La actual pandemia nos ha obligado a transformar y adaptar nuestros hábitos repentinamente, a teletrabajar desde casa, a realizar un examen de manera online, a capacitarnos de manera virtual y a reunirnos con colegas o compañeros de trabajo a través de las plataformas digitales. En nuestro caso, y al igual que las jornadas laborales y las clases de las universidades continúan de manera bimodal (entre lo virtual y lo presencial), la distancia física no ha sido una barrera para seguir desarrollando el Programa Mentores CYD. Más bien, todo lo contrario: ha puesto en valor la resiliencia en tiempos de Covid-19.
En un año signado por las incertidumbres y los cambios inesperados en nuestras formas de relacionarnos, el Programa Mentores CYD ha encontrado su máxima expresión: ser un programa que brinda asistencia, acompañamiento, guía y esclarecimiento a los futuros graduados que están a punto de iniciar su carrera profesional. En 2020 ha quedado en evidencia el valor trascendental de nuestra iniciativa para que los líderes del futuro enfrenten de la mejor manera su proceso de transformación profesional a través del desarrollo de habilidades laborales y de competencias personales.
Desde el 18 de mayo en que dimos por iniciada la séptima edición del Programa Mentores CYD, 30 mentores (directivos de grandes compañías españolas) han brindado su tiempo de manera desinteresada para apadrinar a 30 jóvenes seleccionados como mentees. Las circunstancias no han sido las mejores ni las deseadas para un proyecto en el que suelen primar la escucha activa, el contacto humano, la construcción de redes de networking y el shadowing (aprendizaje que depende de la observación in situ). Sin embargo, así como en ediciones anteriores las sesiones se centraban en el desarrollo de competencias profesionales sobre el terreno, este año han ganado protagonismo otros asuntos relacionados con la aceptación de la nueva situación, la seguridad, la autoexigencia, la reafirmación de valores y la gestión de emociones ante escenarios inciertos y desconocidos.
Al igual que todos los proyectos, el Programa Mentores CYD tuvo que reinventar su modalidad presencial y hacer de las distancias de seguridad recomendadas una oportunidad de cambio. Así, mentores y mentees hicieron del email, el whatsapp, el teléfono y las plataformas de videollamadas, las herramientas idóneas para llevar adelante sus sesiones y encuentros, construyendo nuevos entornos en los que fuese posible contrastar ideas, frustraciones, logros, experiencias y proyecciones.
Gestión del cambio, empatía, adaptabilidad constante y resiliencia en tiempos de Covid-19 han sido los “bulletpoints” presentes en la dupla mentor-mentee entre Fernando González Cuervo, Socio del sector infraestructuras de EY, y Gabriel Freytes, estudiante de Economía en la Universidad Autónoma de Madrid. Conversamos con ellos para conocer cómo han sido sus experiencias en el Programa Mentores CYD 2020.
¿Qué es lo que te motiva cada año a decir que sí a la propuesta de Fundación CYD?
Fernando: La ilusión con la que la gente que se inscribe en el programa y el compromiso con el que lo asume. Para mí es como volver a los comienzos, rememorar esa ilusión con la que uno acaba la universidad y se enfrenta a la incorporación al mercado laboral con tantas dudas.
¿Cómo fue que decidiste aplicar al Programa Mentores CYD?
Gabriel: Al ser mi último año en la universidad, estaba bastante pendiente de los correos relacionados con la feria de empleo que se celebró en febrero en la UAM. En uno de los mails anunciaban la sesión para difundir el Programa Mentores CYD de Fundación CYD, que ya me era familiar por su ranking de universidades. Cuando Fernando González Cuervo y su mentee explicaron su vivencia del año anterior, dije: “¡Esto es muy bueno!”. Al escuchar a Fernando conecté inmediatamente porque su pasado es muy parecido al mío y es el rol ideal de lo que me gustaría ser en unos años. Me proyecté mucho en él al igual que en Alfonso porque sus inquietudes eran muy parecidas a las mías. Esta etapa en la que uno está por graduarse es una de las más decisivas ya que, dependiendo de las decisiones que tomes, tu vida puede ir hacia un lado o hacia el otro. Apenas llegué a mi casa, me inscribí y cuando recibí el correo de que había sido seleccionado, quedé encantado.
¿Qué desafíos te supone ser mentor, más aún en este año en el que todos hemos tenido que reinventarnos a causa de la pandemia?
Fernando: El desafío es el mismo a lo que la gente tiene miedo: lo distinto. Cada año los mentores nos enfrentamos al reto de mentorizar a chicos que son de otra generación y que van con otra marcha, mucho más entusiastas y enérgicos. Cada año los mentees son diferentes y algunos tienen las ideas más claras y decididas que otros, con lo cual tienes que modular las sesiones en función del mentee. El desafío es encontrar el equilibrio para que mentor y mentee puedan aprovechar al máximo su tiempo.
¿Cómo fue en vuestro caso la toma de contacto? ¿Y la primera sesión?
