Fundación CYD | “He conseguido hacer de mi pasión una profesión y he mantenido el mismo nivel de ilusión y aprendizaje que al principio” - Fundación CYD

“He conseguido hacer de mi pasión una profesión y he mantenido el mismo nivel de ilusión y aprendizaje que al principio”

Olaf Díaz-Pintado ha dirigido en los últimos 15 años la sede en España de Goldman Sachs, líder a escala global en banca de inversión, operativa de valores y gestión de inversiones.  Además de su amplia trayectoria en la banca de inversión, Díaz-Pintado es patrono de la Fundación CYD, donde comparte su entusiasmo por la formación superior y la promoción y desarrollo del talento joven.  En un momento de inflexión, cuando ha anunciado una pausa en su trayectoria profesional, conversamos con él acerca de su visión sobre el sector y sus reflexiones sobre los éxitos, retos y aprendizajes vividos. 

El imaginario colectivo en torno a la banca de inversión está asociado a profesionales que trabajan con mucha intensidad y ambición. ¿Qué hay de cierto en estos clichés?, ¿Cómo es el día a día en el sector?

En la descripción que se da en el cine o en los medios respecto a cualquier profesión, y también en la de banca de inversión, hay algo de cierto, pero no toda la verdad. Se exageran características como la intensidad, el trabajo muy duro o la competencia, pero otras que son esenciales, como el trabajo en equipo, pasan desapercibidas.

“Trabajamos mucho más en equipo que de forma individual y con un nivel de estimulación intelectual alto, porque nos relacionamos con gente muy preparada, y con un elemento competitivo permanente”.

También hay un componente de integridad que es fundamental; nuestro negocio se basa en la confianza, y en el momento en que hay cualquier comportamiento que se desvía de los principios de integridad básicos, esa confianza se pierde y el negocio sufre.

¿Qué formación y habilidades se requieren para trabajar en el sector de la banca de inversión?

La formación universitaria más frecuente son las ciencias empresariales, el derecho o la ingeniería; se valora una combinación de ciencias técnicas y humanas que dan las herramientas básicas, que son de tipo matemático y manejo de números.

Son importantes también habilidades del lenguaje, como entender y expresarse de una manera efectiva. Una vez que esas habilidades permiten entrar en la profesión, es la experiencia de muchos años la que realmente forma a los profesionales para que puedan ser competitivos en el largo plazo.

¿Cómo ha impactado la IA y otras tecnologías en el sector de la banca de inversión?

Se habla mucho de la inteligencia artificial, pero desde hace décadas ha habido una evolución tecnológica. Por ejemplo, hay mercados enteros bursátiles, de divisas o de renta fija, donde las transacciones manuales se han transformado totalmente en procesos digitales.

“Con la IA generativa vemos una aceleración de la transformación tecnológica de hace décadas, donde tareas y procesos enteros que requerían miles de horas, ahora se realizan en minutos, permitiendo que el sector en su conjunto sea más eficiente”.

¿Cuáles son para ti los mayores avances del sector en los últimos 20 años?

Cuando yo empecé mi carrera el sector era mucho más doméstico y las empresas españolas se financiaban fundamentalmente en España y en pesetas.  La creación del euro facilitó mucho el acceso al capital a todas las empresas europeas de una manera más homogénea. También se ha sofisticado la intermediación entre inversores o ahorradores y emisores o usuarios de capital. Se ha sofisticado la transferencia de riesgos entre unos y otros se ha hecho mucho más diversa y rica. 

Ha habido una evolución en muchas de las tareas que hacemos dentro de la profesión, y el uso de la tecnología para sustituir procesos más manuales ha jugado un papel fundamental. Y a nivel de búsqueda y selección de los profesionales, la tecnología ha agilizado y ampliado los procesos, facilitando un mayor acceso tanto de los candidatos a las empresas y viceversa.

¿Qué valoráis en los procesos de selección de los recién graduados? ¿Han cambiado los requerimientos y el perfil y vocación de los candidatos en las últimas décadas?

Cuando llega el momento de la selección del candidato, uno frente a otro, hay unos principios básicos que son muy parecidos a cuando yo empecé a trabajar, el primero es identificar quién tiene un verdadero interés en la profesión.

“Hay una diferencia entre querer encontrar un trabajo y tener un elemento de pasión por éste. Esa pasión diferencial es la que va a hacer que tengas un rendimiento superior y durante más tiempo. El interés y una cierta vocación eran muy importantes hace 30 años, cuando empecé a trabajar, y lo siguen siendo ahora”.

Además de la capacidad intelectual y analítica, se busca cierto componente comercial en el candidato: hay que saber comunicarse y convencer al entrevistador. Por último, y lo más importante, es la integridad y los valores: decir la verdad y hacer lo correcto es fundamental ahora y lo era hace también 30 años.

