructuran su visión de los procesos de acceso y promoción, y cómo utilizan las categorías y adjetivos al uso para caracterizarlos.
Este cuadro da cuenta de un estudio en curso que aborda a las opiniones, las actitudes y las preferencias de la propia comunidad académica sobre temas relevantes para la organización y funcionamiento de las universidades. Presentamos algunos resultados parciales extraídos del primer análisis de una encuesta a una muestra representativa del profesorado universitario español llevada a cabo a mediados de 2015, y referido a la caracterización de los procesos de acceso y promoción en la universidad.
Encuesta sobre los procesos de acceso y promoción en la universidad
El universo de referencia es la población de los académicos con el grado de doctor trabajando en las universidades, ya sea con empleos temporales, indefinidos, o como funcionarios. De las 47 universidades públicas presenciales se hizo una selección de 20 de ellas en 12 comunidades autónomas distintas. 14 universidades corresponden a CC.AA. con más de una universidad pública y otras 6 a CC.AA. donde solamente hay una universidad pública. Las 20 universidades seleccionadas representaban el 46% del total de las plantillas académicas en las universidades públicas en el curso 2013/2014. La selección garantizaba diversidad en el tamaño (grandes, medianas y pequeñas), de tipos (generalistas, politécnicas y especializadas), antigüedad de creación, e indicios de calidad en la producción científica (medidos por el factor de impacto normalizado).
La encuesta (Sanz-Menéndez et al., 2016) se llevó a cabo entre marzo y junio de 2015, por medio de un cuestionario web. Se obtuvieron 4.460 respuestas válidas, para las categorías de interés, lo que suponía casi un 18% de tasa de respuesta de los envíos válidos. El diseño muestral realizado garantizaba un error máximo estimado del 1,4%, para el caso de p=q=50%, y una significación de 95,5%. Se evaluó la representatividad de la muestra y el potencial sesgo de la no respuesta, comparando la muestra y el universo por grupo de edad, sexo, posición académica y campo científico.
Los resultados: de la meritocracia a la endogamia académica
Para el análisis de cómo los profesores universitarios caracterizan la universidad se utilizó una aproximación estándar en las encuestas de opinión. Se planteó a los entrevistados la siguiente pregunta: “nos gustaría saber cuáles de los siguientes adjetivos son los que, en su opinión, mejor describen en la actualidad el funcionamiento de los procesos de acceso y promoción a las categorías de PDI funcionario en la universidad española”.
Las opciones incluidas, que se presentaban aleatoriamente, fueron: “nepotista”, “localista”, internacionalizado”, “excelente”, “competitivo”, “endogámico”, “clientelar”, “abierto” y “meritocrático”; de ellas se podían elegir hasta un máximo de 3, para caracterizar el funcionamiento de los procesos de acceso y promoción en las universidades españolas.
Las opciones presentadas a los entrevistados eran términos que se utilizan habitualmente para caracterizar la situación de la universidad y que, algunos de los cuales tienen connotaciones cognitivas positivas y otros negativas, con alguna potencialmente más ambigua.
Aunque los entrevistados podían combinar los encuadramientos negativos y positivos para caracterizar la universidad, en general se observa un refuerzo en las opiniones de los entrevistados, bien por visiones negativas o por visiones positivas, mostrando ya la mencionada división o ausencia de consenso.
Aunque las caracterizaciones seleccionadas están divididas, predominan las de carácter negativo; bien es verdad que el adjetivo más utilizado por el 46,3% de los entrevistados es el de “meritocrático”; le siguen dos caracterizaciones claramente negativas “endogámico” y “localista”, con el 44,9% y el 41% de las respuestas respectivamente, y otra caracterización que, aunque se vea como positiva puede tener también aspectos de ambigüedad, como es el caso del término “competitivo”. En conjunto, el 54,5% de las respuestas son caracterizaciones con atributos predominantemente negativos.
En la siguiente figura se representan, ordenadas de izquierda a derecha, por sus valores negativo y positivo, las 9 caracterizaciones.
