El pasado 29 de septiembre realizamos la presentación del Informe CYD 2020 sobre la contribución de las universidades españolas al desarrollo. Esta última entrega se publica en el marco de la pandemia, con su inherente impacto en el sistema universitario mundial y español. Precisamente, y a causa de la crisis sanitaria provocada por la Covid-19, es la primera vez que realizamos este acto en formato híbrido (presencial/virtual).
La jornada comenzó con un encuentro junto a los principales medios de comunicación en el que Francesc Solé Parellada (vicepresidente de Fundación CYD) y Martí Parellada (coordinador general del Informe CYD) expusieron las principales tendencias, oportunidades y medidas a futuro que debe asumir la universidad española.
Según reconoció nuestro vicepresidente, “la universidad española ha sido flexible y ha respondido muy favorablemente ante la Covid-19, sumado a que los datos no son los mismos con una pandemia que sin ella. Sabemos que hay problemas pero también tendencias positivas respecto a la universidad. Hemos de ir más deprisa porque nuestros referentes están lejos, sobre todo en temas de financiación. Sin recursos, por más buena voluntad, no podremos llegar más lejos».
En la rueda de prensa se presentaron, además, los resultados del Informe CYD 2020 respecto a matriculados, oferta universitaria, personal docente, egresados, gasto en I+D, alcances de la investigación, financiación y recursos. Entre estos indicadores con datos actualizados, tres oportunidades a modo de palancas transformadoras quedaron expuestas con mayor relevancia como vías para impulsar a la universidad española: la digitalización, la iniciativa Universidades Europeas y los Fondos Next Generation junto al Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de España.
“La universidad ha de hacer frente al desafío de la irrupción digital, el cual requiere un esfuerzo institucional muy fuerte, no solo del profesorado sino de todo el personal”. Así lo sostuvo Martí Parellada, quien además consideró que “la universidad debe pasar de la autogestión a la autonomía para gozar de mayor flexibilidad y capacidad de decisión. En concreto, los fondos Next Generation se presentan como una gran oportunidad para mejorar e impulsar nuevas iniciativas de ciencia e innovación. Del mismo modo, la iniciativa Universidades Europeas es una de las palancas de transformación más importantes que requiere de recursos, pero también de una voluntad política que creo que está aquí».
Mesa redonda sobre la universidad del futuro
Ante la asistencia, limitada por las restricciones de aforo marcadas por la pandemia, de 80 personalidades destacadas del ámbito académico, universidades, instituciones, miembros del Patronato de Fundación CYD y autoridades, y más de 150 asistentes vía streaming, el acto de presentación del Informe CYD 2020 se inició en el salón de actos de la Biblioteca Nacional de España con una mesa redonda, presidida y moderada por Francesc Solé, que puso a debate los desafíos y oportunidades de la universidad del futuro. La mesa contó con la participación de Joan Corominas (presidente del Consejo Social de la Universitat de Barcelona), Eva Ferreira (rectora de la Universidad del País Vasco), Martí Parellada y Pilar Villacorta (IBM University Relations Leader).
En primer lugar, Joan Corominas se refirió al gran aporte de la iniciativa Universidades Europeas y su capacidad de conexión entre alumnos y profesores de diferentes países: “El futuro de las universidades irá de la mano de estas alianzas. Además, las universidades deben orientar la oferta a la demanda y tener cierta flexibilidad ya que las necesidades de la sociedad avanzan y cambian muy deprisa y, ante ello, no se puede responder con lentitud”.
Además, Corominas hizo un análisis sobre las dinámicas de transferencia de conocimiento entre la universidad y la empresa:
“El ecosistema es muy complicado para hacer llegar todo lo que se genera en la universidad a las empresas pequeñas, que son la mayoría. El problema de la transferencia es que el conjunto de empresas que tenemos en España está conformado, en un 90%, por pymes y, de este porcentaje, casi la totalidad son micropymes a las que la universidad les queda muy lejos. Hay que encontrar la manera de acercar la universidad a la empresa ya que la mitad de la investigación que se hace en España es pública y, de esa mitad, el 60% se investiga en la universidad”.
En concordancia, Eva Ferreira compartió su percepción respecto a la colaboración universidad-empresa partiendo de la necesidad de colocar a la universidad en el centro de la sociedad y viceversa. “La mirada social debe ser el ADN de todas las universidades. Hace falta más colaboración multidisciplinar entre académicos y transdisciplinar entre distintos agentes de la universidad y de la empresa. La Formación Dual, que requiere un gran compromiso de ambos agentes, no es teoría+práctica sino una formación integral que combine el conocimiento necesario para las respuestas de la sociedad. Existe mucho margen de mejora en la docencia colaborativa, la investigación colaborativa y la transferencia colaborativa”.
Según la rectora del País Vasco, la universidad tiene mucho que aportar en el fortalecimiento de las vocaciones emprendedoras y debe ser útil no solo para la educación de los jóvenes sino para la formación a lo largo de la vida en combinación con la empresa.
