En el curso 2020-2021 se ofertaron 15.7281 plazas para los estudios de grado de Derecho. La titulación abre la puerta a los futuros profesionales de la abogacía, una profesión que Salvador Sánchez-Terán, socio director de Uría Menéndez y patrono de la Fundación CYD, define como “apasionante, exigente e intelectualmente muy retadora”.
Salvador Sánchez-Terán ejerce su vocación desde hace más de 30 años en Uría Menéndez, uno de los despachos de abogados iberoamericanos más prestigiosos, que además es una institución con más de 70 años de historia y una escuela de abogados. En ella, Salvador aprendió no solo la práctica jurídica sino los valores y la ética de una profesión en la que no ha dejado de tratar de mejorar cada día.
Saber derecho y conocer el contexto económico y tecnológico que le rodea
“La esencia de la profesión es ayudar a una persona física o jurídica que tiene un problema y necesita que alguien, con conocimientos de derecho, sepa aplicarlo bien y con criterio: los abogados tenemos que saber derecho y formarnos constantemente”.
Salvador Sánchez-Terán
Algo fundamental en la actualidad son los conocimientos y manejo de las herramientas tecnológicas: “Hay una revolución en marcha, la Legal Tech, que emplea el uso de la tecnología y software en los servicios jurídicos, y va desde las herramientas de digitalización, automatización y análisis de documentación hasta la aplicación del Big Data para predecir los posibles resultados de los pleitos, y que ya se usa, fundamentalmente, en Estados Unidos”.
Tener una base de conocimientos económico-contables, casi en cualquier especialidad, es necesario: “Es importante que los abogados se acerquen al mundo de la economía y la contabilidad, saber cómo funciona un balance o una cuenta de resultados, y nociones de macroeconomía como la inflación o los tipos de interés”. En este sentido, en Uría Menéndez se valoran muy positivamente los dobles grados de Derecho y Administración de Empresas, especialmente para áreas como Mercantil o Penal Económico.
La comunicación oral y escrita es esencial en esta profesión, por ello tener una buena técnica, tanto innata como aprendida, “siempre todos podemos formarnos y mejorar”, es más que recomendable. En un mundo global y con gran parte de clientes internacionales, el inglés es el idioma de la abogacía: “Enriquece conocer muchos idiomas, pero es muy recomendable tener un buen nivel de inglés, es el más usado con clientes de otros países”.
Además, la experiencia vital en el extranjero también suma: “Todo lo que sea ver mundo y aprender nuevas culturas es bueno: sean seis meses de voluntariado en Bangladesh o en Marruecos o un año de trabajo en un despacho en Nueva York” añade Sánchez-Terán.
Aportar valor personal con empatía, creatividad y esfuerzo
La base de la relación entre un abogado y su cliente es la confianza y esta se construye con la empatía: “Desde la independencia de criterio, y sin decir a todo que sí, hay que entender la situación personal del cliente; su problema. Solo si lo entiendes bien podrás ayudarle”. Una cualidad que va unida a la honestidad, inherente tanto en la relación con el cliente como con la contraparte.
El derecho es una ciencia social, en la que más allá de poner en práctica los conocimientos teóricos, hay espacio para la creatividad: “Respetando la ley, en todos los ámbitos del derecho se puede innovar: encontrando el argumento brillante, la estructura de una operación o la forma de resolver un problema medioambiental de forma diferente. La creatividad es esencial y es lo que distingue a los mejores abogados”.
La ética, que supone ser muy riguroso y decir que no a algunos clientes para evitar los conflictos de intereses, también es esencial: “Por encima de todo están las obligaciones deontológicas y éticas”. Y todo ello con una actitud vinculada al esfuerzo:
“Es una profesión dura y exigente, hay que tener la capacidad de esforzarse para dar el mejor servicio al cliente y eso a menudo requiere mucho estudio y dedicación”.
Salvador Sánchez-Terán
Del aula al despacho de abogados: un camino bidireccional
Sánchez-Terán valora positivamente algunos aspectos del Plan Bolonia: “Ha reforzado la oratoria o los casos prácticos, pero quizá ha perdido profundización en el estudio del derecho y es muy importante saber y estudiar derecho para su aplicación práctica” y subraya la importancia de poner en práctica lo aprendido en un despacho de abogados.
