La actual situación provocada por la crisis del coronavirus nos ha igualado a todos. Este año lo vivimos sumidos en un ámbito convulso, el cual ha hecho que las personas nos veamos más cercanas y similares, aún estando distanciadas. La Covid-19 ha evidenciado el entorno VUCA (cambio constante) de las empresas –y, en general, de todas las instituciones– así como de los recursos que forman parte de cada firma y de los que aspiran a sumarse a ella. Volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad son las palabras que conforman este acrónimo cuyo significado se ha sobredimensionado en 2020. Bajo este crisol, dialogamos con Natalia Moreno Rigollot, Directora de Relaciones Institucionales Globales de Telefónica y mentora del Programa Mentores CYD, para conocer junto a su mentee Clara Martín Groba, graduada en Psicología por la UAM, cómo es posible adaptarse a este escenario con flexibilidad y pragmatismo.
El concepto de entorno VUCA ha estado siempre ligado a los momentos de turbulencia social y económica: la Guerra Fría, los ataques del 11S y la crisis económica del 2008. Este año, las 4 siglas (originales en inglés) han vuelto a cobrar su máxima vigencia a causa de la crisis sanitaria que nos ha obligado a reinventarnos para salir adelante: Volatilidad por el hecho de estar sujetos a cambios frecuentes, rápidos y significativos, Incertidumbre por el carácter impredecible de los acontecimientos, Complejidad por la multitud de factores que pueden verse interconectados y Ambigüedad a causa de la dificultad que pueden presentar las diferentes situaciones a la hora de ser entendidas.
En estos meses de pandemia, el entorno VUCA ha incidido en todos, tanto a nivel personal como profesional y colectivo. Con la mirada puesta en este contexto de incertidumbre y cambio permanente, Natalia Moreno Rigollot ha asumido su primer año como mentora del Programa Mentores CYD y lo ha hecho apostando por las estrategias que ayuden a su mentee a dar los primeros pasos en el camino profesional: visión, creatividad, pensamiento disruptivo, autoconciencia, templanza, serenidad, fortaleza y dirección.
Además, y producto de la esencia de la firma tecnológica de la que forma parte hace 21 años, Natalia es una defensora del poder que tienen las herramientas tecnológicas para invertir los términos (volatilidad-incertidumbre-complejidad-ambigüedad) que inhabilitan el desempeño individual y el crecimiento colectivo y, en cambio, apostar por un nuevo concepto del entorno VUCA: visión, entendimiento, claridad y agilidad. Esa es la actitud de enfoque que ha sabido transmitir a su mentee en cada una de las sesiones del Programa Mentores CYD: transmutar el acrónimo y valorar cada desafío como oportunidad.
El valor del mentoring ante el entorno VUCA
A continuación, compartimos la conversación con Natalia Moreno Rigollot, Directora de RR.II. Global de Telefónica, y Clara Martín Groba, graduada en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid y actualmente realizando un máster internacional de Human Resource Management en EAE Business School.
¿Qué te motivó a decir que sí como mentora?
Natalia: Me pareció un honor que me soliciten y que piensen en mí para ayudar a otras personas. La mayor motivación es el fin: apoyar y acompañar a un joven en las circunstancias actuales. Es casi una obligación y un deber el aportar un poco de optimismo a los jóvenes que están en un momento crítico de su vida y quieren entrar en el mercado laboral en un contexto complejo. Aportar algo de luz me parece un honor y un placer.
¿Cómo te enteraste del Programa Mentores CYD y qué te motivó a enviar tu candidatura?
Clara: Me enteré a través de mi universidad, la UAM. Durante la semana de la empleabilidad nos mandaron mails con propuestas, entre las que estaba una jornada junto a Mentores CYD. Quise postularme porque era un momento de muchísima incertidumbre y no sabía qué hacer en mis próximos pasos; de hecho, cambié completamente de idea. Quería sentirme segura al momento de tomar decisiones y la ayuda y los consejos de Natalia me han servido muchísimo.
