Fundación CYD | Día Mundial de la Salud: análisis desde la educación superior

Día Mundial de la Salud: decanos de las facultades reflexionan sobre la profesión

Día Mundial de la Salud: análisis desde la educación superior

Ante un entorno asistencial tan complejo como el que nos ha tocado vivir tras la crisis del coronavirus, el personal sanitario ha buscado durante estos últimos dos años no perder su vocación de servicio, entendido este involucramiento como una fuerza de inclinación para que otra persona se encuentre y se sienta sana. Las carreras de ciencias de la salud tienen como común denominador un alto nivel de carácter auxiliador: promover el bienestar, prevenir el malestar, tratar el dolor y rehabilitar una molestia. Pero además, y como promueve el Día Mundial de la Salud, en ellas prevalece la cercanía con el paciente, el compromiso con la sociedad y la responsabilidad social de la profesión por el bien común.

Los médicos, enfermeros, farmacéuticos y psicólogos son los cuidadores de la salud. Cuidar no es otra cosa que ayudar a vivir. En su quehacer profesional comparten los momentos más especiales de las personas como el nacer, crecer, desarrollarse físicamente, reproducirse y sobrellevar el dolor físico o emocional. Por tanto, quienes se preparan en términos educativos para estas profesiones deben hacerlo con un enfoque centrado en el paciente mediante la adquisición de competencias que garanticen el trato profesional, la seguridad y la eficiencia a través de cada una de las fases de atención (conocimiento inicial, diagnóstico, intervención y seguimiento).

En 1948, la Asamblea Mundial de la Salud proclamó el 7 de abril como el Día Mundial de la Salud; fecha escogida en conmemoración a la fundación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) con el objetivo de crear conciencia sobre las enfermedades y crear hábitos sanos en las personas. En consonancia con esta premisa básica de salud pública y privada, en el ecosistema universitario español, y más precisamente en las carreras de Ciencias de la Salud, la pandemia implicó no solo un desafío enorme en la impartición de las clases (dada la calidad eminentemente práctica de la enseñanza) sino también una valoración y un interés acuciado por estas disciplinas. 

2 años de pandemia: nuevas formas de formación y de prácticas

Como bien es sabido, la Covid-19 ha disparado de manera exponencial las cifras relacionadas con la preinscripción a titulaciones de grado vinculadas con la sanidad. Para conocer y analizar el panorama educativo actual, conversamos con algunos decanos de las facultades de Enfermería, Medicina, Farmacia y Psicología.

Desde la Universidad de Alicante reconocen que los últimos dos cursos han sido muy complicados y que tuvieron que adoptar “en tiempo récord” una docencia virtual para conseguir que los estudiantes adquirieran las competencias para desarrollar su profesión con todas las garantías, además de adelantar la teoría para realizar posteriormente las prácticas, con el esfuerzo del profesorado, personal y alumnado para que así se pueda cumplir. 

“Gracias a los avances de la tecnología virtual hemos podido ejercitar en simulación todos los contextos clínicos desarrollando los alumnos la correcta toma de decisión antes de incorporarse al medio clínico asistencial de las prácticas externas. Sin embargo, en ningún caso esto sustituye a las prácticas externas, pero sí es importante utilizar todo tipo de escenarios para representar situaciones reales y posibles para que los estudiantes puedan adquirir competencias esenciales en técnicas de comunicación y elección entre posibles alternativas”, reconoce José Antonio Hurtado, decano de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Alicante.

En la Facultad de Enfermería de la Universidad de Navarra admiten que, excepto en los meses duros de confinamiento, la docencia teórica se mantuvo presencial durante los últimos dos años, dividiéndose los cursos en grupos y reduciéndose las horas presenciales. Además, y gracias a la coordinación de los centros hospitalarios y centros socio-sanitarios, los alumnos pudieron recuperar las prácticas que perdieron durante el confinamiento y realizar sus rotatorios. Incluso, afirman que el contacto entre profesores y alumnos se mantuvo y hasta fue más fluido por la facilidad con la que ahora se utiliza la tecnología.