Para acercar la universidad a la empresa, Sánchez-Terán apunta dos vías:
“Es positivo que abogados en ejercicio demos clase en universidades, tanto en cursos de grados como máster, y que los alumnos vengan a realizar sus prácticas en el despacho para que conozcan la realidad de la profesión”.
Salvador Sánchez-Terán
Una vinculación entre realidad profesional y formación académica que forma parte del ADN de Uría Menéndez desde su fundación por dos catedráticos.
“Los alumnos valoran enormemente que un profesor que conoce y está al día de la realidad de un despacho imparta clases en la universidad. Yo mismo estoy en Uría Menéndez por un profesor de derecho mercantil cuya forma de dar clase, viva y apasionante, fue crucial en mi decisión de optar por esta profesión” explica.
En el Ranking CYD, el análisis más completo de las universidades españolas, los estudiantes pueden conocer aspectos sobre la enseñanza de las universidades que imparten el grado de Derecho, las prácticas, así como aspectos vinculados a la inserción laboral o a la internacionalización, entre otros. Además, pueden conocer qué universidades obtienen los mejores indicadores de rendimiento en diferentes ámbitos de valoración.
Tras los estudios de grado, Sánchez-Terán recomienda combinar el máster de acceso a la abogacía con otro máster, de un ámbito de especialización o más genérico en asesoría jurídica y que pueda dar una visión más práctica de lo que se ha visto en el grado.
Un mercado laboral amplio y competitivo
Según el análisis de empleabilidad de la Fundación CYD, el 92% de los graduados en Derecho tiene trabajo a tiempo completo a los cinco años de graduarse. El abanico de salidas profesionales es muy elevado: desde la abogacía en despachos o empresas finales, el trabajo en la administración pública, en fundaciones y en universidades, entre otros.
El mercado laboral de la abogacía es competitivo y vivo, Salvador Sánchez-Terán destaca que: “Los despachos de abogados continuamente estamos buscando a los mejores graduados, la competencia por su talento es enorme”.
El socio director de Uría Menéndez explica que hay muchas disciplinas con potencial y destaca el derecho digital y todo aquello relacionado con las nuevas tecnologías, el medioambiental, en su sentido amplio y vinculado a la energía, y el derecho laboral; sin olvidar áreas como procesal y mercantil.
Flexibilidad y autonomía para el trabajo diario
Durante la pandemia, despachos como Uría Menéndez se adaptaron con éxito al teletrabajo y redoblaron esfuerzos en la digitalización de los procesos. Hoy el despacho sigue un modelo de trabajo híbrido presencial y en remoto, donde la palabra clave es flexibilidad: “Confiamos plenamente en la responsabilidad personal de los abogados y en la autonomía de los equipos para su organización. Nuestros abogados quieren un componente importante de contacto en la oficina, donde más se aprende y se entablan las relaciones sociales, pero que sea combinable con la libertad de poder realizar tareas desde casa”.
Pasión por una profesión con vocación social
En la actualidad Salvador Sánchez-Terán ejerce una posición directiva en Uría Menéndez, pero aún recuerda sus inicios, sobre todo una reunión en solitario con un directivo de un banco internacional al poco de entrar en el despacho: “No dormí en toda la noche, pero me formó mucho: tener que asumir pronto responsabilidades da vértigo, pero enseña mucho. Quizás ahora, con el crecimiento de los despachos, nos hemos vuelto más conservadores, lanzamos más tarde a los buenos abogados”.
Salvador superó muy bien esas aguas, en las que lleva nadando 34 años, lo que le permite dar un consejo a los que empiezan en esta profesión:
“Es aconsejable encontrar un abogado o un despacho que sea tu maestro, en el sentido vital, que te enseñe la profesión. Y tener entusiasmo, disfrutar de una profesión apasionante donde cada día hay un problema por solucionar, en la que siempre se aprende, nunca te aburres y es muy importante el compañerismo”.
Salvador Sánchez-Terán
Y todo ello recordando la función de gran valor que el Derecho y las Ciencias Jurídicas aportan a la sociedad: “Los abogados aplicamos derecho. Y el derecho es la base de la convivencia y la garantía de los ciudadanos frente a los poderes del Estado. Los abogados, jueces y fiscales contribuyen a la justicia en la sociedad”.
1Sistema Integrado de Información Universitaria (SIIU). Secretaría General de Universidades.