¿Qué desafíos te ha supuesto asumir el rol como mentora? ¿Ha sido un reto extra el hecho de que este año, producto de la pandemia, estén limitados los encuentros presenciales?
Natalia: Para mi ha sido una gran aventura. Fue subirme a un barco sin saber a ciencia cierta a dónde me llevaría. En primer lugar, me he propuesto aportar valor a una estudiante con la cual no tengo el mismo perfil de formación. El segundo gran reto ha sido la gestión del tiempo porque tenemos agendas un poco locas, pero he asumido el compromiso firme de hablar con mi mentee cada 15 días para seguir avanzando. Mi compromiso ha sido el de tener charlas que realmente sean útiles. Este año lo hemos vivido en un entorno VUCA, con mucha incertidumbre e inestabilidad, pero gracias a las herramientas digitales hemos podido interactuar desde el principio y en cuanto pudimos, quedamos para conocernos y conversar de modo presencial.
¿Has aplicado cierto método o has ido desarrollando tu rol de mentora en función de tu mentee?
Natalia: Creo que lo más importante es escuchar de manera activa para conocer a la persona no solo en términos profesionales sino en relación a sus valores. Es esencial conocer las preocupaciones y mostrar interés por sus necesidades. Luego se empieza un viaje juntas y para ello hay que poner foco en los distintos caminos posibles a los que se puede llegar. En mi caso, creo que las conversaciones deben ser estructuradas y que debe haber objetivos en cada sesión. En cada encuentro, y en función de lo que Clara me va planteando, vamos avanzando hacia un punto y con un objetivo final.
¿Qué otros pilares, además de la escucha activa, se necesitan para que haya una buena dupla mentor-mentee?
Clara: Antes de conocer a Natalia, su cargo me imponía bastante respeto pero en cuanto la conocí todo se dio de manera muy cercana y eso hizo que yo le cogiera mucha confianza, algo necesario para que una relación mentor-mentee vaya bien. Además, se necesita compromiso: Natalia tiene su agenda super complicada y hace un esfuerzo para reunirse conmigo y enviarme material de diversas áreas para ayudarme. La verdad, se agradece muchísimo.
Natalia: El compromiso es un elemento esencial. All decir que sí al Programa Mentores CYD, cada una tiene que poner algo de su parte. A veces se nos olvida porque estamos mirándonos a nosotros mismos, pero es muy importante la empatía, ponerse en el lugar del otro, escuchar lo que necesita y saber qué podemos aportar para que tenga un camino más fácil. Desde la experiencia y la escucha activa podemos ir encendiendo luces y luego la mente podrá decidir por dónde ir. La clave es abrir caminos.
Si nos referimos al mentoring inverso, ¿qué le puede aportar un joven recién graduado a un profesional con años de experiencia?
Clara: En las primeras sesiones tenía una lista inmensa de preguntas. Me interesaba conocer todo respecto a la trayectoria de Natalia, cómo hizo para llegar a donde ha llegado. Creo que eso la ha hecho reflexionar y re-evaluar su trayectoria profesional. Además, el contacto con una persona de mi generación le aporta una mirada diferente respecto a los valores y preocupaciones de los jóvenes de hoy.
Natalia: Cuando hay una relación entre dos personas siempre hay algo que queda. Es fascinante, siempre se aprende algo de la otra persona y en el caso de Clara todavía más porque tiene un gran perfil, una muy buena preparación y muy claro lo que quiere. Ella me aporta mucho porque yo también tengo que abrir y conocer otros entornos en los que no estoy del todo familiarizada. Ella viene de la psicología y gracias a eso puedo ampliar mis puntos de vista. Es enriquecedor para ambas partes.
¿En vuestro caso también se desarrolló un mentoring femenino? ¿Cuánto ha habido de proyección en la otra, de inspiración mutua y de motivación a través del ejemplo?