“Las nuevas tecnologías son un buen recurso para la docencia y, por ello, en nuestra facultad las utilizamos para reforzar la enseñanza presencial y el asesoramiento personal que se hace con cada alumno. En la formación práctica, además de la práctica clínica, utilizamos la práctica simulada (intervenciones de enfermería y escenarios clínicos) y la realidad virtual, mientras que para la docencia teórica utilizamos una plataforma con una gran cantidad de recursos formativos”, detalla Mercedes Pérez Diez del Corral, decana de la Facultad de Enfermería de la Universidad de Navarra.

En la Facultad de Medicina de la misma universidad recuerdan cómo un viernes de marzo se despidieron siendo una universidad presencial y el lunes ya tenían implantada una docencia online para que los alumnos no perdieran horas de clase. Tras los meses más duros del confinamiento, la Universidad de Navarra hizo más de 34.000 pruebas PCR, 10.000 test de antígenos y aplicó un protocolo sanitario muy bien diseñado para retomar la presencialidad al 100% en septiembre de 2020. Si bien las prácticas se habían visto suspendidas en los meses más complejos de la pandemia, los alumnos pudieron vacunarse al inicio de la campaña como personal sanitario y realizar sus rotaciones en hospitales y centros de salud con la máxima normalidad posible. 

“Es indudable que las nuevas tecnologías son grandes aliadas y quienes nos dedicamos a la asistencia sanitaria las usamos cada día más con nuestros pacientes. Por eso desde la facultad queremos que nuestros alumnos se habitúen a emplearlas de la mejor manera posible. Contamos con un centro de simulación de más de 400 m2 equipado con los simuladores más modernos para que los estudiantes puedan enfrentarse desde el primer curso a situaciones lo más reales posibles y en un entorno seguro. Además, nuestro laboratorio de ingeniería biomédica desarrolla sus propios simuladores en función de las necesidades docentes y recientemente hemos incorporado un sistema de realidad virtual en el que el alumno puede introducirse en el cuerpo humano y navegar, por ejemplo, dentro del corazón y profundizar en las capas y tejidos para comprobar su funcionamiento”, detalla la decana de la Facultad de Medicina de la Universidad de Navarra, Marta Ferrer. 

En la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universitat de Barcelona consideran que la pandemia y las medidas de distanciamiento han afectado negativamente las clases igual que al resto del trabajo asistencial de los profesionales sanitarios. Sin embargo, también observan que los alumnos han madurado más rápidamente y que han adquirido la seguridad necesaria ante una situación excepcional, viendo el lado más humano de la profesión médica.

“Nosotros dedicamos muchos esfuerzos para que esta formación sea lo más práctica posible. Más del 50% de la docencia a partir del tercer curso comporta una gran carga de prácticas asistenciales. Intentamos desarrollar al máximo la tecnología y utilizar todas las herramientas virtuales en nuestra formación sanitaria, desde las más básicas hasta las más sofisticadas. Incluso, hacemos investigación e innovación docente en el campo de la realidad virtual, simulación y otras tecnologías. Sin embargo, el factor limitante es la dotación presupuestaria que es del todo insuficiente y que necesitamos mejorar para terminar de compararnos favorablemente con Europa”, sostiene Antoni Trilla, decano de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universitat de Barcelona.

Sin duda, la formación práctica, tan fundamental en el grado y el posgrado de las carreras de ciencias de la salud, fue la parte más difícil de gestionar. Así lo afirma María Javier Ramírez Gil, decana de la Facultad de Farmacia y Nutrición de la Universidad de Navarra, quien también reconoce que “tanto la tecnología como la innovación incluso mejoraron el formato de las prácticas respecto a como eran antes de la pandemia. Además, las medidas de seguridad exigidas en laboratorios y centros de simulación permitieron individualizar algunas de las prácticas, lo que fomentó el esfuerzo y la dedicación por parte de los alumnos y una mejor adquisición de algunas competencias. A pesar del trabajo intenso y la gestión requerida, la pandemia tuvo muchos efectos positivos en la docencia práctica”.