Con el objetivo de clasificar a los encuestados de acuerdo a la asociación de sus respuestas sobre la caracterización de la situación de los procesos de acceso y promoción en la universidad, procedimos a aplicar una técnica estándar de clasificación, el clúster bietápico, que automáticamente determina la solución optima del número de conglomerados, de acuerdo al criterio del valor del BIC.
De este análisis se confirma que las caracterizaciones como “endogámico” y “competitivo” con las que tienen más poder predictor de la clasificación y que la caracterización como “meritocráctico”, a pesar de ser la más utilizada por los entrevistados, tiene una componente ambigua, o se sitúa con frecuencia de forma indistinta asociada con caracterizaciones positivas y negativas.
En la siguiente figura se presenta la importancia de los predictores para la configuración de los conglomerados. Se observa que es precisamente la caracterización asociada al concepto de “endogámico” la que más fuerza la divisoria, mientras que la de “meritocráctico” aparece con aquellas caracterizaciones menos utilizadas, tales como internacionalizado, excelente o nepotista.
El análisis genera dos conglomerados o clústers, maximizando la distancia entre ellos y minimizando la distancia interna entre los casos. En el clúster 1, que podríamos denominar de “visiones negativas” de los procesos de acceso y promoción, predomina la visión del los procesos como endogámicos, y agrupa al 59,5 % de los casos. Por otra parte, el clúster 2, que refleja la “visión más positiva” del sistema de acceso y promoción, se asocia a la calificación dominante de “competitivo”, y agrupa al 40,5% de los encuestados.
A continuación, analizamos la distribución de las respuestas de los entrevistados según el conglomerado en el que se le ha situado.
Como se observa a partir de la asignación de las respuestas, en siete de las variables (cuatro negativas y tres positivas) la coherencia del agrupamiento de los casos con la valoración positiva o negativa que caracteriza de modo general al conglomerado es amplia. Sin embargo, en dos de las etiquetas, aquellos que las seleccionaron son asignados a los conglomerados con menor nivel de consistencia.
Por ejemplo, un tercio de los que seleccionaron la idea de “meritocrático” se encuentra en el clúster de caracterización negativa y en dos tercios en el de caracterización positiva; algo parecido ocurre con la selección del adjetivo “competitivo”. Por último, procedemos a “caracterizar” cada uno de los clústeres (el positivo y el negativo) de acuerdo a algunos atributos de los encuestados que se sitúan en los mismos, con el objetivo de ver si hay diferencias significativas.
Es interesante comprobar que los individuos que se agrupan en el clúster con predominio de las visiones negativas están caracterizados por incluir mayor proporción de hombres, de mayores de 60 años, de catedráticos, de temporales, de Ciencias de la naturaleza y de no endogámicos. Mientras que destacan con diferencias significativas en el conglomerado de visiones más positivas las mujeres, los individuos de mediana edad, los no catedráticos, los de ingeniería y los que podrían describirse como endogámicos fuertes, esto es, aquellos encuestados que están empleados en la misma universidad en la que obtuvieron tanto la licenciatura como el doctorado.
A modo de conclusión
Los resultados de la encuesta arrojan luz sobre la actualidad de los debates acerca de cuáles son las caracterizaciones que dominan en la opinión académica sobre el funcionamiento de selección y promoción del profesorado universitario; sin duda, nos ayuda a entender por qué cada cierto tiempo se plantean reformas legales en este campo; reformas que parecen pendientes y que pretenden solucionar problemas estructurales.
La propia comunidad académica está dividida respecto a la caracterización de la situación actual, aunque predomina una caracterización o encuadramiento de carácter negativo. Cuanto menos, los resultados muestran que una parte importante de los propios académicos tienen una visión crítica, o autocrítica, del funcionamiento de los procesos de acceso, selección y promoción actualmente vigente en España. El grado en que esa visión puede servir como palanca de cambio o reforma de los sistemas y las prácticas es una cuestión que será importante abordar en futuros análisis.
Este artículo fue publicado en el Informe CYD 2017. Capítulo 3, página 186. Puedes descargar el artículo completo en este enlace.