“La relación es importantísima y más aún en términos internacionales ya que el conocimiento no conoce de territorios. Digitalización e internacionalización serán el pegamento para que el conocimiento colaborativo sea más que la suma de los conocimientos. No solo el sector productivo sino la sociedad en general debe saber y conocer lo que en la universidad hacemos de manera colaborativa para el entorno social ya que hablando entre diferentes es como surgen ideas novedosas”.
Por su parte, Pilar Villacorta reconoció que el gran reto de la universidad es repensar la educación en la era digital y que, al ritmo de los cambios tecnológicos con la pandemia como catalizadora, hay que adaptar los procesos educativos y de trabajo a la transformación digital en la que estamos inmersos. “No hay un liderazgo sin que haya un liderazgo tecnológico y las universidades no se pueden quedar atrás. Sin embargo, la transformación digital no pasa solo por una educación online sino que debe ser mucho más profunda e involucrar a su modelo operativo, los servicios que ofrece, la interacción con los alumnos antes y después del aula, así como a los equipos de investigación”.
Además, la responsable de las relaciones con universidades y escuelas de negocio de IBM reflexionó sobre el desajuste persistente entre la oferta de graduados universitarios y la demanda de perfiles profesionales.
“Desde la educación, es necesario ajustar el gap que existe en relación a la demanda del mercado laboral. La tecnología es demandada en todos los perfiles profesionales y en todo los tipos de talento. En los planes formativos, no solo se deben incluir las habilidades tecnológicas sino que las competencias digitales necesitan pensarse desde el enfoque de la empleabilidad y la puesta en práctica. Hay que tener oportunidad de reinventarse y ahí es donde las empresas pueden ayudar mucho, desde el acompañamiento en la transformación digital, la formación desde dentro de la empresa y la innovación a través de las relaciones colaborativas y abiertas”.
Finalmente, Martí Parellada reconoció el enorme esfuerzo realizado por los profesores universitarios para trasladar la educación presencial a la virtual. Sin embargo, «un power point colgado en la pared no es digitalizar la universidad; se necesita una transformación global y profunda que defina un nuevo proceso blended de docencia y que procure que la digitalización incluya a todos los sistemas y procesos. La transformación digital no solo es contar con ciertas herramientas para proveer una enseñanza online sino algo que va mucho más allá y que requiere un esfuerzo organizativo muy elevado para digitalizar a la institución en sí misma».
Investigación, digitalización y colaboración: ejes de la sesión de clausura del Informe CYD 2020
La sesión de clausura contó con las intervenciones de José Carlos Gómez Villamandos (presidente de CRUE Universidades Españolas), Javier Monzón (presidente del Comité Ejecutivo de la Fundación CYD), Mateo Valero (director del Barcelona Supercomputing Center) y Manuel Castells (Ministro de Universidades); además de las palabras de cierre de nuestra presidenta, Ana Botín.
Gómez Villamandos intervino en el acto indicando que el primer desafío de España como país es ser más productivo. En este punto, argumentó que la estructura empresarial está formada mayoritariamente por microempresas, y que esta es una de las graves debilidades de la economía española que “lastra la productividad y competitividad”. También, recordó que «el sistema universitario español es uno de los mejores y más equitativos sistemas de Europa, pese a ser uno de los peor financiados y con menos autonomía en políticas de personal y académicas”.
Por otro lado, el presidente de CRUE destacó la oportunidad que suponen los fondos Next Generation para las universidades: “Nuestra propuesta es transformar los campus universitarios en polos de desarrollo económico desde una perspectiva integral. Las universidades tenemos el potencial para hacerlo y podemos ser, también, captadoras de importantes fondos del programa Next Generation de la Unión Europea”.
Por su parte, Javier Monzón remarcó que nuestras universidades han demostrado notables capacidades de gestión cuando han contado con un marco que así lo permite y favorece. “Partiendo de una enseñanza y evaluación online del 5%, tras la declaración del estado de alarma estos niveles se elevaron al 85%. Esta extraordinaria evolución no hubiera sido posible sin todo el trabajo previo que se había venido realizando, pero tampoco sin una gestión organizada ante la situación sobrevenida y una asignación de recursos y adaptación flexible de las normas y procedimientos”.
Además, el presidente del Comité Ejecutivo de la Fundación CYD hizo hincapié en la necesidad de confiar más en las universidades y de brindarles la oportunidad de practicar la prueba y el error como cualquier entidad que tiene que adaptarse e innovar. “La conclusión que nos aporta la pandemia es doble: de un lado, las universidades tienen más capacidad de reacción que lo reflejado en las cifras y datos que habitualmente manejamos; del otro, la autonomía y la flexibilidad en la gestión con objetivos claros e incentivos apropiados lleva a buenos resultados”, reflexionó Monzón.