La Facultad de Ciencias Humanas y Sociales de la Universidad Pontificia Comillas pudo adaptar la docencia de Psicología desde el primer día del confinamiento a la formación online con plataformas que ya tenían. En el curso 2020-21 establecieron una enseñanza bimodal (50% del alumnado seguía las clases desde sus casas con cámaras instaladas en el aula y el otro 50% asistía a clase), alternando los alumnos por semanas, mientras que las prácticas fueron realizadas (en su mayoría) de forma online.

Por su parte, en la Facultad de Psicología de la Universidad de Salamanca intentaron mantener el mayor número de horas presenciales, cambiando las programaciones temporales en función de las “olas pandémicas” mediante horarios escalonados y grupos de alumnos reducidos. Aún así, la docencia presencial supuso el 60% y el resto fue formación online y sesiones clínicas que aportaron una experiencia muy similar a la real. Posterior al confinamiento, la universidad puso en marcha el plan Prepara2 de cara a trabajar en una vuelta presencial y segura al campus mediante la redistribución de los grupos en las aulas según el número de alumnos y la capacidad de garantizar la distancia de seguridad, control de aforo en zonas comunes, señalética en aulas, pruebas PCR, test de antígenos a alumnos y profesionales y vacunación in situ para más de mil alumnos que realizaban prácticas en entornos sanitarios. “Gracias a este esfuerzo, desde septiembre de 2020 no hemos abandonado la presencialidad y prácticamente toda la docencia se ha podido impartir en las aulas”, enfatiza Juan José García Meilán, decano de la Facultad de Psicología.

Nivel de la oferta formativa, abandono y motivos de la demanda y elección

Las áreas profesionales relacionadas con la salud son consideradas por muchos como las carreras más demandantes que cualquier alumno puede escoger. No sólo requieren trabajo duro y determinación, sino también curiosidad y vocación. A raíz de la elevada nota de corte que se necesita para obtener una plaza en las universidades españolas que imparten la titulación y de la creciente demanda de estudiantes, la tasa de abandono suele ser más reducida y la graduación en tiempo normativo más alta.

Así lo constata Mercedes Pérez Diez (Enfermería, Navarra), para quien la dificultad para acceder al grado lleva a los candidatos a mantener una media elevada durante el bachillerato y un rendimiento superior durante los años del grado. “La oferta formativa de Enfermería en España está por encima de la media europea, donde hay países en los que los estudios no son universitarios o existen diferentes niveles en la formación de enfermeras. La formación, además de ofrecer una buena base teórica, científica y humanista, fomenta el desarrollo en competencias y el currículum integrado con una gran impronta vocacional”, analiza la decana. 

Concuerda con ello el decano de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Alicante, para quien los estudiantes desarrollan un fuerte componente vocacional y un espíritu de sacrificio y de servicio al bien común, erigiéndose la salud como valor muy preciado. “La nota de corte es tan alta precisamente por ese espíritu vocacional que hace del servicio a los demás el elemento principal de un modo de vida que conlleva otros valores como la generosidad y la solidaridad. Aunque los estudiantes son conscientes del riesgo que se asume en estas profesiones, la vocación de servicio es muy grande”, apunta José Antonio Hurtado. 

En el ámbito de la Medicina reconocen que sucede lo mismo y que los alumnos que estudian dicha carrera tienen una vocación de servicio a la sociedad y un enfoque profesional y deontológico muy alineado a la atención y el cuidado. “Los alumnos que estudian Medicina son brillantes, dedicados y muy competentes lo que hace que, además de tener una tasa de abandono mínima, desarrollen un profundo interés en servir a la sociedad”, puntualiza Antoni Trilla (Medicina y Ciencias de la Salud, Universitat de Barcelona).

