Parecen sinónimos pero en verdad no lo son, las diferencias son sutiles pero contundentes. Por un lado, el mentoring permite que el joven alcance su mayor potencial y desarrolle sus habilidades para afrontar la vida laboral; por otro, el coaching profesional se centra en temas muy concretos dirigidos al rendimiento de la persona, focalizándose en las tareas desde un enfoque táctico. Mientras que el mentor da consejos y recomendaciones con una mirada más estratégica, el coach no aconseja ni recomienda sino que ayuda a encontrar las propias respuestas. Aunque el Programa Mentores CYD se centra en el vínculo mentor-mentee, suceden casos en los que la relación cobra un cauce y un acompañamiento reflexivo que inspira al graduado no solo a escuchar la experiencia del otro para fijar su camino sino a enfocarse en la consecución de sus propios resultados.
Y es que en Fundación CYD procuramos que los enlaces entre mentor y mentee desarrollen su propia dinámica partiendo de las necesidades del joven profesional y los aportes del experto. Al ver los perfiles de los jóvenes que cada año aplican al Programa Mentores CYD y que son finalmente seleccionados, intentamos vincularlos a un mentor que por su trayectoria profesional, su formación o personalidad conecte de manera proyectada y empática.
En el caso de Carlos de la Iglesia, director de Comunicación y Desarrollo Corporativo de Microsoft, y de Sergio López, graduado en periodismo y comunicación audiovisual por la Universidad Carlos III de Madrid y actualmente realizando un máster en comunicación corporativa, se ha generado un vínculo de mentoring personal y de coaching profesional con beneficios y aportes para ambos. A través del ejemplo que inspira la formación, la carrera y la trayectoria de Carlos es que fue posible lograr una relación basada en el acompañamiento, la tutela y la guía mediante el ofrecimiento de consejos y reflexiones válidas para Sergio.
A continuación, compartimos las apreciaciones de Carlos de la Iglesia tras su segundo año como mentor del Programa Mentores CYD y también las valoraciones de su mentee, Sergio López.
¿Qué te motivó un año más a decir que sí a la propuesta de Fundación CYD y participar como mentor?
Carlos: En Microsoft también tenemos diversos programas de mentoring y es algo que no nos es ajeno. La experiencia con el Programa Mentores CYD ha sido buenísima y estoy encantado de participar y de colaborar con la Fundación CYD. En el caso de Sergio, lo tenía todo totalmente claro desde la primera sesión. No ha sido un mentoring al uso basado en compartir mi experiencia sino más bien un coaching profesional en el que yo he ido preguntando para confirmar lo que él ya sabía. A través del mentoring tendemos a dar soluciones mientras que con el coaching profesional intentamos que las personas encuentren sus respuestas y su camino a seguir.
¿Cómo te enteraste de la iniciativa? ¿Cómo fue saber que habías sido seleccionado y que Carlos sería tu mentor?
Sergio: Me enteré a través de un correo institucional de la Universidad Carlos III. Me metí a curiosear para saber de qué iba la propuesta, me pareció una oportunidad excelente y no dudé en aplicar inmediatamente. Estaba en el último año de la carrera, un momento clave en el que tenemos que tomar decisiones muy importantes, y si bien la universidad te dota de muchos conocimientos teóricos y prácticos es una burbuja que no te prepara para hacer una gran elección laboral. Al saber que había sido seleccionado y que mi mentor sería Carlos me invadió una alegría inmensa porque esperaba que me ayudara y acompañara a tomar las decisiones. Y así fue: mi mentor me brindó una perspectiva amplia y completa para hablar de todos los temas y ayudarme a tomar una decisión acorde a mis objetivos.
¿Qué pilares han sido necesarios para el buen funcionamiento de este binomio mentor-mentee?
Carlos: La confianza ha sido fundamental. La primera sesión suele ser muy exploratoria y el mentee llega medio despistado y sin saber muy bien cómo funciona el mentoring pero a mi me sorprendió lo organizado y preparado que estaba Sergio. Es clave tener muy claros los objetivos, qué se pretende conseguir en cada una de las sesiones y Sergio bien supo lo que quería lograr con cada encuentro.
Sergio: La confianza y la pasión que nos une; en nuestro caso, el periodismo y la comunicación. Yo le planteaba dudas, problemáticas o rutinas típicas de la profesión que no sabía cómo enfrentar o planificar y Carlos pudo darme respuestas a través de su pasado profesional. Además, una de las cosas que más he valorado es la escucha activa de mi mentor y el hecho de poder verbalizar todos mis pensamientos de caos ya que, al compartir mis dudas profesionales con alguien que lleva muchos años en el ámbito, me ha ayudado a poner cierto orden.
¿Cómo se fijaron los objetivos de las sesiones/encuentros tras el primer contacto entre vosotros?