Clara: Claramente. Natalia ha sido una fuente inspiracional. Ella hace un trabajo increíble y es capaz de compaginarlo con su vida personal, algo que a mi me da mucho vértigo. Todo lo que ella ha compartido me ha ayudado, porque me brinda una perspectiva realista de la situación y de lo que podemos esperar. Desearía que en el mundo laboral la brecha de género no fuese tan grande ya que en mi caso, una de las ramas a las que quería dedicarme me daba muchísima impresión por este motivo. Por suerte Natalia me ha empujado a ir hacia allí y si no fuese por ella no hubiese tenido la confianza de seguir apostando por este camino.
Natalia: La brecha de género se trabaja con el ejemplo. Es muy importante tener personas que admires y con las que compartas valores porque te pueden indicar el camino. Siendo mujeres tenemos una serie de desafíos, sobre todo si tenemos niños, y hay algunos pasos o decisiones que tenemos que tomar. Mi mensaje es que sí se puede hacer, aunque sea duro. Cuando echas la vista atrás, te das cuenta que se puede ser madre, tener una familia y ser una buena profesional. Es posible compaginar los diversos roles como mujer; solo tienes que ponerte objetivos, saber muy bien lo que quieres hacer, tener mucha comunicación en el entorno laboral y personal, y tener una pareja que entienda y apoye el camino. Se puede y se debe, las mujeres tenemos mucho que aportar, más aún en este mundo actual que ha puesto en valor las soft skills o habilidades blandas, de las cuales las mujeres tenemos muchas de ellas.
¿Tuviste la oportunidad de ser mentorizada en tu juventud? ¿Qué aportan los años de experiencia a una joven que da sus primeros pasos?
Natalia: En mi época no se estilaban programas de mentoría como el Programa Mentores CYD, pero sí tuve personas que me ayudaron y me aportaron mucho. Por ejemplo, en mi etapa de universidad hice prácticas en el extranjero y allí coincidí con el director de una empresa a la que yo aspiraba y que me aportó muchísima luz, teníamos muchísimo diálogo. Lo importante es escuchar y luego trabajar en uno mismo; nadie viene y nos coge de la mano para llevarnos por el camino porque eso no es útil sino que uno tiene que labrarse su propio sendero. Se necesitan más programas de mentorización, más aún en momentos de tanta incertidumbre ya que a los jóvenes que salen de un entorno más seguro –la universidad– y se lanzan a un mar de olas –el mercado laboral– les vendrá bien tener una barca que ayude a seguir el camino acompañados.
¿Qué habilidades y aptitudes te ha ayudado a desarrollar/descubrir tu mentora?
Clara: Hemos trabajado en las soft y hard skills, es decir en lo personal y en lo técnico. Empezamos por el autoconocimiento, los valores y los miedos o debilidades que tengo. Me he dado cuenta lo importante que es tener en cuenta todos estos factores al momento de tomar decisiones. También hemos trabajado en ello, en saber qué elegir, qué tener en cuenta al momento de tomar una decisión, qué factores considerar para llegar a donde quiero estar en un futuro. También, hemos trabajado respecto a la adaptación y la escucha, así como en cursos que Natalia me ha recomendado sobre temas que me interesan.
¿Qué aportes complementarios brinda un programa de mentoring como éste a la educación superior, académica y reglada?
Clara: Cambiaría un año de universidad por más sesiones del Programa Mentores CYD porque te da una visión muchísimo más global y real. Me ha ayudado a aterrizar en el mundo concreto mientras que la universidad es como una burbuja ya que no sales del entorno académico. No tenía idea de cómo entender ni empezar a dar mis primeros pasos en el mundo empresarial y Natalia me ha ayudado muchísimo a avanzar. Es un programa que recomiendo totalmente ya que a la universidad le falta conexión real con el mundo al que queremos entrar como profesionales.