Gabriel: Desde un primer momento he tenido contacto directo con Fernando. Para la primera reunión, me puse a leer para saber cómo sacarle provecho a esta experiencia de mentoring. Estaba muy ansioso, pero la verdad es que rompimos hielo extremadamente rápido. Un directivo suele estar en otra liga y uno tiene miedo de ser menos, pero él inmediatamente bajó al mundo e hizo que nos sintiéramos iguales. La conexión fue inmediata. Luego hicimos un repaso de mi historia académica y personal, y pude compartir cuestiones relacionadas a mi actitud, mi historia, mis miedos, las fortalezas y debilidades que tengo. Construimos juntos un mapa mental con los puntos principales y él fue ordenándolos para trabajar en las siguientes sesiones.
En cada sesión nos hemos enfocado en una temática y para el final de cada una suelo hacerle preguntas profundas y complicadas que abren a la reflexión. Creo que lo más importante es el propósito, el por qué hacemos las cosas, no solo graduarnos y buscar un trabajo.
En cada una de las ediciones en las que has participado como mentor, ¿has aplicado cierto método que te funciona o bien avanzas sobre lo que necesita cada mentee?
Fernando: La mentorización y el coaching son áreas que me gustan mucho porque tienen bastante de psicología. Creo que no existe un secreto que valga para todos los casos, sino que hay que partir de la escucha del otro. En las primeras sesiones, el mentor tiene que hablar menos del 20%. Este año, el desafío ha sido el de llevar adelante las sesiones de manera online y, si bien soy un defensor de la tecnología, no es lo mismo en este tipo de encuentros que pretenden ayudar y llevar a la persona al siguiente nivel. En el mentoring, tanto los gestos, las posturas y la forma de moverse dicen mucho de la persona. El reto de esta edición ha sido llevar al extremo la participación de ambas partes para construir una relación de tú a tú.
Si hablamos del mentoring inverso, ¿crees que tú también le aportas valor a tu mentor?
Gabriel: Sí, creo que el mentor aporta valor al mentee y que también nosotros tenemos esa capacidad. Intento aportarle algo, aunque mi experiencia tenga menor perspectiva. Creo que le doy una mirada de lo que pensamos y vivimos las nuevas generaciones: Una cosa es verlo desde fuera y otra escuchar lo que estamos buscando, lo que queremos, las herramientas que necesitamos y el futuro que deseamos construir.
Fernando: Este programa aporta a los ejecutivos mucho más de lo que creemos. Se suele considerar que el que lleva muchos años en una compañía o el que tiene un alto escalafón sabe más, y que los demás solo tienen que escuchar y ejecutar. Soy un firme defensor de que eso no tiene que ser así; más que tapar las bocas o no escuchar, solo debemos aconsejar y ayudar a no tropezar dos veces con la misma piedra. Lo que valoro de mi experiencia como mentor es que mi mentee me hace preguntas metafísicas que me retan, que me hacen reflexionar.
Otro punto que valoro y me enriquece es que los mentees al ser jóvenes de otra generación, tienen una visión muy distinta de las cosas. Nuestra labor es motivar teniendo en cuenta las circunstancia de esta generación. Antiguamente esto se hacía a través del mando y de cosas fácticas como la remuneración, pero ahora las reglas son distintas y las personas valoran más la vida social o temas como sostenibilidad, el trabajo en equipo, el propósito de las cosas.
Cada sesión el desafío es más retador y eso es gracias al compromiso del mentee, en este caso de Gabriel, que se nota que de un encuentro al otro trabaja sobre los puntos tratados, se ve en él una evolución. El Programa Mentores CYD es como un gran círculo que empieza con un enfoque muy amplio y que luego poco a poco se va completando. El mentor tiene la labor de que el círculo vaya por la línea que tiene que ir porque sino es una gráfica en zigzag que no funciona. El mentor ayuda a que sea una forma con sentido, sino un círculo perfecto al menos un óvalo que tenga un inicio y un final, un objetivo de llegada.
¿Qué aptitudes y habilidades te ha ayudado a desarrollar/descubrir tu mentor?
Gabriel: En nuestro caso, hemos trabajado en habilidades técnicas y más blandas. Por un lado, Fernando me ha dado las herramientas para potenciar las habilidades adquiridas en la universidad, abordado temas más técnicos de contabilidad, infraestructura y auditoría. Pero también, y partiendo de su experiencia, hemos hablado de liderazgo, de gerencia de equipo o de delegación de tareas. Mi mentor nunca me dice cómo debo hacer las cosas sino que me da las herramientas para que yo trabaje sobre ellas; además, me ha ayudado a quitarme los miedos y obstáculos mentales.
¿Cuánto incide que tu mentee venga de la misma área que la tuya, que hayan estudiado en la misma universidad y que su proyección personal y profesional sea muy similar a la tuya? ¿Te has visto reflejado en él cuando tú eras joven?