En la Facultad de Medicina de la Universidad de Navarra (cuya tasa de rendimiento académico es del 97,16%) coinciden con ello, reconociendo que la gran demanda que existe para obtener una plaza obliga a los candidatos a tener uno de los mejores expedientes de bachillerato y nota de EVAU más altas. “Esto se concreta en un perfil de alumno que genera hábitos sólidos de estudio y una fuerte cultura del esfuerzo; cualidades que durante el grado sirven como aval para un buen desempeño académico. Además, los grados de ciencias de la salud van de la mano de una vocación clara hacia el mundo sanitario, lo que hace que ante situaciones de estrés los alumnos luchen para curar, ayudar a los pacientes o investigar futuras curas. Es algo que en estos dos años hemos visto crecer, derivado del ejemplo que han dado los sanitarios durante la pandemia”, reflexiona la decana Marta Ferrer.

Además, dicha facultad ha diseñado un currículum integrado para darle mayor protagonismo al alumno y a su formación práctica, lo que supone un cambio sustancial en la forma de organizar e impartir la docencia en beneficio de un aprendizaje contextualizado y relacionado. Incluso las asignaturas iniciales tienen ya una perspectiva clínica, de modo que los alumnos siempre tienen presente la utilidad y aplicación de los conocimientos. “Una de las principales novedades de este sistema pionero en España está en el tercer curso, sin ninguna clase magistral tradicional y dedicado íntegramente a realizar un año intensivo de rotaciones en las seis principales especialidades que la World Federation for Medical Education (WFME) considera imprescindibles en la formación de un médico: atención primaria, ginecología, medicina interna, psiquiatría, pediatría y cirugía”, detalla la decana. 

En el ámbito de la Psicología sucede lo mismo en términos de demanda y preferencia de la titulación: desde la Universidad de Salamanca consideran que al tener una nota de acceso elevada, el alumno hace un gran esfuerzo por acceder y cuando entra a la carrera no abandona tan fácilmente sus estudios. Incluso, y como consecuencia de la dificultad de acceso, normalmente es la primera elección del estudiante, lo que incide en el desarrollo de una fuerte vocación desde los primeros meses de estudio. 

Pero no solo la cantidad de plazas ofertadas incide en la preferencia de la titulación, sino también el conocimiento social que se tiene del ámbito. “En estos últimos tiempos, la salud mental y la asistencia psicológica han pasado a ocupar el primer nivel de la escena pública y de la atención individual y colectiva. En cualquier caso, hay mucha demanda privada y poca oferta de empleo público en el área de la salud mental, lo cual preocupa a los estudiantes debido a que el funcionamiento autónomo y los altos costes de las terapias terminan convirtiendo el trabajo en algo precario”, sostiene el decano de la Facultad de Psicología de la Universidad de Salamanca, Juan José García Meilán.

Coincide con ello la decana de la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales de la Universidad Pontificia Comillas, quien reconoce que la baja tasa de abandono en Psicología se debe al alto nivel de vocación que se necesita para el desarrollo de la carrera. Sin embargo, Susanne Cadera afirma que, “si bien la situación sanitaria de la pandemia ha despertado la vocación asistencial en relación a la Psicología, la necesidad de más profesionales se ha evidenciado y que desgraciadamente la inserción laboral en España sigue siendo complicada por las pocas plazas que se convocan en el sector público”.

Algo similar ocurre en el campo de la Farmacia. Según la decana de la Universidad de Navarra, “cuando las cosas cuestan se suelen apreciar más y de algún modo esto lleva a un mayor deseo de permanecer en lo que se ha logrado. Además, las notas de corte altas se pueden correlacionar con un perfil de alumnado más exigente. La razón de la preferencia por titulación es difícil de saber ya que todo puede influir, desde cuestiones familiares, sociales o mediáticas. Lo propio de las ciencias de la salud es el servicio a la sociedad en aspectos que de algún modo nos afectan a todos y en los que podemos vernos identificados o podemos tener gente a nuestro alrededor que necesite este servicio y de ahí que se convierta en un ámbito tan prioritario como demandado”, considera María Javier Ramírez Gil.