A nivel de demanda de candidatos, el número de solicitudes por cada plaza sigue siendo altísimo. Lo que sí ha cambiado es que ahora los candidatos universitarios tienen más opciones: antes la banca de inversión, consultoría y despachos de abogados aglutinaban a los graduados del ámbito del derecho y los negocios, ahora hay más oportunidades en el mundo de la tecnología, el mundo del equity y los hedge funds. Y no solo hay más oportunidades, sino que hay más información respecto a esas oportunidades y mayor competencia por captar ese talento.

Tras 26 años en Goldman Sachs, los últimos 15 dirigiendo la sede en España, has anunciado que tomas otro rumbo en tu carrera profesional. A lo largo de este tiempo ¿cuál crees que ha sido tu mayor éxito?

Voy a hacer una pausa en mi vida profesional y dedicar más tiempo a prioridades personales.  Entre los logros más objetivos en mi carrera está el haber llegado a ser socio de Goldman Sachs, para mí fue un sueño hecho realidad porque me parecía muy difícil de conseguir, y luego asumir responsabilidades como la gestión del negocio de España y algunas responsabilidades europeas. 

“El mayor logro es haber sido capaz de mantener durante tanto tiempo una trayectoria ascendente de aprendizaje permanente. Te das cuenta de que es como montar en bicicleta; si no sigues andando dejas de crecer, te desplomas, no hay un punto muerto. El haber conseguido un crecimiento con un aprendizaje y entusiasmo permanentes ha sido fundamental. Yo siempre afrontaba cada semana de trabajo como si pudiera ser la última y quería disfrutarla”.

Y para todos esos éxitos objetivos o más subjetivos, hay un montón de pequeños tropiezos y fracasos que los han hecho posible. Cuando miro hacia atrás, guardo el mismo buen recuerdo de los tropiezos que de los éxitos e hitos más visibles.

¿Y cuál ha sido el mayor reto al que te has enfrentado?

Uno de los mayores restos ha sido mantener una intensidad de trabajo muy alta durante muchos años, muchas décadas, y al mismo tiempo tener una vida personal con un contenido razonable. Y eso no significa un equilibrio de 50/50, es un balance que va oscilando y hay periodos donde a lo mejor 90 es trabajo y 10 personal, pero no puede ser 100 /0. 

Hay que tener una vida personal, familiar, aficiones e intereses que te permitan mantenerte durante mucho tiempo con una ilusión y que más adelante, cuando llegue el momento de hacer una pausa, no haya un vacío que rellenar o la necesidad de reinventarse. En mi opinión, el equilibrio entre vida personal y profesional ocurre al final, combinando todos esos periodos donde sí encuentras un equilibrio que se parece más al 50/50. Pero ese equilibrio no ocurre día a día, es muy difícil.

¿Si tú tuvieras que quedarte con algún aprendizaje, con cuál te quedarías? ¿Y quiénes han sido tus mayores maestros?

He aprendido de personas de la empresa, pero también de algunos clientes o colaboradores externos con los que he desarrollado un grado de confianza que han hecho ese papel de mentor, y a veces he sido yo su mentor.

“Los mayores aprendizajes han sido tener claros los objetivos, que sean suficientemente ambiciosos pero conseguibles y que se conviertan en una estrella polar. Dedicar todo tu esfuerzo a conseguir esas metas, con mucha confianza en ti mismo, pensando que no tienes las luces suficientemente largas como para estar viendo a esa estrella todo el día, pero sabes que vas en la dirección correcta”. 

También hay que levantarse tras los percances, aprender por qué te has caído, curarse las heridas y seguir. Y, por último, disfrutar de ese camino, no ver ese esfuerzo como un sacrificio o como una carga, sino como una bendición. Y cuidar mucho las relaciones personales: tratar a los demás como quieres que te traten a ti y que eso haga que no solo tú estés disfrutando, sino también lo hagan las personas de tu alrededor.

Si pudieras decirle algo a tu yo del pasado el primer día que entró a trabajar en Goldman Sachs, ¿qué sería?

El hecho de entrar en Goldman Sachs ya era una bendición en sí misma, pero la realidad ha superado a los sueños en un múltiplo de cinco o diez veces.

“A mi yo de hace 26 años cuando entró en Goldman Sachs por primera vez le diría que le espera un viaje fantástico. Que se abroche los cinturones y disfrute, porque tiene algo apasionante delante”.

Has participado en numerosas ocasiones en el Programa Mentores CYD, guiando a estudiantes de último curso de grado universitario en su salida al mercado laboral. ¿Cuál crees que es el denominador común de todos los jóvenes a los que has acompañado?

El denominador común es que todos quieren encontrar un buen trabajo y una de las labores de la mentoría es desgranar ese objetivo en algo que sea un poco más práctico. Definir los objetivos con mayor precisión es una parte importante y luego el transformarlos en un plan de acción muy práctico: identificar tipo de empresa, contactos que puedan ayudar a acceder a esos puestos de trabajo y hacer un plan de acción o incluso de formación complementaria. Preparar entrevistas y evaluar el feedback sobre ellas e incluso cuando ya han conseguido el trabajo, hemos mantenido o extendido la mentoría para sacar el mejor partido posible a los primeros meses de trabajo.