Natalia: La universidad es un momento maravilloso. Yo creo que los programas de mentorías y la formación universitaria son complementarios y se necesitan ambos. La etapa universitaria es un proceso extraordinario para asentar conocimientos y a partir de allí desarrollarnos. Es una suerte poder ir a la universidad. Sin embargo, hace falta una complementariedad más activa entre la parte teórica y práctica ya que ayuda mucho a ver la realidad de las cosas y a saber que las expectativas no siempre encajan. Creo que es importante tener muy claro hacia dónde se quiere ir, aunque muchas veces esa claridad no está. La universidad hace el trabajo de poner las bases del conocimiento y el aprendizaje, lo cual estructura las capacidades, pero le falta algo complementario para que el paso de la universidad al entorno laboral no sea tan brusco y doloroso. Los jóvenes tienen que pasar del miedo al reto y ver cada desafío como oportunidad.
Telefónica apuesta por la calidad educativa como vehículo de transformación social. ¿Qué lectura haces de la inserción laboral de los graduados españoles y qué propuestas en relación a ello lleva adelante la firma?
Natalia: Da rabia ver personas tan preparadas que no pueden encontrar e insertarse en lo que buscan. Es una responsabilidad de todos, gobiernos, empresas, academias y fundaciones ayudar a nuestros jóvenes. Ahí va el futuro de nuestro país y tienen que poder encontrar oportunidades laborales en las que aportar valor. La situación económica actual es complicada y no facilita las cosas. Además, el efecto disruptivo de la tecnología está cambiando totalmente nuestro panorama en términos laborales, económicos y sociales, y está haciendo saltar todo por los aires. Si bien es complejo navegar estas aguas, es posible avanzar con una visión clara de lo que se quiere lograr. Aunque el entorno sea complejo, siempre habrá oportunidades para aquellos que se dediquen con trabajo y tesón.
Las empresas tecnológicas hemos descubierto un gap y estamos intentando cubrirlo con diversas iniciativas. Creemos que hay que apostar por otro tipo de formación y que la tecnología puede influir en la educación mejorando nuestro futuro.
En el caso de Telefónica, brindamos programas gratuitos para que las personas puedan “engancharse” y formarse en temas digitales. La iniciativa Conecta Empleo permite a las personas reincorporarse al entorno laboral aprovechando la disrupción de la digitalización. Otro lanzamiento, basado en el autoaprendizaje y orientado a la codificación, es el de Escuela 42 que va destinado no sólo a jóvenes sino a personas que han quedado desplazadas con esta situación compleja. En este entorno VUCA, debemos reinventarnos, hacer prueba y error y ver qué funciona. Es un esfuerzo que tenemos que hacer entre todos para ayudar a quienes más lo necesitan.
¿Cómo definirían el Programa Mentores CYD? ¿Recomendarían el programa no solo a futuros graduados sino también a grandes profesionales?
Clara: Al pensar en el Programa Mentores CYD, me viene la imagen de un faro. El agua está muy turbia, hay muchísimo movimiento y eso invita a quedarse paralizado, pero contar con la guía de un mentor es como tener un faro ya que da muchísima seguridad en el proceso y en el camino hasta donde se quiere llegar. Se lo recomiendo a cualquier persona.
Natalia: Lo definiría con dos palabras claves: acompañar y compartir. Intento poner optimismo con cabeza, con visión, con perspectiva, con pasos a dar para conseguir lo que se quiere, aunque no sea fácil. El ser humano tiene capacidades increíbles para reinventarse y conseguir lo que desea.
Además, somos seres sociales y tenemos que apoyarnos unos a otros. Ese compromiso a través del Programa Mentores CYD es excelente ya que hace de nexo/unión entre los dos mundos, el educativo y el laboral. Es una experiencia muy enriquecedora, merece mucho la pena y animo a que se sumen las personas con y sin experiencia profesional.