“Afrontar el actual escenario de cambios requiere poner el foco en el conocimiento y en la ciencia, y ponerlos en el centro de nuestros procesos de decisión. La universidad tiene que reforzar su actividad investigadora, intensificar su transferencia al tejido productivo e incorporar las nuevas formas de enseñanza y de transmisión del conocimiento, incluyendo la formación continua a lo largo de la vida profesional. Necesitan para ello, como condición necesaria, más recursos pero también un marco normativo y unos procedimientos menos rígidos y detallistas, menos uniformes y que permitan la máxima flexibilidad y diversidad”.
Al tomar la palabra Mateo Valero, también destacó el rol de la investigación como pilar básico para producir ideas: “Un país necesita generar ideas, las cuales deben ser tomadas por las empresas para generar riqueza. Si un país no es rico, no podemos hacer una política de educación, de investigación, de sanidad ni de igualdad social. Y para que esa investigación se pueda hacer, hay que generar un ecosistema adecuado. Las administraciones, las universidades y los investigadores debemos ir en la misma dirección”.
Según el director del Barcelona Supercomputing Center, la investigación «es buena o es mala, y la buena es aquella que se aplica» con el propósito de aumentar la productividad de las empresas: “La investigación debe ser excelente pero no solamente pensando en publicar artículos en revistas sino también en patentar la investigación. No solo importan los volúmenes de publicación sino, y sobre todo, la aplicabilidad de las publicaciones. La investigación debe ser, sobre todo, relevante, servir para algo”.
“Para hacer una buena investigación hay que hacerla internacional. No hay excelencia de investigación en una ciencia que se encierre en sí misma. Europa debe ser nuestro entorno natural y España debe influir en aquellas ideas que creemos válidas para nuestro país. No podemos ni merecemos ser meros receptores. Deben promoverse los puntos de encuentro entre las ideas, la sociedad y las empresas, y la investigación debe conectarse con el mundo real a través de las empresas. En resumen, la ambición científica que nos debe guiar tendría que ir de la mano del desarrollo de una investigación excelente que ayude a resolver los grandes retos de la sociedad”.
En su intervención, Manuel Castells reconoció el enorme esfuerzo que hicieron las universidades ante la Covid-19, adaptándose a una situación tan sorpresiva como compleja: “La universidad española tuvo que adaptarse rapidísimo, de un día para otro, y pasar de una enseñanza presencial a otra online. Profesores, alumnos y gestores tuvieron que inventar e improvisar, y lo hicieron con una extraordinaria capacidad y esfuerzo. Felicito al conjunto de la comunidad universitaria por finalizar el curso sin que ningún estudiante se quedase atrás a causa de la pandemia”.
Sin embargo, según el Ministro de Universidades la pandemia también ha planteado la necesidad de una actualización urgente de la digitalización de las universidades y de la capacidad técnica y científica del personal docente e investigador: “En el futuro no solo deberemos demostrar la capacidad reaccionaria de España, que la tenemos, sino que además tenemos que reflexionar y avanzar en la línea de una enseñanza mayoritariamente presencial pero que avance hacia un modelo híbrido en el que lo esencial sea presencial pero que no deje de lado la gran capacidad tecnológica”.
Como declaración final, Ana Botín se refirió a la situación actual del sistema universitario español que, según lo evidenciado en los capítulos del Informe CYD 2020, sí está avanzando. En sintonía, y según su valoración, la creación de la iniciativa Universidades Europeas, la orientación de los fondos Next Generation y los cambios legislativos anunciados, incluyendo la nueva Ley Orgánica del Sistema Universitario, abren grandes oportunidades que deberíamos aprovechar.
A estos tres palancas transformadoras, se añade un último reto que para la presidenta de Fundación CYD es clave: “la necesidad de que las universidades pongan aún más foco en la transformación digital, lo cual afecta tanto a la forma de desarrollar la docencia como, por supuesto, al fondo: contenidos adaptados al formato digital pero también más materias y grados relacionados con las tecnologías, la economía y la sociedad digitales. Este mayor foco en la adecuación de la oferta y en la transferencia debe hacerse manteniendo, e incluso reforzando, la relevante contribución de la universidad a la generación de conocimiento y al desarrollo científico, imprescindibles para afrontar los retos del futuro”.
Para finalizar, Ana Botín enfatizó en el hecho de que hoy ya nadie discute respecto a la importancia de innovar y de ser más digital tanto en la docencia y comunicación como en todos los ámbitos de gestión y de compromiso social: “en este momento de cambios exponenciales, la educación y la capacidad de atraer talento marcarán la diferencia entre regiones y países, y un sistema universitario que desarrolle todo su potencial y de respuesta a los retos de hoy y de mañana es pilar esencial para lograr un crecimiento sostenible”.
Por último, y si quieres revivir todo lo que sucedió en la presentación del Informe CYD 2020, compartimos un video resumen del evento.
* Melina Díaz, responsable de comunicación Fundación CYD.