Fundación CYD | Iniciativa Universidades Europeas: implantación, impacto y retos futuros

Iniciativa Universidades Europeas: cómo lograr lo que persigue la Comisión Europea

Iniciativa universidades europeas

La iniciativa Universidades Europeas dio su comienzo en la Cumbre de Gotemburgo de 2017. En las conclusiones del Consejo Europeo el 14 de diciembre de 2017 se pedía a los Estados miembros, al Consejo y a la Comisión que presentaran una serie de iniciativas, entre ellas “reforzar en toda la UE las asociaciones estratégicas entre instituciones de enseñanza superior y promover la constitución, de aquí a 2024, de una veintena de Universidades Europeas, que serían redes de universidades de toda la UE creadas desde abajo, lo cual permitirá a los estudiantes graduarse combinando periodos de estudio en varios países de la UE y contribuirá a la competitividad internacional de las universidades europeas”. 

Meritxell Chaves, directora de la Universidad Europea CHARM-EU
(Universitat de Barcelona)

Al filo de celebrar el veinte aniversario de la declaración de Bolonia (1999), Europa reconocía que se había avanzado en la convergencia del sistema universitario, pero que quedaban aún muchos retos por superar: pese a ser una de las políticas más exitosas (junto al euro) en la creación de un sentimiento proeuropeo, las ratios de movilidad de estudiantes eran y son todavía muy bajas pese a la inversión del programa Erasmus+; está poco integrada en el currículo; los sistemas de reconocimiento eran y siguen siendo muy burocráticos, y hay una gran dificultad en la colaboración entre universidades de diferentes países para diseñar programas conjuntos. Por otra parte, urgía enfocar la formación de los graduados a los retos europeos y globales, como los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el Pacto Verde.

Con este impulso del Consejo Europeo, la Comisión Europea se proponía, al poner en marcha la iniciativa, dar forma a la Europa Universitaria del 2030. La convocatoria fue publicada en octubre de 2018, y muchas universidades en Europa nos lanzamos sin dudarlo. La iniciativa era (y es) muy tentadora desde muchos puntos de vista:

1. Por lo estratégico de sus objetivos

Insta a las universidades a formar alianzas con compromisos a medio/largo plazo en el ámbito educativo, pero incorporando también las dimensiones de investigación y de impacto social (más allá de los tres años del proyecto financiado), y con los objetivos de:

  • Innovar en los modelos educativos y preparar a los graduados para asumir los retos europeos y globales. 
  • Mediante una formación basada en retos reales. 
  • Diseñada e impartida por equipos interculturales, interdisciplinarios y transdisciplinarios de creación de conocimiento que aborden los retos sociales desde esa perspectiva transdisciplinaria. 
  • En campus interuniversitarios que permitan alcanzar una movilidad del 50% en el 2025, en la que estudiantes de todos los niveles y el personal universitario pueda experimentar el contexto intercultural y social europeo. 
  • Y en los que la inclusión y la diversidad fueran una dimensión prioritaria. 
2. Por la forma de plantear la propuesta

Se instaba a las universidades a proponer diferentes modelos que den respuesta a los objetivos en una estrategia de abajo a arriba. La convocatoria planteaba financiar seis alianzas con 5 millones de euros cada una de ellas, más un 20% de financiación por parte de las mismas universidades participantes. Se buscaba además mantener un contacto permanente entre las universidades y la Comisión Europea que permitiese afrontar de manera conjunta las barreras que se podían encontrar durante el proceso y adoptar estrategias cooperativas que contribuyesen a superarlas mediante estrategias de cocreación. 

3. Por el reto que suponía para las universidades

Reclamaba que las universidades generasen nuevos modelos y sistemas de gobernanza, sirviendo como bancos de prueba y modelos de conducta para otras universidades. Se invitaba a las universidades a diseñar estos nuevos modelos con los diferentes grupos de interés: los ministerios de educación, la propia Comisión Europea, las agencias de calidad, las empresas y la sociedad civil. Universidades excelentes, pero no elitistas, con la inclusión y la diversidad como característica necesaria. 

¿Qué universidad podría resistirse a dicho reto? La Comisión y el mismo sector universitario quedaron sorprendidos por el interés suscitado por la convocatoria. Ello condujo a la Comisión a modificar la convocatoria una vez publicada para ampliar de 6 a 12 las alianzas que iba a conceder. Finalmente, en la resolución de 2019, acabó seleccionando 17 de las 54 alianzas que se presentaron, que implicaban a 114 universidades de 24 países diferentes. Entre ellas, 11 universidades españolas, tres de ellas coordinadoras de distintas alianzas. 

