Con motivo de la vigésima edición del Informe CYD, el vicepresidente de la Fundación CYD y uno de los principales impulsores del Informe CYD, Francesc Solé Parellada, rememora los inicios de la Fundación y reflexiona sobre las razones que dieron origen al Informe CYD. Además, analiza la evolución de la universidad española a lo largo de estas dos últimas décadas.
¿Cómo fueron los primeros pasos de la Fundación CYD, cómo nació?
La Fundación CYD nació tras una conferencia que Ana Botín dio en el Palau de les Heures de la Universidad de Barcelona (UB), organizada por Francesc Santacana. En ese momento, tanto Francesc Santacana como yo, estábamos comprometidos con promover la relación entre la universidad y la sociedad; él desde la Universitat de Barcelona y yo desde la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC).
Después de la conferencia, Francesc Santacana me contactó para proponerme coorganizar un Think Tank en el que Ana sería la presidenta. La idea era reunir a un grupo de jóvenes con grandes capacidades demostradas en sus estudios y trabajos. Nos reuniríamos mensualmente, y Santacana y yo nos encargaríamos de coordinar las reuniones y extraer conclusiones.
El grupo hizo un excelente trabajo y tras casi dos años de actividad, logramos un texto sólido y lleno de posibilidades. Fue entonces cuando junto con Francesc Santacana y Ana Botín nos planteamos la idea de crear una fundación que nos permitiera llevar a la práctica las ideas surgidas de este Think Tank. Así nació la Fundación CYD, con el objetivo de impulsar la contribución de las universidades españolas al desarrollo económico y social, tanto a nivel nacional como en sus áreas de influencia.
Y dada la ausencia de un análisis consistente sobre el estado de las universidades en España y su papel en el desarrollo, una de las primeras decisiones que tomamos en la Fundación fue crear el Informe CYD. Un informe que no solo describe la situación actual, sino que también propone ideas concretas para mejorar la conexión entre la academia y el progreso social y económico del país.
¿Cuáles fueron los motivos que hace más de veinte años os impulsaron a promover la realización de un informe de estas características?
En España no existía un informe completo sobre el estado de la universidad española que estuviera realmente comprometido con contribuir al desarrollo económico y social del país. No se conocía la relevancia del personal universitario ni su labor, y tampoco había una opinión formada sobre su situación, su desempeño y las áreas en las que se necesitaban mejoras.
Con el Informe CYD no solo queríamos ofrecer una descripción detallada y comparaciones internacionales, sino también incluir propuestas de mejora concretas. Además, queríamos que el Informe CYD se enriqueciera con las contribuciones de expertos que abordaban temas de actualidad. Este informe, además de proporcionar información y sugerencias, introdujo un vocabulario especializado y modelos de gestión que, en gran medida, eran poco conocidos por muchos de los gestores universitarios.
¿Cómo le definirías el Informe CYD, en pocas palabras, a alguien que nunca haya oído hablar de él?
El Informe CYD se plantea como un instrumento para mejorar la contribución de la universidad al desarrollo económico y social de España. No solo describe el sistema universitario español en profundidad, sino que también compara su desempeño tanto entre diferentes universidades del país como con otros sistemas universitarios internacionales. Su propósito va más allá de ser simplemente descriptivo; es también propositivo, ofreciendo ideas y enfoques para impulsar mejoras
Gracias a su exhaustividad, también es una herramienta valiosa no solo como referencia y consulta, sino como un recurso clave para formar opinión, construir estrategias, y realizar comparaciones efectivas.
Veinte años es un aniversario importante. ¿Cómo valoras estas dos décadas del Informe CYD?
La elaboración del Informe CYD ha enriquecido el conocimiento de la propia Fundación. Estos 20 años de trabajo ofrecen a sus usuarios una visión completa de la evolución del sistema universitario y de su evidente mejora a lo largo del tiempo.
Es muy común encontrar los 20 ejemplares del Informe CYD en las bibliotecas de actores del ámbito universitario y de responsables de instituciones, quienes cuentan con una herramienta fiable y sólida para mejorar su información, fortalecer sus juicios y tomar decisiones mejor fundamentadas.