Carlos: En la primera sesión decidimos qué y cómo lo íbamos a hacer. Agendamos y calendarizamos los encuentros para tener una call una vez al mes, las cuales se me han hecho cortas. Nos ha faltado tiempo para entrar con mayor profundidad en los temas que han sido super interesantes. A los dos nos gusta hablar mucho y de un mes al otro Sergio cambiaba sus prioridades, apuestas o propuestas, con lo cual volvíamos a empezar para enfocarnos en la actualidad y en lo que a él preocupaba.
Sergio: La planificación ha sido muy importante. Desde el principio le hice saber a Carlos lo que quería que me comentase y él me ha dejado muy claro lo que podía ofrecerme. Lo más bonito ha sido la flexibilidad ya que de un mes para el otro podían pasar muchas cosas o más bien pocas y en dicho caso Carlos me compartía su trayectoria y decisiones profesionales. Ha sido un mix de contarle mis novedades y propuestas y escucharlo a él con su historia y experiencia. Él me ha brindado soporte para reflexionar y así encontrar las respuestas a mis preguntas. Ha sido un compañero que me ha acompañado y aconsejado en la toma de decisiones.
¿Cuánto ha habido de mentoring inverso?
Carlos: Mucho. Me encanta y es algo que recibo tanto con el programa de mentoring de Microsoft como con CYD. Con Sergio hemos tenido sesiones en las que al terminar he tenido la sensación de que el mentee había sido yo más que él. He aprendido mucho de Sergio y también me he visto reflejado a cuando yo empezaba a dar mis primeros pasos, aunque creo que a su edad yo estaba mucho más despistado, más perdido, sin tanto foco y sin saber lo que quería hacer o dónde quería trabajar.
¿Cuáles son los aportes complementarios del Programa Mentores CYD a la universidad?
Sergio: El programa ha sido un gran complemento a la universidad. Uno de los mayores aportes de Carlos es el hecho de saber que se puede recorrer un camino sin tenerlo excesivamente trazado ni tampoco ir a la total expectativa, sino más bien descubrir un sendero profesional sin tener todo prefijado. Juntos hemos trabajado en las soft skills que son realmente imprescindibles ya que ante tanta tecnología y avance digital, donde podemos aportar valor las personas es en la creatividad, en la relación interpersonal y en las habilidades de comunicación. Con el Programa Mentores CYD he podido desarrollar habilidades que la universidad no suele trabajarlas porque demandaría un trabajo muy individual y personalizado. Además, el hecho de compartir con mi mentor el gusto y la pasión por la comunicación ha sido clave para entendernos mucho mejor.
¿Qué proyección a futuro hacéis de la universidad y del mercado laboral?
Carlos: Sigue existiendo una desconexión entre la universidad y la realidad laboral, es decir lo que demandamos las empresas. Falta que la universidad ajuste las enseñanzas y los contenidos curriculares a lo que realmente están pidiendo y necesitando las compañías. Hay una gran brecha entre lo que se enseña y lo que realmente se está buscando en las empresas; esto viene sucediendo hace años y en el ámbito de la tecnología lo notamos muchísimo porque lo que se enseña en la universidad no es lo que luego las compañías piden a los candidatos.
En cuanto a las empresas, estamos viviendo un momento de cambio tremendo. Ya se está viendo la gran dimisión y el replanteamiento de la vida personal y profesional. Las personas ahora buscan compañías con otra aproximación, que tengan valores concordantes a los suyos, que tengan un modelo de trabajo flexible e híbrido, que brinden un equilibrio entre el plano profesional y el personal. El cambio es tremendo, vamos hacia un modelo en el que nos organizaremos por proyectos y no será tan importante la jerarquía ni la organización de las empresas sino que se organicen en función de proyectos independientemente de los miembros, con equipos multidisciplinarios y ubicados en sitios distintos. Vienen nuevos modelos de organización de las empresas, con otros valores y propósitos y eso casualmente es lo que buscan las nuevas generaciones.
Sergio: Las empresas del futuro serán aquellas que crean más en las personas que las forman, que permitan la conciliación, que piensen menos en términos de departamentos estancos o puestos de trabajo y más en personas que se mueven, que rotan, que son transversales. Eso ya no es una cuestión de futuro, es el presente: estamos en la década de la acción y el hecho de que las empresas tengan que tener un propósito es ya. En los próximos años quien no tenga un propósito definido y no contribuya a un mejor planeta se va a quedar muy atrás.
En cuanto a la universidad del futuro, se plantea hace ya tiempo el cambio necesario a nivel estructural. La diferencia entre saber teórico y práctico es cada vez más bipolar pero creo que en lugar de oponer ambos saberes, habría que defender tanto el pensamiento crítico, como el teórico y las habilidades más mecanizadas. La universidad del futuro tiene que enseñar a sus alumnos a desarrollar un saber crítico que permita tomar decisiones para tener más capacidades de desenvolvimiento en un mundo muy disruptivo, cambiante y dinámico.