En la segunda y última convocatoria del 2020 la Comisión Europea financió 24 nuevas alianzas. El total de universidades implicadas en este momento es de 280 de 27 países diferentes. Entre ellas se suman otras 13 universidades españolas más, dos de ellas como coordinadoras. En este sentido, España se encuentra entre los países con mayor número de participantes. 

En el mes de abril de 2020, cuando las 17 primeras alianzas llevaban escasos seis meses de andadura, y las siguientes 24 no estaban aún seleccionadas, la Comisión Europea dio un nuevo paso: generó una convocatoria del programa Science with and for Society in Horizon 2020 (H2020 SwafS) exclusivamente para estas alianzas con el fin de que pudieran desarrollar la agenda científica conjunta de la emergente Universidad Europea y con el objetivo de utilizarlas de nuevo como banco de pruebas de lo que denomina módulos transformadores para conformar el Área Europea de Investigación del 2030.

En noviembre de 2020 se publicaron tres comunicaciones estratégicas de la Comisión Europea: Alcanzando el Área de Educación Europea del 2025, una nueva Área Europea de Investigación y el Plan de Acción de la Educación Digital 2021-20271. En estos documentos estratégicos para los próximos 5-10 años se habla ya de conceptos como el Grado Europeo (siendo aplicable a grados, másteres y doctorados), las microcredenciales, la necesidad de una posible entidad legal para las Universidades Europeas, el impacto de los módulos transformadores de investigación para cambiar los sistemas de evaluación o la carrera investigadora, entre otras cosas.

Como colofón de esta marcha imparable, en la reunión del Consejo de la Unión Europea de 17 y 18 de mayo de 2021 se aprobaron unas Conclusiones del Consejo sobre la Iniciativa Universidades Europeas: allanar el camino para una nueva dimensión en la educación superior europea en el que se menciona “la necesidad de tender puentes entre la educación superior, la investigación, la innovación y la sociedad”. También, se recomienda “intensificar la cooperación entre las autoridades competentes en materia de educación, las instituciones de educación superior y las partes interesadas para eliminar los obstáculos a la cooperación a escala europea”. En este sentido, sugieren que se estudie la necesidad y viabilidad de titulaciones europeas conjuntas dentro de las alianzas de Universidades Europeas. 

Implantación de las 17 Universidades Europeas seleccionadas en primera convocatoria

En este primer tiempo de implantación, las alianzas han llevado adelante sus modelos: 

1. En materia de educación

Diversas alianzas han diseñado y están acreditando programas conjuntos, fundamentalmente grados y másteres, pero también doctorados, innovadores en cuanto a estrategias docentes, basados en retos, transdisciplinares, algunos de ellos multilingües, en los que el estudiante «moldea» su currículo, y otros muy orientados en el ámbito de la sostenibilidad, pero no solo. CHARM-EU ha conseguido acreditar el primer máster concebido con estas características e implementarlo en septiembre de 2021, en parte gracias al proceso de cocreación que iniciamos desde el principio con agencias y ministerios, y especialmente al rol de liderazgo que ha jugado la Agència per a la Qualitat del Sistema Universitari (catalana), AQU, apoyada por la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (española), ANECA. 

La Comisión Europea quería también conocer de primera mano cuáles son las dificultades y obstáculos que están limitando la cooperación entre universidades. A tal efecto, se estableció una lista, compartida por todas las alianzas que están en el proceso, sobre estas dificultades y obstáculos. La lista es interminable, pero la mayoría de los problemas provienen de un elemento principal: la diversidad de legislaciones nacionales que tienen un conjunto de criterios propios y no coincidentes que deben cumplir los programas y que nada tienen que ver con los seis estándares europeos de calidad y de los que los gobiernos no quieren o no pueden prescindir a corto plazo. No se puede olvidar que la Comisión Europea no tiene competencias en materia de Educación. 