En estos años hemos tenido el privilegio de contar con la colaboración de un gran número de expertos, ¿Qué crees que han aportado al Informe CYD?
Un informe como el Informe CYD, con una estructura lógica que responde a los diversos ámbitos de contribución de las universidades y a una descripción crítica de sus recursos, no puede profundizar de igual manera en todos los aspectos de actualidad o en nuevos temas de interés. Las contribuciones de expertos permiten ahondar en áreas que requieren una atención específica en momentos determinados.
El conjunto de colaboraciones de estos expertos a lo largo de los últimos 20 años ofrece, por sí mismo, una visión crítica de la universidad que complementa al informe, que necesariamente debe seguir una estructura más general y sistemática.
El sistema universitario español ha experimentado una gran evolución en estos últimos años, ¿qué crees que ha aportado el Informe CYD a las universidades españolas?
El Informe CYD ha sido clave al ofrecer una información extensa y ordenada sobre los recursos de las universidades y su desempeño. Este informe proporciona elementos esenciales para el diseño de estrategias y el desarrollo de acciones concretas que impulsan la mejora del sistema universitario. Además, la comparación con otros sistemas universitarios ha resultado útil para plantear objetivos más ambiciosos y establecer metas de superación, lo que fortalece la capacidad de las universidades españolas para contribuir al desarrollo económico y social del país.
Si nos ponemos a comparar el sistema universitario español de hace 20 años con el de hoy, ¿cuál crees que es el mayor cambio? ¿Los retos se mantienen, han cambiado?
En estos 20 años, el sistema universitario español ha logrado un avance significativo en el conocimiento de sí mismo y en la toma de conciencia sobre la importancia de la gestión y los servicios que ofrece. Uno de los cambios más relevantes ha sido la claridad respecto a su misión principal: la contribución al desarrollo económico y social. Una universidad que no tenga clara su misión, o que no sea reconocida, difícilmente puede tomar decisiones estratégicas adecuadas.
Además, el sistema ha experimentado una transformación en su segunda misión, la investigación, que ha modificado tanto la naturaleza de los departamentos como las prioridades dentro de las universidades. También se ha visto un crecimiento considerable en el número de universidades privadas, especialmente en términos de alumnado de grado y, sobre todo, de posgrado. A esto se suma el impacto de la digitalización y las nuevas tecnologías, que han cambiado tanto las metodologías educativas como la gestión institucional.
En cuanto a los retos, los desafíos generales son similares una vez que han sido reconocidos, pero los específicos han evolucionado de forma notable. Por ejemplo, hoy en día se reconoce la responsabilidad social de la universidad, que incluye temas como la paridad de género y el compromiso con la sostenibilidad. Asimismo, la internacionalización se ha convertido en una condición indispensable para garantizar la calidad académica y competitiva del sistema universitario español.
A partir de aquí, ¿cuáles piensas que son los próximos retos del Informe CYD?
El Informe CYD ha experimentado una evolución constante, pero aún tiene un largo camino por recorrer. En el aspecto descriptivo, es necesario profundizar en el uso de indicadores para dotarlos de un mayor poder explicativo.
Los indicadores con mayor valor explicativo son fundamentales también en la dimensión propositiva del informe. No basta con señalar que un aspecto es mejorable; es necesario poder precisar el porqué, el dónde y el cuánto. Para lograr esto, es necesario mejorar los modelos que utilizamos, asegurándonos que su comprensión no se vea afectada por un lenguaje excesivamente técnico.
En cuanto al aspecto visual, el Informe CYD ha mejorado de manera significativa, pero aún hay margen para avanzar. Fuimos de los primeros en incorporar infografías en nuestros informes e incluso en emplear técnicas de storytelling cuando era posible. Creemos que continuar en esta línea contribuirá a mejorar la comprensión del contenido para nuestros lectores, facilitando así la transmisión de nuestras conclusiones y propuestas.