Fernando: Me veo muy reflejado en mi mentee. No es que me sea imprescindible que sea de un perfil de economía o ADE porque la labor es más general y no al detalle. Sin embargo, sí que me siento más identificado porque viene del mismo entorno y es más fácil poder guiarlo en su evolución, ya que muy probablemente se le plantearán retos e intereses muy similares a los que tuve yo cuando era joven. Al mentorizar a Gabriel me siento como si me mirase en el espejo: Me veo a mi mismo hace años, cuando estaba en su misma situación. Las preocupaciones, inquietudes e ideas son increíblemente similares. ¡Es como si hubiese rejuvenecido! Además, puedo impregnarme de su energía, es un enchufe de adrenalina nueva para mi.
¿Crees que el Programa Mentores CYD sirve como complemento a la universidad?
Fernando: Considero que es una forma de acercar el mundo profesional a los estudiantes, un colectivo que tiene ganas y es voluntario. Es un gran complemento debido a que las universidades están a años luz de las necesidades actuales. Las generaciones de antes eran más sumisas pero sin ir más allá, sin horizonte y, por tanto, no cuestionaban a la universidad. Los jóvenes de hoy buscan saber lo que se llevan de su experiencia universitaria, en qué los ayudará. El problema es que la universidad no ha cambiado en nada y por tanto no puede llegar a una nueva generación que tiene otras inquietudes. La universidad debería tener el objetivo de querer cambiar algo y así tomar medidas; además, los expertos que trabajan en las grandes compañías podrían aportar mucho más a la enseñanza universitaria y tomar un rol muchísimo más activo, aportando valor a la sociedad.
Gabriel: Yo cambiaría un año de universidad por más programas como éste. El rol de las universidades es muy importante pero actualmente están desenfocadas, muy alejadas de la realidad. La cantidad de tiempo que le he dedicado a lo que la universidad considera importante y lo que realmente uso en mis proyectos, está desbalanceado. El principal problema, a mi parecer, es que hay muchísima teoría y muy poca práctica. El Programa Mentores CYD te aporta experiencia a través de gente con trayectoria, te abre la mente a cosas que no habías planteado o te ayuda a detectar qué cosas no te gustan o en las que no nos vemos proyectados. El Programa Mentores CYD nos da la orientación que tanto necesitamos los futuros graduados, ayudándonos a encontrar el propósito de nuestra vida.
En palabras de mi mentor, “el éxito no es un destino sino algo constante”. No es un lugar al que llegamos y en el que nos quedamos, es un trance permanente. “Estar en éxito”, suele decir Fernando.
El Programa Mentores CYD es muy valioso para proyectarse y para conocer el camino que otros profesionales atravesaron para llegar a vivir en éxito. En cambio, la universidad te penaliza por cometer errores y eso no debería ser así. La universidad debe adaptarse, tiene que hacer un cambio de paradigma, un cambio en la manera de educar.
¿Qué pilares se necesitan para una buena relación mentor-mentee?
Fernando: La sinceridad ante todo. Cuando tienes una conversación con alguien respecto a temas tan personales, es fundamental ser sinceros, tener compromiso y mucha escucha activa para con el otro. Si el mentee empieza hablando de una cosa y luego el mentor al tomar la palabra sigue con su libro, pues mejor que cada uno coja su libro pero no habrá una verdadera sesión.
Gabriel: Fernando es una persona cercana, empática, que escucha, que te presta atención, que piensa en cómo ayudarme todo el tiempo. Tiene un increíble manejo del tiempo y de las relaciones personales. Es muy carismático y tiene una gran habilidad de comunicación, gerencia, delegación y liderazgo. Es respetuoso, amable, muy abierto y siempre está disponible para resolver una duda o inquietud. Fernando tiene los rasgos propios de un mentor: es un excelente oyente, sabe comunicar su propia experiencia, aporta valor a partir de sus vivencias y tiene la mentalidad abierta para aprender del mentee con predisposición.
¿Cuáles son los aportes del Programa Mentores CYD para un futuro graduado que está por insertarse en un mercado laboral tan complejo y afectado por la pandemia?
Gabriel: Esta etapa en nuestra vida es fundamental, con lo cual tener un programa que te ayude y oriente a saber qué es lo que quieres lograr después de que te gradúes, es invaluable. El Programa Mentores CYD me ha abierto la mente, me ha impulsado a nuevas cosas que no había pensado, me ha estimulado la iniciativa. Todos tenemos una carrera universitaria pero si queremos diferenciarnos, programas como éste sirven para trabajar en habilidades que se están demandando ahora en el mercado laboral. Un mentor te ayuda a planificar el camino, sabe lo que necesitas para trabajar en el sitio que deseas, te aporta clarificación, te ayuda a saber los recursos que necesitas invertir. Te abre la mente a nuevas experiencias y a que hagas cosas diferentes a lo que estás haciendo para diferenciarte en el mercado.
Además, el programa te ayuda a saber o a descubrir lo que te apasiona, lo que te levanta por las mañanas. Fernando siempre me ha dicho: “Uno debe levantarse con ganas de trabajar para disfrutar de lo que se hace y así, poder avanzar”.