La Comisión Europea ha hecho una apuesta también por las microcredenciales. Una microcredencial está definida por la Comisión Europea como una calificación que evidencia los resultados de aprendizaje adquiridos mediante un curso o módulo corto transparentemente evaluado. Las microcredenciales se pueden completar presencialmente, en línea o en un formato combinado, y puede ser formación impartida por universidades o por otros agentes”. La Comisión Europea tiene muchas esperanzas puestas en este instrumento para flexibilizar el currículo del estudiante y darle mayor “portabilidad” entre países, y convertirlo en una herramienta que permita la actualización rápida de conocimientos, acorde con las necesidades actuales y futuras. Diversas alianzas han elegido este camino como modelo fundamental. La alianza que se ha posicionado con más fuerza en esta modalidad es ECIU (European Consortium of Innovative Universities). Sin embargo, tampoco está exenta de dificultades la acreditación de estas y su reconocimiento en los Estados miembros. Esta modalidad formará parte sin duda del futuro panorama europeo de educación superior. Otras alianzas han experimentado también con unidades de formación a las que llaman itinerarios (YUFE), módulos (CIVIS), unidades de aprendizaje (EUTOPIA), etc. 

2. En materia de investigación e innovación

Las 17 Universidades Europeas seleccionadas en la primera convocatoria y 22 de las 24 Universidades Europeas de la segunda están iniciando sus proyectos desde 2021 para desarrollar la agenda científica conjunta de la alianza que dé soporte a los programas y para actuar como bancos de prueba de los módulos transformadores propuestos por la Comisión Europea para transformar el Área Europea de Investigación e Innovación del 2030. Dichos módulos son los siguientes: 

  • Desarrollar una agenda común de investigación e innovación y un plan de acción. 
  • Fortalecer el capital humano, permitiendo una circulación equilibrada de este y la paridad de género. 
  • Compartir infraestructuras de investigación y otros recursos.
  • Reforzar la cooperación con los actores no académicos, es decir, la cooperación con el mundo empresarial. 
  • Integrar prácticas de ciencia abierta. 
  • Integrar la participación de los ciudadanos, la sociedad civil y las autoridades públicas y municipales en la investigación y la innovación.
  • Explorar estructuras conjuntas sobre actividades técnicas comunes a todas las Universidades Europeas, facilitando la colaboración en actividades, obstáculos y soluciones que podrían ser comunes a todas las alianzas, así como actividades de agrupación para compartir las mejores prácticas en investigación e innovación. 

Cada alianza ha escogido algunos de los módulos que encajaban mejor con sus modelos. El proceso es todavía muy incipiente (los proyectos se han puesto en marcha durante el primer trimestre de 2021) como para poder hablar de resultados en este momento, pero sin duda la actividad de muchas redes de investigación transnacionales se va a ver beneficiada gracias al desarrollo de esta iniciativa.

3. Puente entre educación e investigación + innovación

Diversas alianzas hemos puesto en marcha equipos transdisciplinares para el desarrollo de los programas educativos, uno de los elementos más innovadores de la iniciativa. En el caso de CHARM-EU se inició creando equipos de académicos de múltiples disciplinas de las cinco universidades socias alrededor de retos sostenibles relacionados con el agua, la alimentación, y la vida y la salud. A estos equipos iniciales se están añadiendo profesionales de empresas, miembros de organizaciones no gubernamentales y otras entidades civiles y sector público, con el fin de ofrecer a los estudiantes una visión global de los retos de futuro.

4. En materia de gobernanza y organización

Las alianzas están explorando diferentes formatos de gobernanza y organización. Aunque han diseñado o están diseñando diferentes modelos (órganos de gobierno y sistema de toma de decisiones), hay bastante consenso entre las 17 primeras alianzas en el sentido de que sería necesaria una entidad legal para cumplir mejor con los objetivos previstos en la iniciativa. Las necesidades identificadas son: colaboración a largo plazo, sostenibilidad, capacidad de solicitar proyectos europeos conjuntamente, posibilidad de compartir de manera fácil recursos en sentido amplio, participación conjunta en redes internacionales, identidad e imagen conjuntas, y programas europeos conjuntos.

5. Experiencia de transformación y de cooperación

Es evidente que, en este momento, las incógnitas sobre el formato futuro y sus posibilidades hacen de este tema un campo que explorar en el modelo de cocreación de soluciones que la Comisión Europea está buscando. Es importante no perder de vista que entre los criterios de evaluación y selección de las alianzas estaban el nivel de ambición, la capacidad de transformación de las universidades implicadas y la transferibilidad de sus resultados. 

A pesar de que las universidades éramos conscientes de la dimensión del proyecto y de que la financiación no era suficiente para cubrir la ambición de los objetivos, la realidad nos ha superado con creces. Los objetivos de transformación de la convocatoria ya suponían por sí mismos un esfuerzo importante para cada universidad en solitario. Llevar a cabo la misma transformación en una alianza de diversas instituciones, de culturas y países diferentes, es un esfuerzo titánico. Mucho más de lo que nuestros rectores y rectoras e instituciones hubieran supuesto cuando presentamos nuestras propuestas.