“He tenido la fortuna de estar en la Fundación CYD como patrono desde hace 15 años y el programa Mentores CYD es quizá una de las iniciativas que mejor se ajusta al objetivo de la Fundación CYD de acercar la universidad y la empresa”.

¿Y qué has aprendido tú de esas relaciones más jóvenes a las que has acompañado en el programa Mentores CYD? 

Creo que hay un equilibrio entre el aprendizaje del mentor y el mentee.  En el caso del estudiante se trata de absorber todo el camino recorrido por el profesional de muchas décadas de experiencia. Como mentor aprendes que puedes aportar mucho a la gente de tu alrededor con poco esfuerzo y eso es muy gratificante. Muchas veces las conversaciones con los mentees me han ayudado a tener conversaciones muy útiles con algunos de los empleados más jóvenes de mi empresa. 

Como patrono de la Fundación CYD compartes la visión sobre la importancia del acercamiento entre empresa y universidad para promover la inserción laboral. ¿Crees que en la actualidad hay un buen encaje entre la universidad y la empresa? ¿Cómo crees que se puede reforzar esta relación?

Si hacemos un diagnóstico, que la Fundación hace a través de su Informe CYD, le ponemos una nota razonablemente buena a la universidad en cuanto al acercamiento que existe en la actualidad con la empresa, pero siempre se puede mejorar y es un proceso que tiene que estar en ajuste permanente. 

“La empresa evoluciona de manera muy rápida y a veces a la universidad le cuesta mantener ese ritmo, y en ese desajuste puede que su enseñanza no se acople a lo que realmente se necesita”.

Hay veces que la propia empresa necesita organizar prácticamente una labor de formación parecida a la universidad, porque no encuentra profesionales; es lo que ocurre con las empresas de tecnología, que tienen que montar su propio equipo de formación para nutrirse de profesionales. La universidad ha de estar muy atenta y despierta para acercarse a las necesidades en permanente cambio de las empresas.

¿Crees que la universidad y la empresa deberían cooperar más en la formación continua de los profesionales? 

La formación continua como punto de vínculo entre universidad y empresa es un elemento indiscutible, muchos profesionales necesitan estar en formación permanente mucho más acelerada de lo que veíamos hace algunas décadas.

“En la formación continua, la universidad tiene una oportunidad de acercarse a la empresa: de aprender cuáles son esas necesidades y de amoldarse y dar ese servicio de una manera que sea diferencial a la que la empresa pueda hacer por sí misma”.

También hay una oportunidad para el aprendizaje inicial en la formación universitaria completa para asegurar las nuevas profesiones en evolución en los campos de tecnología, pero también medicina, farmacia, biotecnología. Hay profesiones en evolución permanente que se pueden beneficiar de la capacidad intelectual y la capacidad de investigación que existe en la universidad y que, con una mayor aproximación a la empresa, podría resultar en un bien común. 

Para acabar, ¿qué consejo darías a los jóvenes profesionales que finalizan sus estudios o empiezan su carrera y quieren dedicarse al sector de las finanzas?

El consejo se lo daría antes de empezar la universidad y sería que escogieran la carrera que más se acerque a sus pasiones y vocaciones, porque tenemos un mejor desempeño en las tareas que más nos gustan, y estudiar en la mejor universidad posible y con las mejores notas posibles. Y cuando ya han terminado la universidad, buscar también las profesiones por las que sientan mayor pasión y vocación.

No hay una vocación perfecta para todos, pero sí hay que buscar las inquietudes y áreas de interés que cada uno tiene. Una vez se tenga eso, hay que establecer metas y objetivos profesionales lo más altos posibles de forma realista, y empezar un viaje que requiere mucho esfuerzo, mucho sacrificio de la gratificación inmediata a cambio de una gratificación en el largo plazo que merece la pena.

“Es importante creer en ti mismo, en que vas a llegar al final. Las mejores recompensas en la mayoría de las profesiones vienen al final. Hay que tener paciencia, invertir en el largo plazo y cuidar mucho las relaciones, porque vas a llegar tan lejos como te lleven los equipos a tu alrededor y los caminos en solitario normalmente no te llevan demasiado lejos”.

Y el último consejo sería disfrutar del viaje de tu profesión, tu pasión. Yo cursé dos carreras: Ciencias Empresariales y Derecho, y fue al final de mis estudios cuando encontré el mundo de las finanzas y la banca de inversión como realmente lo que me apasionaba. Y tuve el objetivo firme de llegar lo más lejos y lo más alto posible en esa profesión, y 32 años después me sigue apasionando igual que el primer día, de hecho, más todavía. He conseguido hacer de mi pasión una profesión y realmente el nivel de ilusión y de aprendizaje y de crecimiento que he tenido en los últimos años ha sido igual o superior al que tenía en los primeros.



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