Mercado laboral: ofertas de trabajo con síntomas de precariedad

Sin embargo, no todos los datos son positivos. La inestabilidad laboral de los profesionales sanitarios en España, sumada a la falta de personal fijo, a las altas cargas de trabajo y a la ausencia de plazas en propiedad debido a los contratos interinos hace que la oferta de trabajo se vea opacada por la precariedad y la fragilidad del sistema.

En el caso de Enfermería, los sindicatos llevan desde el inicio de la pandemia (e incluso también antes) expresando su insatisfacción ante el «insuficiente ratio de enfermeras» previsto para algunas autonomías. Además, sostienen que los profesionales diariamente realizan tareas que no están dentro de sus funciones y que se ven sobrepasados por tener que asumir responsabilidades que exceden su categoría profesional.

“Desde luego hay que remarcar lo injusto del mercado laboral con estos profesionales, hay una falta de reconocimiento en todos los sentidos, empezando por el salarial y continuando con el social. El salario no refleja la responsabilidad que se asume en estos trabajos. Asimismo, y debido a decisiones erróneas de la administración, se carga contra los profesionales cuando no funciona bien el sistema y en momentos como los que hemos vivido, a pesar de los aplausos, ha habido multitud de ocasiones en los que se ha maltratado a los profesionales sanitarios, dejando a los verdaderos responsables de la situación libres de culpa. La entrega y profesionalidad de estos trabajadores es innegable y no se ven recompensados de ninguna manera, haciendo que aumente, desgraciadamente, el abandono profesional”, declara José Antonio Hurtado (Universidad de Alicante).

Si trasladamos el punto de mira a la Medicina, existe cierto sentimiento de “seguridad” ante la salida profesional debido al MIR (examen Médico Interno Residente), aunque también es cierto que en los últimos años se han presentado más de dos aspirantes por cada plaza, lo que se traduce en que la mitad de los graduados no puedan acceder al ejercicio de la profesión. “El MIR es una garantía de un contrato durante los 4-5 primeros años de la salida al mercado laboral, sobre todo si lo comparamos con alumnos de otras ramas como ciencias sociales. Sin embargo, también podríamos analizar qué ocurre después de los años de formación en la residencia y la situación de precariedad en la que se encuentran muchos profesionales. Frente a ello, vemos una tendencia creciente en el número de alumnos que deciden realizar la especialización fuera de España o que optan por cambiar de país a los 30 años, buscando una estabilidad económica y laboral más asentada que en nuestro país”, reconoce Marta Ferrer, decana de la Facultad de Medicina de la Universidad de Navarra.

Sobre lo mismo repara Antoni Trilla (Medicina, Universitat de Barcelona): “Si bien no hay apenas paro en esta carrera y el sistema MIR prepara a los alumnos muy bien para ejercer la especialidad, desafortunadamente las condiciones de temporalidad, salario y estabilidad de los contratos distan mucho de ser las idóneas para una profesión que requiere entre 10 y 15 años de formación antes de entrar en el mercado laboral”. 

Por último, y en el caso de Farmacia, las salidas profesionales del grado pueden ser muy variadas, tanto en el ámbito público como privado; una versatilidad que no se da en todos los ámbitos de la salud. Además, y según datos del Instituto Nacional de Estadística, el 93% de los graduados superiores ya se encontraba trabajando con un empleo encajado desde antes de la pandemia. “Normalmente, los contratos en oficina de farmacia suelen tener carácter indefinido y es difícil encontrar un graduado en paro. La inserción laboral es muy buena y la variedad de puestos, áreas y sectores también. Sin embargo, es verdad que el ámbito hospitalario se caracteriza por una alta oferta de contratos temporales. Pienso que la calidad de los trabajos es sinónimo de la calidad de las personas con las que se trabaja y, por tanto, en cualquier ámbito se puede aspirar a tener una gran calidad de trabajo; a eso tenemos que contribuir para que sea posible”, concluye María Javier Ramírez Gil, decana de la Facultad de Farmacia y Nutrición de la Universidad de Navarra.

* Melina Díaz, responsable de comunicación Fundación CYD.

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