Sin la Covid-19 todo esto ya hubiera sido difícil. Con la pandemia ha sido tremendamente complicado mantener, no ya los esfuerzos de transformación en nuestras universidades, sino simplemente los planes de trabajo y calendarios previstos. Las personas clave que tenían que participar en el proyecto eran las mismas que tenían que convertir la universidad presencial en universidad online de forma inmediata: los consejos de dirección al completo, el profesorado y personal investigador, los responsables de los servicios al estudiante, los responsables de comunicación y los equipos de tecnologías, entre muchos otros. No hubiera sido posible sin el entusiasmo de las personas y la percepción de que se está construyendo algo realmente innovador que puede cambiar el futuro. 

La Covid-19 ha aportado también cosas positivas. El modelo de estrategias docentes que planteábamos es ahora mucho más fácil de implementar. La movilidad virtual (todavía por definir de manera completa) hubiera sido difícil de defender. Sin duda nos ha permitido a las universidades de las alianzas trabajar conjuntamente de manera más intensa que si hubiéramos basado una parte significativa del plan de trabajo en formato presencial. Si algo preocupa a las alianzas en este momento es el poder ser capaces de mantener la capacidad de trabajo. Pero, a la vez, todo esto se ha demostrado tremendamente estimulante. 

Iniciativa Universidades Europeas: impacto, inversión de futuro y los próximos retos

La Comisión Europea, el Consejo de la Unión Europea, el Consejo Europeo y las Universidades Europeas existentes apuestan firmemente por la iniciativa. En este momento hay dos grandes retos: (1) superar la fase de proyecto que supone una fragmentación de los objetivos, la financiación y la evaluación de resultados, y apostar por una aproximación más programática, y (2) diseñar la manera de valorar y medir el impacto que justifique la inversión.

Las alianzas somos muy conscientes de que hay que medir adecuadamente el impacto de la iniciativa tanto sobre el conjunto de la sociedad como a nivel interno si queremos que la Comisión Europea mantenga la línea de financiación, que los Estados miembros colaboren en la financiación y en la eliminación de las barreras legislativas, y para demostrarnos a nosotros mismos que está iniciativa va en el sentido correcto. 

Los retos de la iniciativa en el futuro son, sin duda: 

  • La implicación de los Estados miembros es fundamental. Sin el compromiso de colaboración en la financiación y en la simplificación de las barreras legales, la iniciativa no llegará muy lejos. 
  • Entre todos tenemos que conseguir que la transdisciplinariedad, es decir, no solo el trabajo en equipo interdisciplinario del mundo académico, sino la incorporación necesaria de la sociedad civil, la empresa y el sector público sea una realidad. Es uno de los factores clave que va a marcar la diferencia para enfocar mejor los retos sociales. 
  • La Comisión Europea está diseñando un plan de financiación de las alianzas europeas para los próximos seis años (4+2) por medio del programa Erasmus+ y Horizonte Europa, que se plantea como una transición mientras se consigue organizar una aproximación programática global a las Universidades Europeas. 
  • El impacto en el sistema universitario europeo. En este momento el 5% de las instituciones europeas están implicadas en la iniciativa. La Comisión quiere llegar al 10% y para ello propone, por una parte, financiar ocho alianzas europeas adicionales, y por otra, incentivar a las alianzas conformadas por nueve o más universidades con el doble de financiación por universidad. Es cierto que la iniciativa en sí implica de manera directa a un conjunto pequeño comparado con el total de universidades existentes en Europa, pero también es verdad que los test y los cambios que estos producen tienen impacto y benefician al conjunto del sector universitario europeo. 
  • Las 17 alianzas de la primera convocatoria están trabajando en la aproximación programática de los indicadores para plantear y cocrear un modelo de evaluación con la Comisión Europea. 

Los retos son muchos y muy complejos. Evidentemente, la energía necesaria para una transformación tan ambiciosa es ingente. Sin embargo, los pasos dados en tan solo 18 meses por parte de la Comisión Europea, de las Universidades Europeas y de los Estados miembros, con cambios legislativos, y el entusiasmo de la comunidad universitaria como motor de transformación para afrontar los retos europeos y globales, auguran un futuro prometedor. ¿Lograremos entre todos el salto cuántico que persigue la Comisión Europea?

Esta colaboración fue publicada en el Informe CYD 2020. Capítulo 1, páginas 78-82. Puedes descargar el artículo completo en este enlace.

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